La utop¨ªa y la quimera
El proyecto que se discute estos d¨ªas dentro del partido socialista pretende abandonar los ¨²ltimos restos de aquella conciencia ut¨®pica que conceb¨ªa el programa socialista como un modelo in¨¦dito de sociedad frente al comunismo burocr¨¢tico y al capitalismo de las multinacionales. Si volvemos la vista atr¨¢s podemos recordar los documentos del partido socialista en la segunda mitad de los a?os setenta. El partido socialista se defin¨ªa como un partido marxista, de clase, cuya aspiraci¨®n se cifraba en lograr un modelo in¨¦dito de sociedad tan alejado de la socialdemocracia, mera correctora de las desigualdades del sistema capitalista, como de lo que se denominaba la socialburocracia, que hab¨ªa erigido un sistema social antit¨¦tico con los principios democr¨¢ticos.Este proyecto de los a?os setenta recib¨ªa el nombre de socialismo autogestionario y entre sus ingredientes se encontraban el control obrero, la rep¨²blica federal de las nacionalidades y la neutralidad activa para nuestro pa¨ªs. Los textos en los que el PSOE abominaba de las multinacionales, las bases americanas, la pol¨ªtica de las grandes alianzas militares y la divisi¨®n internacional entre pa¨ªses explotadores y explotados, eran frecuentes en el per¨ªodo 1974-1977.
El 15 de junio de 1977 transforma todos estos conceptos y objetivos. El PSOE se encuentra, inesperadamente, con 118 diputados y se constituye como alternativa de poder. La derrota electoral de marzo de 1979 exige la primera gran reconversi¨®n ideol¨®gica. El PSOE abandona su car¨¢cter de partido marxista para aparecer como un partido cuya misi¨®n hist¨®rica no es la de transformar la sociedad capitalista, sino la de suplir a la burgues¨ªa espa?ola en su tarea de consolidar un Estado democr¨¢tico. El PSOE, se dir¨¢ entonces, tiene por tarea realizar la revoluci¨®n burguesa.
Sin el 23 de febrero este partido regenerador, democr¨¢tico y modernizador que comenzaba a ser el PSOE, no hubiera alcanzado los 200 diputados. Sin el 23-F y sin la promesa de abandonar la Alianza Atl¨¢ntica, la autodestrucci¨®n de UCD y la crisis del partido comunista no hubieran encontrado un beneficiario tan claro.
La permanencia en la OTAN constituye, a mi juicio, la segunda reconversi¨®n ideol¨®gica del partido socialista. La neutralidad activa, la cr¨ªtica a los dos imperialismos y la lucha contra la hegemon¨ªa de las dos. superpotencias son abandonadas y pasamos a formar parte del club de los pa¨ªses ricos y fuertes, tras la ratificaci¨®n de nuestra permanencia en un bloque militar. Pocas p¨¢ginas tan tristes como ¨¦sta en la historia centenaria del PSOE.
El debate que ahora se inicia puede posibilitar una tercera reconversi¨®n ideol¨®gica o puede posponer el ajuste de cuentas con los principios para m¨¢s adelante. La necesidad de la reconversi¨®n ideol¨®gica aparece si pensamos que el dise?o de un modelo econ¨®mico no ha sido discutido nunca, en profundidad, en un congreso del partido socialista. El a?o 1979 quedar¨¢ siempre asociado al debate acerca de la definici¨®n marxista del partido y 1984 en torno a la permanencia o salida de la OTAN. ?Ser¨¢ 1988 el momento de discutir acerca de la visi¨®n de los socialistas del capitalismo actual?
Mi impresi¨®n es que los documentos preparados por la comisi¨®n que: ha elaborado la ponencia-marco son papeles de transici¨®n. El gran debate no se va a producir ahora, sino cuando se realice el balance de la gesti¨®n de gobierno de los socialistas tiras dos legislaturas con mayor¨ªa absoluta. Los partidos socialistas europeos cuando tienen que hacer balance e imaginar c¨®mo pueden recuperar el poder (si lo han perdido) o continuar su proyecto (si han vuelto a vencer) acostumbran a realizar debates muy interesantes. Hemos visto, ¨²ltimamente, c¨®mo los alemanes hablan de una futura alianza roja y verde que hubiera parecido inconcebible a H. Schmidt a finales de los setenta y c¨®mo, por otro lado, los suecos, a pesar del asesinato de Palme, est¨¢n decididos a continuar su pol¨ªtica de neutralidad activa y su apoyo a la seguridad compartida.
?El PSOE est¨¢ m¨¢s cerca de Suecia o de Alemania? La respuesta a esa pregunta s¨®lo la tienen las urnas. Si se produce una fuerte derrota electoral (o inclusive un descenso significativo) no ser¨¢ extra?o que veamos cambios espectaculares en algunos dirigentes de la mayor¨ªa del PSOE. Si el proyecto felipista contin¨²a recibiendo el apoyo de amplias mayor¨ªas, es evidente que el discurso modernizador, europeista y vagamente filantr¨®pico continuar¨¢. El debate importante s¨®lo se producir¨¢, desde mi punto de vista, tras las pr¨®ximas elecciones.
Por el momento, las tesis presentadas parecen responder a un ¨²nico designio: se trata de que quede claro que "no vamos a cambiar de caballo a mitad del r¨ªo". O, dicho de otra manera, Boyer puede dormir tranquilo; el par¨¦ntesis racionalista (que recientemente ha descubierto dentro de la tr¨¢gica historia del PSOE) va a conformar toda la era felipista. Un d¨ªa se abandon¨® la autogesti¨®n, otro las nacionalizaciones y ahora se lanza un mensaje a los empresarios: "S¨®lo ellos son capaces de generar riqueza". Si uno, a la vista de los textos, se pregunta si estamos ante el partido de los j¨®venes empresarios o ante el partido de los pobres descubrir¨¢ que los nuevos ide¨®logos del felipismo han hallado la cuadratura del c¨ªrculo. Estamos ante el partido de los dos, porque para eso representamos a toda la naci¨®n. S¨®lo cuando los empresarios tengan beneficios podr¨¢ haber inversiones y s¨®lo entonces se generar¨¢n puestos de trabajo. Como en la guerra (Boyer dixit), los objetivos importantes s¨®lo se alcanzan al final.
Como la batalla va siendo dura, y los estudiantes est¨¢n en la calle, los obreros reconvertidos irrumpen en los m¨ªtines y no se ve el final de los combates, hay que encontrar un chivo expiatorio al que se responsabilice de esta situaci¨®n. Los culpables de la econom¨ªa sumergida, de la situaci¨®n de los parados y de la falta de perspectiva para los j¨®venes, son los sindicatos que act¨²an de una manera corporativista y no comprenden la necesidad de atender a los intereses generales. Si los sindicatos se modernizasen, comprender¨ªan que s¨®lo unas empresas competitivas capaces de penetrar en los mercados internacionales pueden garantizar un futuro a nuestro pa¨ªs.
Si al principio de esta historia los socialistas espa?oles apost¨¢bamos por el atajo socialista para el sur de Europa, frente al lento y pausado caminar de la socialdemocracia del Norte, nuestra misi¨®n hoy es demostrar a los laboristas brit¨¢nicos que estaban equivocados, que es posible compatibilizar eficacia y equidad, que no podemos seguir anclados en una estrategia defensiva de las conquistas sociales que no revise los instrumentos para crear riqueza. El felipismo sustituye as¨ª el atajo por el buen camino. Si las masas explotadas tienen paciencia, resignaci¨®n y capacidad de sacrificio, al final (como en la guerra) habr¨¢ paz, progreso y bienestar para todos. S¨®lo hay una condici¨®n: no tocar la propiedad privada y dar las mayores facilidades a los empresarios capitalistas. La utop¨ªa socialista ha sido sustituida por la quimera capitalista.
Antonio Garc¨ªa Santesmases es profesor de Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la UNED; miembro del Comit¨¦ Federal del PSOE, pertenece a la corriente de Izquierda Socialista.
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