?ltima tarde con 'Teresa'
La afici¨®n a las carreras de caballos en este pa¨ªs tiene algo de hero¨ªco y mucho de masoquista. Organizadas de acuerdo con una antigua legislaci¨®n franquista y administradas por una Sociedad de Fomento cuyos avatares directivos parecen sacados de una farsa y licencia valleinclanesca, los pocos intentos razonables de popularizarlas han tropezado con el boicoteo semiinconsciente de la incompetencia y la desidia. Para colmo, cebras venenosas tra¨ªdas a la buena de Dios de qui¨¦n sabe d¨®nde por qui¨¦n sabe qui¨¦n amenazan con diezmar nuestro ganado equino y nos aislan a¨²n m¨¢s h¨ªpicamente del mundo desarrollado al que, seg¨²n cuentan, casi pertenecemos.De las cebras pasemos a los asnos. Se dice que las carreras no son un deporte popular: mire usted, nadie nace ense?ado. Aparte del f¨²tbol, establecido por el franquismo como deporte nacional y derivativo inocuo de rencillas nacionalistas, fueron la televisi¨®n y Santana los que popularizaron el tenis, como han sido la televisi¨®n y Seve Balleteros los que han popularizado el golf, etc¨¦tera. Hace un par de semanas, una yegua nacida y criada en Espa?a corri¨® brillantemente una prueba cl¨¢sica francesa, el Prix Vermeille. Una carrera dura, incluyendo preparativos alrededor de seis o siete minutos, pero televisi¨®n no encontr¨® hueco para retransmitirla en directo -lo que habr¨ªa supuesto interrumpir durante esos minutos una prueba de motorismo que a¨²n habr¨ªa de durar 20 minutos m¨¢s- ni, que yo sepa, pudo incluirla en el Estudio estadio esa noche, donde se nos inform¨® de todo tipo de deportes y de todos los resultados futbol¨ªsticos imaginables, incluidos los de la Bundesliga alemana y la Liga holandesa. Admito que el f¨²tbol apasiona a m¨¢s espectadores que las carreras de caballos, pero ?es seguro que es prioritario retransmitir encuentros de liga extranjeros antes que la primera ocasi¨®n en que una yegua espa?ola compite en una cl¨¢sica europea? Como en otras ocasiones respecto a televisi¨®n, se pregunta uno qu¨¦ querr¨¢ decir exactamente eso de "servicio p¨²blico" y qui¨¦n determina lo que sirve y el p¨²blico que ha de ser servido.
Porque la cr¨ªa caballar de puras sangres es una artesan¨ªa enraizada cultural y tradicionalmente en ese fondo peculiar de este pa¨ªs al que tanto se recurre otras veces con fines m¨¢s agresivos. Porque es una industria que alimenta a muchas personas, que aprovecha los recursos naturales propios de un pa¨ªs a¨²n esencialmente agr¨ªcola como ¨¦ste y que es un negocio econ¨®micamente floreciente en Europa, Am¨¦rica y Jap¨®n, base de recursos esenciales en algunos pa¨ªses como Irlanda, etc¨¦tera. Porque puede ser una fuente de recreo est¨¦tico y de emoci¨®n apostante, no digo que mayor que otras, pero, desde luego, no inferior a las dem¨¢s y menos for¨¢neas que los incidentes de la Bundesliga.
El p asado domingo, nuestra Teresa, una yegua con nombre de m¨ªstica y de princesa, hija de Rheffisimo y de Takala, dos campeones de nuestro turf criados por grandes propietarios desaparecidos, como el conde de Villapadierna y Antonio Blasco, entrenada por Claudio Carudel, se midi¨® con los mejores purasangres de Europa en el Arco de Triunfo, la prueba de grupo primero m¨¢s ilustre de este continente y una de las m¨¢s importantes del mundo. Otra monta desafortunada, como la del Prix Vermeille -pero mucho m¨¢s injustificable-, le priv¨® de mostrar su val¨ªa: qued¨® claro, eso s¨ª, que es de la misma clase que los mejores o, como dir¨ªa Shakespeare, "del mismo tejido con el que se fabrican los sue?os". Fueron cinco minutos de una prueba en s¨ª misma bell¨ªsima, cinco minutos que en el caso de Teresa hab¨ªan sido conseguidos al precio de muchos a?os de afici¨®n y mimo, cinco minutos en los que nuestro pa¨ªs entraba en pie de igualdad en un mundo deportivo que une la m¨¢s exigente est¨¦tica con la rentabilidad econ¨®mica: pero Televisi¨®n Espa?ola no tuvo cinco minutos para una conexi¨®n en directo con Longchamp. ?Qui¨¦n estuviera en Zimbabue o cualquier otro de los numeros¨ªsimos pa¨ªses que disfrutaron de tan raro privilegio! Ahora la pregunta decisiva es s¨ª alguien ¨ªntentar¨¢ rentabilizar el prestigio de esta ocasi¨®n para intentar hacer algo serio con las carreras de caballos en Espa?a o si tendremos que seguir conform¨¢ndonos con la peste de las cebras y el c¨¢ncer de la desgana.
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