Control en la N-II
Cualquier persona, aunque sea ajena a la materia, est¨¢ en condiciones de entender que un control policial, para que sea efectivo, debe reunir una serie de caracter¨ªsticas, como son el factor sorpresa, la elecci¨®n de un punto id¨®neo y variable de la ruta, su brevedad en el tiempo, etc¨¦tera.Pues bien, a pesar de lo dicho, desde hace varias semanas, cualquier usuario de la carretera nacional Madrid-Barcelona se puede encontrar a la entrada de Alcal¨¢ de Henares, direcci¨®n a Madrid, en el kil¨®metro 42 aproximadamente, un puesto de control de la Guardia Civil que origina una larga cola de autom¨®viles como consecuencia del estrechamiento de la v¨ªa y la obligada reducci¨®n de la velocidad, ocasionando un tap¨®n de varios kil¨®metros.
Si alguien quiere eludir el control no tiene m¨¢s que desviarse por la salida de Azuqueca de Henares y ganar de nuevo la N-II para dirigirse a Madrid, pues como el control no var¨ªa su posici¨®n y est¨¢ establecido casi a diario, desaparece el factor sorpresa antes mencionado.
Esta l¨ªnea de actuaci¨®n tiene dos claros efectos: uno, que la persona que quiera burlar el control lo puede hacer sin mayores dificultades; dos, que el resto de los usuarios, que no tienen nada que ocultar a los agentes, se ven obligados a soportar estoicamente una considerable molestia que, desde luego, no provoca precisamente una gran simpat¨ªa hacia los controladores.
Es necesario reflexionar sobre la operatividad de los controles, sopesando los resultados obtenidos y las molestias que se causan a los ciudadanos, sobre todo teniendo en cuenta lo importante que puede ser su colaboraci¨®n para la persecuci¨®n del delito.
Es hora de que se plantee seriamente esta cuesti¨®n y que se verifique si estos controles no son m¨¢s que palos de ciego que pueden golpear a personas honestas.
Si realmente se desea que los ciudadanos colaboren, la instalaci¨®n indiscriminada de controles de este tipo no es la mejor manera de conseguirlo. Y esto no significa que nos opongamos rotundamente a los controles policiales, que son necesarios, sino al abuso que se hace de los mismos-
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