El Senado frena el intento de Reagan de nombrar a Bork juez del Supremo
Ronald Reagan perdi¨® ayer una importante batalla de su revoluci¨®n conservadora, pero a¨²n no tira la toalla y seguir¨¢ luchando porque el ultraconservador juez Richard Bork se siente en el Tribunal Supremo. "No pienso retirar su nombre; luchar¨¦ hasta el final, y tendr¨¢n que pasar por encima de mi cad¨¢ver" afirm¨® el presidente horas antes de que el Comit¨¦ Judicial del Senado rechazara al juez Bork por nueve votos contra cinco. Se trata de una recomendaci¨®n negativa del comit¨¦ al pleno del Senado, que ser¨¢ quien finalmente decida.
A pesar de la ret¨®rica, la impresi¨®n dominante en Washington es que Reagan perder¨¢ finalmente esta batalla, que se ha convertido en la m¨¢s importante del final de su presidencia. Los sondeos muestran que una mayor¨ªa de norteamericanos se opone a la confirmaci¨®n de Bork. Reagan, que ha puesto en juego su prestigio, no tiene los votos necesarios. "La nominaci¨®n est¨¢ condenada al fracaso; ret¨ªrela, se?or presidente, evitando al Supremo y al pa¨ªs el dolor de prolongar la lucha", ha advertido el l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, Robert Byrd.El presidente anunci¨® ayer que no se rendir¨¢ hasta que vote el pleno del Senado, que ser¨¢ quien decida la suerte de este juez que ha dividido a Estados Unidos en dos campos irreconciliables. Otra posibilidad ser¨ªa que el propio Bork retirara su nombre, dejando las manos libres al presidente para designar otro juez conservador, pero aceptable por el Senado. Reagan pretende marcar al Tribunal Supremo con su ideolog¨ªa conservadora, que sobrevivir¨ªa a su muerte pol¨ªtica (reinar despu¨¦s de morir), colocando a Bork como uno de los nueve jueces vitalicios. Si lo consiguiera, dicen los detractores de Bork, peligrar¨ªan los avances en materia de derechos civiles y de las minor¨ªas, libertad de expresi¨®n e intimidad. Incluso peligrar¨ªa el derecho al aborto, declarado constitucional por una sentencia del Supremo de 1973. En todas estas cuestiones sociales, las mayor¨ªas liberales han sido siempre m¨ªnimas en las votaciones de los nueve magistrados del Supremo, y la eventual entrada de Bork podr¨ªa desequilibrar la balanza.
Programa conservador
Reagan, que ha convertido la cuesti¨®n Bork en el tema m¨¢s importante de pol¨ªtica Interior en los 15 meses que le restan de presidencia, intenta lograr una mayor¨ªa conservadora en el Supremo que lleve adelante el programa conservador que no ha sido capaz de realizar a trav¨¦s del Congreso.
Millones de d¨®lares y una movilizaci¨®n social sin precedentes en los dos bandos, sobre todo en el contrario a Bork, que ha utilizado incluso anuncios de Gregory Peck en televisi¨®n denunci¨¢ndole como un "extremista", han enmarcado la batalla por la designaci¨®n. En las ¨²ltimas horas, Reagan ha sacado del armario sus viejos fantasmas y ha acusado a los que se oponen al nombramiento de "tratar de frustar el deseo del pueblo norteamericano, que quiere jueces capaces de traer a los criminales frente a la justicia".
Bork acusa a los dem¨®cratas de ser blandos ante temas de ley y orden, y denuncia a los "grupos de intereses especiales" de una espuria alianza contra el jurista. Unos 300 grupos, desde los ecologistas a las feministas, pasando por las asociaciones de defensa de los derechos civiles, han aunado esfuerzos contra Bork.
Este brillante juez, de reconocido valor acad¨¦mico, tiene una historia de opiniones legales contrarias al aborto, al derecho a la privacidad, a la igualdad de derechos de las mujeres y a la protecci¨®n de las minor¨ªas. Se pronunci¨® contra la constitucionalidad del principio de un hombre, un voto. Para sus defensores, el Senado, que le ha interrogado en audiencias televisadas, efect¨²a una caza de brujas contra un jurista meramente conservador.
Bork defiende la teor¨ªa de la restricci¨®n judicial, que consiste en que la Constituci¨®n debe ser interpretada estrictamente, no inventando, por la v¨ªa de la revisi¨®n judicial que realiza el Supremo, derechos que los padres fundadores no explicitaron. Los tribunales est¨¢n para interpretar las leyes, no para crear legislaci¨®n nueva, insiste Bork, que denuncia que el Supremo usurpa la funci¨®n de los representantes del pueblo.
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