Eficacia frente a la barbarie
NO ES necesaria la comprobaci¨®n de la hip¨®tesis oficial de que las bombas que estallaron ayer junto al Palacio de Justicia de Madrid las puso la ultraderecha, para hacer un an¨¢lisis de la provocaci¨®n que alborotadores de ese signo llevaron a cabo aprovechando el juicio contra el comando de ETA que lleva el nombre de la capital de Espa?a. En un paralelismo preocupante con la actitud de los propios terroristas juzgados, la acci¨®n de estos j¨®venes con alma de viejos supuso un desprecio activo y una agresi¨®n directa a la independencia de los tribunales que juzgaban a los acusados de ser responsables de horrendos cr¨ªmenes. Pero adem¨¢s, el hecho de que las manifestaciones fascistas y las explosiones se produjeran dentro del ¨¢rea cubierta por un dispositivo especial de seguridad revela la absoluta incapacidad por parte de los responsables policiales y de la delegada del Gobierno en Madrid para aplicar una pol¨ªtica de orden p¨²blico m¨ªnimamente racional -pues es preciso ahuyentar las sospechas de complicidades del aparato de seguridad con sectores violentos de la ultraderecha- El caso es que del mismo modo que fue posible colocar los petardos, habr¨ªa podido producirse una cat¨¢strofe de magnitudes imprevisibles exactamente donde y cuando todo el mundo preve¨ªa que pod¨ªa ocurrir algo de ese g¨¦nero.El suceso y el propio juicio contribuyeron a oscurecer de esta forma la importancia de la detenci¨®n en Francia de uno de los principales dirigentes de ETA, y lo significativo de la celeridad con que fue invitada la polic¨ªa espa?ola a sumarse a las pesquisas llevadas a cabo por la gendarmer¨ªa gala. La detenci¨®n de Santiago Arrospide, Santi Potros, considerado como relevante miembro del comit¨¦ ejecutivo de ETA y m¨¢ximo responsable de los comandos ilegales que efect¨²an los ataques terroristas dentro del territorio espa?ol, parece dar la raz¨®n a quienes desde hace meses ven¨ªan considerando que el Gobierno franc¨¦s a¨²n no hab¨ªa llevado hasta sus ¨²ltimas consecuencias su colaboraci¨®n en esta materia. Aunque la beligerancia contra toda actividad terrorista dentro del territorio franc¨¦s formaba parte sustancial del programa con el cual Chirac accedi¨® al Gobierno, el delicado equilibrio impuesto por la cohabitaci¨®n, las reticencias mostradas por Mitterrand hacia el procedimiento de urgencia absoluta para repatriar a los exiliados vascos -ayer mismo fue entregado el que hace el n¨²mero 92- y ciertas reacciones de influyentes sectores de la opini¨®n p¨²blica de ese pa¨ªs aconsejaron al ministro del Interior, Charles Pasqua, conservar algunas cartas en la reserva. As¨ª que la polic¨ªa francesa se ampar¨® en la clandestinidad de la direcci¨®n de ETA para excluir en la pr¨¢ctica, y de momento, a sus m¨¢s se?alados miembros de esa medida excepcional de entrega a la justicia espa?ola.
Con ello, el primer ministro Chirac lanzaba a ETA una invitaci¨®n a negociar una salida realista con el Gobierno espa?ol, dej¨¢ndola bajo la espada de Damocles de que Par¨ªs podr¨ªa pasar, en caso contrario, a un escal¨®n superior en la colaboraci¨®n con Madrid. Esta estrategia era coincidente con los planteamientos de los socialistas en la anterior Administraci¨®n, y resultaba tranquilizadora para la opini¨®n p¨²blica francesa, todav¨ªa cargada de prejuicios respecto a la democracia espa?ola.
En efecto, sectores que hab¨ªan participado durante el franquismo en movilizaciones solidarias con las primeras generaciones de ETA -juicio de Burgos, fusilamientos de septiembre de 1975- no entend¨ªan por qu¨¦ el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez no negociaba con los sucesores de aquellos combatientes antifascistas un armisticio que pusiera fin a una escalada de atentados cada vez m¨¢s inexplicables.
La respuesta criminal dada por ETA a la oferta de di¨¢logo reiterada por Gonz¨¢lez en presencia de Mitterrand ha convencido a los responsables franceses de la conveniencia de pasar a ese escal¨®n superior y proceder a la detenci¨®n de miembros de la direcci¨®n. Con la detenci¨®n de Arrospide entramos en una nueva fase en la cooperaci¨®n antiterrorista entre ambos pa¨ªses.
La apelaci¨®n al coche bomba y al asesinato indiscriminado que los terroristas parecen querer convertir en su ¨²nica manera de raciocinio merece una respuesta policial contundente. Pero la contundencia necesita eficacia, y lo que sucedi¨® ayer junto a la plaza de las Salesas no es precisamente una demostraci¨®n de la misma.
Los madrile?os tienen derecho una vez m¨¢s a preguntarse en manos de qui¨¦n reside la seguridad de su ciudad y de su pa¨ªs. Y c¨®mo es posible que en un d¨ªa tan se?alado y con un despliegue espectacular de fuerzas como el que se hizo, los fachas se dedicaran a hacer la guerra por su cuenta y a poner, ellos tambi¨¦n, su aportaci¨®n de barbarie en medio de la barbarie etarra.
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