La batalla de las ideas
Hoy se cumple el segundo aniversario de la muerte de Manuel Sacrist¨¢n. Desde entonces, el peque?o grupo de colaboradores y amigos m¨¢s cercanos se ha empe?ado en continuar publicando iu ¨²ltimo instrumento de intervenci¨®n en la batalla de las ideas, la revista Mientras Tanto. El n¨²mero m¨¢s reciente est¨¢ dedicado de modo monogr¨¢fico, precisamente, a la vida y obra de Manuel Sacrist¨¢n Luz¨®n, 1925-1985. Tambi¨¦n desde el momento de su fallecimiento se han terminado de editar, en cuatro vol¨²menes, los Panfletos y materiales, que constituyeron una parte de su obra escrita, dispersa y sin duda incompleta.Quiz¨¢ nunca como ahora se ha dejado sentir la ausencia de quien ha sido el primer te¨®rico marxista espa?ol (aunque no s¨®lo eso, como ha rese?ado acertadamente Francisco Fern¨¢ndez Buey, quien, en un art¨ªculo titulado Su aventura no fue de ¨ªnsulas, sino de encrucijadas, denuncia una imagen deformada y unilateral: "La de que Sacrist¨¢n habr¨ªa sido un gran fil¨®sofo, un excelente te¨®rico que, sin embargo, no serv¨ªa para la pol¨ªtica pr¨¢ctica"). Perry Anderson se ha preguntado c¨®mo es posible que siendo Espa?a pa¨ªs de larga tradici¨®n de lucha obrera no haya dado te¨®ricos de la categor¨ªa de un Gramsci, un Lukacs o un Labriola. Sacrist¨¢n es, desde luego, la excepci¨®n que confirma la regla.
Las tendencias que apuntaban en el momento de la muerte del fundador de revistas tan minoritarias como significativas, como Materiales o Mientras Tanto, se han consolidado en el peor sentido.
- Ausencia del m¨¢s m¨ªnimo debate en el mundo de las ideas progresistas, o m¨¢s concretamente, del marxismo. El pragmatismo ha inundado el estanque dorado de la izquierda instalada. Ahora se reclama la vuelta a la discusi¨®n sobre el welfare state, como si este sistema fuese un fin en s¨ª mismo o el corpus central de una teor¨ªa de actuaci¨®n pol¨ªtica.
- Paseo militar de las nuevas tendencias de la derecha liberal, incrustadas cada vez m¨¢s en las formaciones denominadas cl¨¢sicamente de izquierdas. Los que Sacrist¨¢n llam¨® letratenientes (aquellos que obtienen su poder de la escritura, del mismo modo que el terrateniente lo consigue de la propiedad de la tierra) han sustituido en la hegemon¨ªa cultural a los pensadores cient¨ªficos del racionalismo, cr¨ªticos del modo de producci¨®n capitalista. El ¨²ltimo ejemplo sintom¨¢tico es el de Mario Vargas Llosa en contra de las nacionalizaciones peruanas, y apologeta del liberalismo econ¨®mico en la m¨¢s reciente reuni¨®n de la Comisi¨®n Trilateral celebrada en San Francisco. Otro paradigma constante es el silencio que los aparatos centrales practican ante las intervenciones de los intelectuales esquivos a las ideolog¨ªas dominantes. Los mismos d¨ªas en los que los medios de comunicaci¨®n multiplicaban el mensaje de Lawrence Klein, John K. Galbraith o Edmond Malinvaud, que intervinieron en Madrid para explicar las perspectivas de la econom¨ªa internacional, pasaba totalmente inadvertida la conferencia de Andr¨¦Gunder Frank sobre la deuda externa del Tercer Mundo. Poco antes, Samir Amin participaba en un seminario sobre la teor¨ªa de la dependencia sin que los que 10 a?os antes le ped¨ªan su opini¨®n y sus art¨ªculos se acercaran siquiera a saludarle.
- Par¨¢lisis ideol¨®gica en los restos comunistas que Sacrist¨¢n abandon¨® en 1970. Conviene recordar ahora que el Camarada Ricardo, nombre de guerra de Sacrist¨¢n en la clandestinidad, al contrario que muchos antiguos comunistas conversos hoy a la socialdemocracia, no hizo de su ruptura con el comunismo oficial (miembro de los comit¨¦s centrales del PCE y del PSUC) ninguna bandera ni dio lugar al oportunismo. Su marcha fue casi en silencio y sigui¨® trabajando hasta el final para mantener focos de radicalismo dentro o fuera de los partidos comunistas, que contrarrestasen las derivas hacia el reformismo.
Concibi¨® al eurocomunismo como el ¨²ltimo repliegue de socialismo en desbandada, lo que no le impidi¨® participar en su desarrollo te¨®rico. Edit¨® y escribi¨®, por ejemplo, sobre el concepto de austeridad, divulgado por el secretario general del Partido Comunista de Italia, Enrique Berlinguer, tan necesario despu¨¦s para aportar salidas progresistas a la profunda crisis econ¨®mica que arranc¨® en el oto?o de 1973.
Manuel Sacrist¨¢n permaneci¨® dentro de la matriz comunista ampli¨¢ndola hacia el ecologismo. Su encuentro con Harich (cuya obra Comunismo sin crecimiento tambi¨¦n edit¨® en Materiales) fue sustantivo para sus ¨²ltimas aportaciones sobre el comunismo de la escasez. Los ensayos que hoy pretende poner en pr¨¢ctica Izquierda Unida para aunar los esfuerzos de movimientos (feminismo, ecologismo, etc¨¦tera) y partido fueron demandados por Sacrist¨¢n al menos con un lustro de adelanto. No en vano dedic¨® algunas de sus reflexiones al sujeto revolucionario, esforz¨¢ndose en conocer el pensamiento de Urike Meinhof, inspiradora de la Fracci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo alem¨¢n. Para todo ello huy¨® del coyunturalismo y de la vaciedad; Sacrist¨¢n repugn¨® del mecanicismo que condujo al marxisino a su crisis. Su disc¨ªpulo Toni Dom¨¨nech ha definido el "marxismo tartarinesco" que asol¨® este pa¨ªs en los a?os setenta y que, como ha explicado Javier Muguerza, "alguien ha comparado mordazmente con las plantaciones de bosques de eucaliptos, ¨¢rboles ¨¦stos que -como es sabido- arraigan s¨®lo de manera superficial, destruyen el terreno y desaparecen un d¨ªa sin dejar rastro tras un r¨¢pido incendio".. Por el contrario, la metodolog¨ªa b¨¢sica de Manuel Sacrist¨¢n consisti¨® siempre en proceder en la explicaci¨®n de un fen¨®meno pol¨ªtico, de tal modo que el an¨¢lisis agotase todas las instancias sobreestructurales antes de apelar a las instancias econ¨®mico-sociales fundamentales.
Bajo esta perspectiva abrumadora cobra todo el sentido la edici¨®n del n¨²mero monogr¨¢fico sobre Manuel Sacrist¨¢n, al que los autores no dejan de reconocer una aproximaci¨®n universal al marxismo por su actitud ¨¦tica, cient¨ªfica y pol¨ªtica. Un hombre que, arrancando del falangismo, no renunci¨® nunca ZL su herencia orteguiana y se atrevi¨® a ser cr¨ªtico incluso con los padres Marx y, Engels, sin temer los anatemas.
Varios de los autores del ¨²ltimo n¨²mero de Mientras Tanto reproducen una frase de Sacrist¨¢n que sirve de s¨ªntesis: "Una tradici¨®n venerable distingue entre el sabio y el que sabe muchas cosas. El sabio a?ade al conocimiento de las cosas un saber de si mismo y de los dem¨¢s hombres, y de lo que interesa al hombre. El sabedor de cosas cumple con comunicar sus conocimientos. El sabio, en cambio, est¨¢ obligado a m¨¢s: si cumple su obligaci¨®n, se?ala fines... Cuando el sabio ense?a as¨ª los fines del hombre, m¨¢s que ense?ar cosas, lo que ense?a es a ser hombre. Ense?a bien protagonizar el drama que es la vida, a vertebrar el cuerpo que es la sociedad, a construir el organismo que es nuestro mundo, a vitalizar todo lo que es vida com¨²n". Sacrist¨¢n fue un sabio.
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