Cinco siglos de arte espa?ol, en Par¨ªs
Cuatro antol¨®gicas se inauguran hoy en la capital francesa
Par¨ªs empieza hoy su oto?o espa?ol. Cuatro exposiciones, que se agrupan bajo el t¨ªtulo de Cinco siglos de arte espa?ol, ser¨¢n inauguradas durante la jornada por la reina do?a Sof¨ªa y el alcalde de la ciudad, el primer ministro Jacques Chirac, mientras el Alto Consejo Cultural Hispano-Franc¨¦s terminar¨¢ sus dos jornadas de revoluciones.
A este oto?o coloreado por la pintura espa?ola desde El Grecco hasta Miquel Barcel¨®, seguir¨¢ un invierno y una primavera vestidos tambi¨¦n por el arte espa?ol: un festival y un cielo de cine, la antol¨®gica Zurbar¨¢n, una exposici¨®n de tesoros bibliogr¨¢ficos, la representacci¨®n de El p¨²blico, de Garc¨ªa Lorca, dirigida por Llu¨ªs Pasqual, y una serie de debates sobre la creaci¨®n literaria y el pensamiento actuales.Las exposici¨®n que mayor expectaci¨®n ha despertado en el p¨²blico franc¨¦s es la que se ha instalado en el Petit Palais, titulada De El Greco a Picasso. La gran pintura espa?ola nunca hab¨ªa sido presentada antes en Par¨ªs, donde la cr¨ªtica y los aniantes del arte esperaban con delectaci¨®n la posibilidad de contemplar un pedacito del Prado sin salir de casa.
Las primeras reacciones de los cr¨ªticos y expertos en arte que podido pasear por el museo, convertido en galer¨ªa espa?ola, ha sido de decepci¨®n comprensiva. Todos se hab¨ªan hecho ilusiones sobre la posibil¨ªdad de extasiarse ante las grandes piezas de El Greco, Vel¨¢zquez o Goya.
Aunque los responsables de la muestra no se han cansado de subrayar, y con raz¨®n, la importancia de las piezas expuestas, y de explicar la imposibilidad de mover los cuadros m¨¢s monumentales, existe la impresi¨®n de que esta exposici¨®n es una buena colecci¨®n de pintura espa?ola, pero no la gran antol¨®gica esperada.
Buena parte de las piezas expuestas constituyen por s¨ª solas una aut¨¦ntica noticia para los franceses. Entre muchas otras, El jard¨ªn de los Medicis, de Vel¨¢zquez, o La ¨²ltima comuni¨®n de san Jos¨¦ de Calasanz, de Goya, s¨®lo por citar dos ejemplos.
Para los espa?oles que visiten la exposici¨®n, que contar¨¢n, por cierto, con tarifa reducida en homenaje a la gratuidad del Museo del Prado, tambi¨¦n habr¨¢ noticia: la Familia del infante don Luis, cedida por una fundaci¨®n privada italiana, es una de las obras menos conocidas y de mayor importancia de la pintura de Goya, que requer¨ªa un viaje a Parma para su contemplaci¨®n. Pero no est¨¢n, en repertorio ut¨®pico y dolido de un cr¨ªtico, ni Las meninas ni Las hilanderas ni La rendici¨®n de Breda, etc¨¦tera.
Ausencias
El museo ideal de estos ensue?os franceses era el museo del Prado situado en las orillas del Sena. Pero parec¨ªa obligado, en una exposici¨®n a la que se le ha querido proporcionar un gran significado en las relaciones bilaterales, que se saldaran algunas cuentas pendientes entre Espa?a y Francia en el terreno de la pintura. Falta, sin ir m¨¢s lejos, alguna de las obras surgidas de la paleta de Goya a prop¨®sito de la invasi¨®n francesa de 1808. Una cuenta simb¨®lica queda con ello pendiente.Los ant¨®logos no se han ahorrado, en cambio, una cierta facilidad, del agrado de los franceses, al seleccionar algunas piezas que profundizan en la imagen m¨¢s estereotipada de la Espa?a barroca. Es el caso de la Monstrua vestida y la Monstrua desnuda, de Carre?o de Miranda, y de La mujer barbuda, de Ribera. Lo agradecer¨¢, sin duda, el alcalde de la ciudad, Chirac, que irrumpi¨® en una conferencia de prensa nocturna en su ¨²ltima visita a Madrid con una estent¨®rea petici¨®n de sangr¨ªa al camarero que se ofrec¨ªa a abrevarle.
Por fortuna, las otras tres muestras de pintura, ya en pleno siglo XX, no permiten concesiones al tipismo y a la espa?olada, aunque desde Par¨ªs se identifique las ¨²ltimas tendencias art¨ªsticas, movida mediante, con un cierto aire de capa torera y un punto de desmadre flamenco. El siglo de Picasso, sin embargo, es la muestra m¨¢s historicista y permite, en s¨ªntesis, decirle al p¨²blico franc¨¦s que en el siglo XX, los espa?oles pintan con igual pasi¨®n y maestr¨ªa como en el XVI, el XVII o el XVIII.
El problema que se plantea, y que la cr¨ªtica especializada de Par¨ªs ha entendido perfectamente a la primera, es que los nombres que componen lo m¨¢s granado del friso hisp¨¢nico -Picasso, Gris, Mir¨® o Dal¨ª, entre otros- se cre¨ªa aqu¨ª, en buena parte, que eran de filiaci¨®n francesa. "Para ser claros", dice el cr¨ªtico de Le Monde, "¨¦sta es una exposici¨®n que recupera los artistas que Francia, tierra de acogida, ha adoptado, si no anexionado, incluso en los principales cap¨ªtulos de su propia historia del arte".
Las otras dos exposiciones, reunidas con la anterior en el Museo de Arte Moderno de la ciudad, entran ya en la pintura reciente.
Con La nueva imaginaci¨®n, a?os 70-80 y Espa?a 87. Din¨¢micas e interrogantes se cierra un recorrido pict¨®rico que ser¨¢ pol¨¦mico e ir¨¢ iluminando desde hoy hasta el 3 de enero -para las dos antol¨®gicas hist¨®ricas- y hasta el 22 de noviembre -para el arte actual- los numerosos gui?os que la pintura espa?ola ofrece a los ojos lejanos y pr¨®ximos de los franceses.
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