El fin de un chantaje
?Ser¨¢ ¨²til a Gorbachov, en el plano interno, el acuerdo conseguido con Reagan sobre los cohetes de medio alcance? Ser¨¢ ¨²til seguramente a su pol¨ªtica el reforzamiento de su propuesta, porque puede ahora decir a sus conciudadanos y al mundo: "Ved que si existe una voluntad es posible un acuerdo sobre el desarme. Ha sido posible en el tablero m¨¢s delicado, Europa, y, por tanto, lo ser¨¢ tambi¨¦n, si continuamos queri¨¦ndolo, en el plano de un desarme nuclear total". Y a?ade: "Para este desarme nuclear total es por lo que yo trabajo". Su l¨ªnea, por tanto, ha resultado no solamente exacta, sino triunfante.Y las consecuencias son de una enorme amplitud: m¨¢s all¨¢ de Europa se ha discutido tambi¨¦n el abandono de los experimentos nucleares, que significa el vaciamiento de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica. Por esto es por lo que Reagan ha debido lanzarla de nuevo como un fuego de artificio, aun sabiendo que se iba a enfrentar con el Senado y el Congreso, para satisfacer a sus halcones, y se ha abierto la discusi¨®n sobre los cohetes intercontinentales.
Es una nueva perspectiva hist¨®rica para quien persiga la hip¨®tesis de que es hoy solamente bajo el plano de la negociaci¨®n donde la competici¨®n entre las dos superpotencias puede ser jugada y vencida, afirmaci¨®n que los sovi¨¦ticos han hecho desde 1956, con Jruschov, pero que no se ha practicado siempre. Bien por las revueltas internas de su bloque, bien porque los halcones, occidentales han desarrollado hasta ayer la funci¨®n de una cobertura para una pol¨ªtica que -se dec¨ªa en Mosc¨²- habr¨ªa querido ser de desarme, pero que no pod¨ªa serlo por culpa de los enemigos de la seguridad de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Gorbachov ha invertido el razonamiento: cualquier pol¨ªtica de desarme refuerza la seguridad de la URSS. Y no s¨®lo sobre el "plano militar" -como va diciendo alg¨²n, europe¨ªsta un poco d¨¦mod¨¦, como si la Uni¨®n Sovi¨¦tica hubiera querido alguna vez conquistar militarmente Europa, cuando no puede ni siquiera entrar en Polonia ni aguantar en Afganist¨¢n-, sino sobre un plano pol¨ªtico, una alternativa de desarme debilita el sistema interno pol¨ªtico-militar que funciona en Europa como supergobierno, constituido por el aparato b¨¦lico integrado de la Alianza Atl¨¢ntica. No solamente el bloque del Este ha conocido la "soberan¨ªa limitada", sino que tambi¨¦n nosotros, pa¨ªses occidentales, la hemos aceptado y beneficiado de ella.
Soberan¨ªa limitada
Con este acuerdo, la soberan¨ªa limitada de Europa recibe un duro golpe. Europa ve que la obsequian con el fin de un chantaje: ya no podr¨¢ seguir haciendo el oficio de teatro de una guerra interpuesta entre las dos grandes potencias. Aumenta as¨ª su autonom¨ªa sustancial: tambi¨¦n esto era un objetivo de Gorbachov, un segmento de su l¨ªnea estrat¨¦gica. Esto debilita la funci¨®n de Estados Unidos como cerebro de un sistema militar total del llamado mundo libre. Realmente, el presidente Reagan ha llegado a este punto con fatiga y no sin evidentes oscilaciones: ahora debe explicar a sus compatriotas por qu¨¦ ha aceptado pactar con quien hasta ayer defin¨ªa como "el imperio del mal". Pero era la ¨²nica manera de salvar su imagen despu¨¦s de la cat¨¢strofe del Irangate y ten¨ªa poco tiempo por delante: dentro de un a?o ser¨¢n las elecciones. El viejo actor es lo suficientemente inteligente como para saber que la carta que tiene que jugar para pasar de una manera no completamente indigna a la historia no es el coronel North, sino Edvard Shevardnadze.
Por tanto, la l¨ªnea de Gorbachov paga. Y si paga tendr¨ªa que reforzar su posici¨®n en el interior de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esto se lo debemos desear, pero es dif¨ªcil afirmar que con toda seguridad ser¨¢ as¨ª. Tambi¨¦n en Mosc¨² existen los halcones, y, como en Washington, representan no s¨®lo ideolog¨ªas, sino intereses concretos. Se ha observado que en la ¨¦poca de Breznev el poder del ej¨¦rcito ha aumentado dentro del sistema sovi¨¦tico: algunos te¨®ricos occidentales, como Castoriadis, han llegado a afirmar que la Uni¨®n Sovi¨¦tica era un Estado esencialmente militar. Evidentemente, esto no es cierto: si lo fuera, un Mijail Gorbachov no habr¨ªa podido imponer un principio de desarme que disminuye el poder militar en funciones y en medios (inversiones militares). El Ej¨¦rcito sovi¨¦tico ha aceptado o sufrido una l¨ªnea que lo redimensiona, porque desplaza tambi¨¦n los equilibrios del bloque del Este a un terreno esencialmente econ¨®mico-pol¨ªtico. La mayor autonom¨ªa de Europa occidental, una vez abolida la amenaza de los cohetes de alcance medio, se transforma tambi¨¦n -se quiera o no- en una mayor autonom¨ªa para los pa¨ªses del Este. Se reabre todo el problema de las alianzas europeas. Esta transferencia del acento a la econom¨ªa y a la pol¨ªtica, respecto al ej¨¦rcito y a sus gastos militares, lleva consigo una idea de la seguridad que encuentra ciertamente adversarios en la Union Sovi¨¦tica. Cu¨¢ntos son y cu¨¢nto pesan, no estamos en condiciones de decirlo. La Prensa occidental ha destacado mucho algunas cartas contra Gorbachov que aparecieron en Pravda y en Izvestia, cartas sobre todo de viejos militantes que no ven con alegr¨ªa que se ponga en discusi¨®n un pasado dur¨ªsimo, pero que ha constituido el sentido de su vida. No es de aqu¨ª de donde viene el peligro. ?Puede venir de un hombre como Ligachev, que, mientras que Gorbachov exalta sus ¨¦xitos internacionales, escribe un art¨ªculo conservador en el plano hist¨®rico? Me parece dif¨ªcil. Un jefe no cae por el juicio que hace sobre la historia pasada, sino por sus derrotas en el presente.
Y que, en el presente, Gorbachov no haya sido derrotado indica un punto importante a su favor. Ni siquiera los halcones sovi¨¦ticos osar¨¢n decir que la destrucci¨®n de los cohetes europeos es un mal: la paz ha estado siempre, si no en sus corazones, al menos en sus bocas.
Y si ellos perder¨¢n una parte de su peso, los responsables de la econom¨ªa ver¨¢n, por su lado, con alivio pasar a su catastr¨®fico sector recursos e inversiones que estaban destinados al ej¨¦rcito. Ni la opini¨®n p¨²blica, en la medida en que puede expresarse en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, aparece favorable a las armas: falta completamente el esp¨ªritu belicista de masas.
Gorbachov trabaja y busca sus aliados en la reconstrucci¨®n econ¨®mica, en un mayor bienestar, en una disminuci¨®n de los poderes del aparato represivo del Estado: ciertamente, en este giro ser¨¢n perdedoras las m¨¢s viejas incrustaciones del poder burocr¨¢tico-militar. Pero ?no lo eran ya en la ¨¦poca de Breznev, por el estado de par¨¢lisis y corrupci¨®n al cual hab¨ªan llevado al pa¨ªs?
Frente a ellos, Gorbachov hoy es el m¨¢s fuerte, y m¨¢s cada d¨ªa que pasa, demostrando que la URSS puede vivir no como una "fortaleza asediada", sino como una potencia mundial con capacidad para poderse frenar.
Traducci¨®n:
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