El 'sinsentido'
El sinsentido es propiamente una cosa negativa (una falta de sentido). Por sentido no entendemos lo que los sentidos pueden aceptar, sino lo que al cerebro le parece l¨®gico. Una frase tiene sentido si es una estructura l¨®gica. Destruyamos la estructura y tendremos algo sin sentido. Los elementos de una frase -las palabras- tienen sentido cuando est¨¢n relacionados con las cosas que conocemos. Apple (manzana) tiene sentido porque sabemos lo que es una manzana. Gropple (uva-manzana) no tiene sentido, dado que nadie ha visto, olido, o¨ªdo, gustado o tocado una uvamanzana. "La uvamanzana es una fruta que combina el gusto de la uva y de la manzana" es una frase que parece tener sentido, aunque preferir¨ªamos comprobar esa afirmaci¨®n encontrando una uvamanzana y comi¨¦ndonosla. "Las uvamanzanas odian a los pocklewops" [palabra inventada, sin traducci¨®n posible] tiene sentido en la medida en que es una estructura l¨®gica, pero, al tiempo que aceptamos que en esa frase hay dos nombres en plural as¨ª como un verbo, nos cuidamos de atribuir demasiado sentido a tal afirmaci¨®n. Suena como autorizada, pero a¨²n necesitamos averiguar lo que es una uvamanzana, as¨ª como lo que es un pocklewops. El sentido es la combinaci¨®n l¨®gica de cosas conocidas por alguien, cuando no por todo el mundo. "El is¨®topo de nitr¨®geno N14 tiene una vida media de 5.730 a?os" es, obviamente, una frase con sentido, pero es un sentido qu¨¦ tengo que aceptar como art¨ªculo de fe. No me atrever¨ªa a decir que es un sinsentido.?nicamente los ingleses est¨¢n orgullos de haber creado el sinsentido. Los ingleses constituyen una raza profundamente il¨®gica, son completamente distintos de los franceses. Walter Bagehot, el gran economista del siglo XIX, lleg¨® a afirmar que los ingleses son torpes, y que su torpeza constituye su salvaci¨®n. Los l¨®gicos franceses detuvieron su lucha contra los nazis en 1940; los torpes ingleses siguieron luchando. La torpeza, o la falta de l¨®gica, puede ser denominada pragmatismo. Un pueblo pragm¨¢tico aceptar¨¢ el sinsentido, esperando que la experiencia demuestre que en ¨¦l hay sentido. Un pueblo l¨®gico rechazar¨¢ el sinsentido de una vez y para siempre porque las normas del argumento cartesiano no requieren que la experiencia las ratifique. Los franceses se burlar¨ªan de una afirmaci¨®n como "el hombre es una mujer". A un ingl¨¦s pragm¨¢tico como G. K. Chesterton le resultar¨ªa m¨¢s dif¨ªcil hacerlo. De hecho, Chesterten escribi¨® en una ocasi¨®n: "El hombre es caprichoso, insatisfecho, vano. El hombre, en resumen, es una mujer". Esto tiene sentido.
El sinsentido ingl¨¦s como logro literario positivo viene de muy atr¨¢s en el tiempo. Hay algo en el idioma ingl¨¦s que incita el vivo deseo de lo sinsentido. Es un idioma rico, confuso, frondoso y agradable al o¨ªdo como m¨²sica pura. Buena parte de la obra de Shakespeare suena como algo sin sentido, y est¨¢ pensada as¨ª, aunque -por deferencia a los l¨®gicos que haya entre su audiencia- tiene generalmente un fondo de sentido. Lo que sigue no es de Shakespeare, sino de un autor an¨®nimo contempor¨¢neo suyo:
"Admito que los arcos iris, al estar adormecidos, resoplan como un cuchillo de madera en los ojos, de una dama, que hace un gran esfuerzo para ver el deslizamiento de un bud¨ªn; porque los budines que se deslizan s¨®lo agradan a los sabios".
El t¨¦rmino franc¨¦s para las cosas sin sentido es superrealista, y los lectores impresionados por el firme ritmo y la impecable gram¨¢tica de estas l¨ªneas pueden declararlas como precursoras de algo de lo realizado por alguno de los dada¨ªstas. Pero constituyen un buen sinsentido brit¨¢nico. Lo mismo ocurre con lo que va a continuaci¨®n, escrito alrededor de 1750 por Samuel Foote:
"De manera que ella se fue al jard¨ªn a cortar una hoja de col, para hacer un pastel de manzana; y al mismo tiempo una osa, que sub¨ªa por la calle, meti¨® la cabeza en la tienda. '?Qu¨¦ pasa? ?No hay jab¨®n?'. Entonces ¨¦l se muri¨® y ella, de forma muy imprudente, se cas¨® con el barbero, y estuvieron presentes los picnnin¨ªes, y los joblill¨ªes, y los garyalies, y el propio gran Panjandrum, con el botoncillo redondo en todo lo alto, y a todos ellos les toc¨® jugar a la lucha libre, hasta que la p¨®lvora del ca?¨®n les llegaba a los talones de sus botas".
En el siglo XVIII exist¨ªa siempre el peligro de que cualquiera que dijese o escribiese cosas sin sentido fuera declarado loco. Samuel Foote no estaba loco, pero era un actor m¨¢s interesado en el sonido que en el significado. Christopher Smart estaba loco, ciertamente, pero era muy religioso, y su inmensa A song to David (Un canto a David), escrita cuando se hallaba confinado en un manicomio, pone en relaci¨®n el sinsentdo de la locura con el ¨¦xtasis religioso. Mejor ser¨ªa tener mucho cuidado al condenar como algo sin sentido los delirios de un fan¨¢tico embriagado de Dios. Pero al final del siglo lleg¨® William Blake, cuya aparente falta de sentido estalla a menudo en un sentido devastador. Tomemos una l¨ªnea de uno de sus interminables poemas ¨¦picos: "Vete a Scofild: preg¨²ntale si es Bath o Canterbury". Esto tiene sentido si desciframos el muy personal simbolismo de Blake (aunque el simbolismo muy personal suele no admitir el mundo real, y ganarse la acusaci¨®n de locura). Scofield era el nombre de un soldado que hab¨ªa insultado a Blake, y este nombre, rumiado durante largo tiempo, se convirti¨® en un emblema del mal. Bath, o Aquae Sulis, es el lugar donde los romanos establecieron un asentamiento brit¨¢nico. Canterbury, donde muri¨® el m¨¢rtir Thomas, es el centro de la cristiandad brit¨¢nica reformada. Del modo que la l¨ªnea significa: "Vete a mi malvado enemigo y averigua si ya ha renunciado a sus ambiciones militares, b¨¢rbaras y paganas, y ha considerado seguir la dulce fe de Jesucristo". En este caso no es algo sin sentido, ni tampoco la locura, pero podemos ser perdonados si pensamos que se trata de ambas cosas.
El siglo XIX, la gran era de la invenci¨®n material y del progreso industrial, fue tambi¨¦n la ¨¦poca de Edward Lear -que no estaba loco, aunque era sifil¨ªtico-, autoproclamado proveedor del puro sinsentido (si bien, y de forma inevitable, los simbolistas y los superrealistas han tratado de sacarle sentido a sus extra?os poemas). Escribi¨® una carta a un amigo, carta que terminaba as¨ª: "Okul scratchabiblebongibo, viddle squibble tog-a-tog, ferry-moyassity amski ramski damski crocklefether squiggs", firm¨¢ndola: "Flinkywisty pomm - Slushypipp". Esta clase de sinsentido, en la que no existe la menor esperanza de sacar un sentido, al menos que ¨¦ste sea el de establecer un puro contacto sin significado alguno, puede haber sido la respuesta de Lear al peligroso mundo mec¨¢nico que le rodeaba, al que no entend¨ªa y s¨ª tem¨ªa. Desde el sentido victoriano, Lear lleg¨® a refugiarse en un mundo de leyes autistas del que, naturalmente, era el ¨²nico ciudadano, el ¨²nico rey Lear-gobernante con un gato llamado Old Foss como buf¨®n de corte,
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El 'sinsentido'
Viene de la p¨¢gina anteriorpero sin ninguna hija desenfrenada. Las hijas, y en este aspecto las hermanas o una esposa, hubieran dicho, con la insolencia aprendida de la vieja reina: "?Tonter¨ªas! ?Bobadas!". Lear se hubiera acobardado. Estaba m¨¢s seguro solo, so?ando con runcible spoons y runcible hats*. S¨®lo Dios sabe lo que significa runcible. Si tanto una spoon como un hat pueden ser runcible, la runcibility es una propiedad extra?a. Sobre ella sobrenada una cualidad de pesadilla. Y esto nos lleva a los sue?os.
A Lewis Carrol, que era el matem¨¢tico de Oxford Charles Lufwidge Dodgson, le gustaba el sinsentido tanto como a Lear, pero tuvo que encerrarlo en sue?os. Encontr¨® un so?ador novelesco para sus sue?os en la peque?a Alice Liddell, quien, en los dos libros de Alice, se convirti¨® en una muy insolente se?orita victoriana de las de "?Bobadas!", que no soportar¨ªa ning¨²n sinsentido. Pero, cuando sue?a, va a tener mucho. El problema con el sinsentido, en sue?os es que no es un sinsentido puro. El cerebro humano es demasiado sensible para gastar su tiempo en generar lo que biol¨®gicamente no es ¨²til. Los sue?os tienen que tener significado, y los analistas freudianos han sacado r¨¢pidamente conclusiones de la interminable ca¨ªda en la madriguera del conejo y de las cosas que suceden en Wonderland. Alicia a trav¨¦s del espejo tiene la estructura l¨®gica de una partida de ajedrez. "?En qu¨¦ se parece un cuervo a un escritorio?" no es algo sin sentido como parece. Existe, creo yo, una respuesta. Los cuervos son negros, y en un escritorio se derrama tinta negra; en la tinta se puede mojar una pluma de cuervo. Y cuando Humpty Dumpty comienza a explicar el poema Jabberwocky, que parece como un terrible sinsentido, est¨¢ explicando realmente, de forma muy razonable, el sue?o en que se encuentra. Las palabras sin sentido se transformar¨¢n en maletas en las que pueden colocarse m¨²ltiples significados. Los sue?os funcionan combinando im¨¢genes o experiencias dispares, y las palabras-sue?o funcionan significando m¨¢s de una cosa. Si algo gimbles (barrena), perfora como un taladro o como un sacacorchos; al mismo tiempo gambols (brinca) (y posiblemente tambi¨¦n gambles -juega-). La t¨¦cnica de la palabra-sue?o la tom¨® prestada James Joyce de Lewis Carrol (aunque, leal a la tradici¨®n del sinsentido, Joyce nunca ley¨® a ¨¦ste) y la puso al servicio de los fines de la literatura de vanguardia. Estoy pensando, por supuesto, en Finnegans Wake.
Este gran libro registra un sue?o en un lenguaje que podemos denominar on¨ªrico-glota. Sus primeros cr¨ªticos s¨®lo vieron sinsentido; algunos de ellos fueron tan despiadados como para sugerir que la locura de la hija de Joyce (Lucia Joyce era genuinamente esquizofr¨¦nica) la hab¨ªa heredado ¨¦sta de su padre. Pero Finnegans Wake es simplemente un desarrollo del procedimiento de Jabberwocky. Una palabra como cropse combina dos opuestos: el cad¨¢ver que recibe sepultura en la tierra, los frutos que aqu¨¦l nutre en su descomposici¨®n. ?sta no es la forma en que funciona el lenguaje consciente, pero servir¨¢ muy bien para los sue?os. Este lenguaje de los sue?os puede incluso tener un agudo sentido que elude el cerebro completamente despierto. Finnegans Wake convierte el crep¨²sculo celta (Celtic Twilight) en aseo c¨²ltico (cultic toilette), lo cual es una cr¨ªtica admirable. La abnihilizaci¨®n de los ¨¦timos consiste tanto en la destrucci¨®n de la palabra por una explosi¨®n nuclear como en la recreaci¨®n del significado (¨¦timo) salido de la nada (ab nihilo). Esto no es ni locura ni verdadero sinsentido. El cerebro durmiente del narrador de Finnegans Wake sabe lo que est¨¢ haciendo.
Los superrealistas, que son los herederos del sinsentido del siglo XIX, tambi¨¦n sab¨ªan lo que hac¨ªan. Estaban poniendo l¨®gico al acto de dormir y permitiendo que el cerebro liberado construyera estructuras salidas de la libre asociaci¨®n. Pero ?hasta qu¨¦ punto puede ser libre la asociaci¨®n? D¨¦jenme todav¨ªa todas mis inhibiciones cartesianas y perm¨ªtase que mi mente produzca una estructura intencionadamente divorciada del sentido. Hela aqu¨ª: "Perspex vulture cognac keyboard gamboge inimitable werewolf inhabit". Sin sentido, s¨ª, pero hay algo en lo m¨¢s profundo de mi cerebro inconsciente que no permitir¨¢ que carezca totalmente de significado. Me siento tentado a ordenar a los elementos en algo como "The keyboard emits a sound which both suggests the colour gamboge and imitates de roar of a werewolf (thought to be inimitable); a vultura inhabits the perspex inside of the instrument, which is thought to be full of cognac" ("El teclado emite un sonido que sugiere el color de la gutagamba e imita el rugido de un hombre lobo -aunque sea inimitable-; el buitre vive en el plexigl¨¢s del interior del instrumento, del que se piensa que est¨¢ lleno de co?¨¢"). Esta es una imagen improbable, pero es m¨¢s o menos una imagen posible. Creo que es todo, menos f¨¢cil, producir un genuino sinsentido.
En realidad, la tradici¨®n brit¨¢nica del sinsentido, lo mismo que la superrealista que la sucedi¨®, es s¨®lo una forma curiosa de tener sentido. No es el sentido franc¨¦s, la l¨®gica cartesiana, pero es una juguetona y pragm¨¢tica manera de interpretar el universo. No todo el mundo puede entender el sentido del universo. Esto nos lleva a las doctrinas existenciales del absurdo, el cual es un invento franc¨¦s. Todos, cartesianos y pragm¨¢ticos, estamos atrapados, del mismo modo, en una situaci¨®n creada por Dios o por el demonio, o por Godevil o por el se?or Livedog, lo cual estimula la respuesta del sentido fabricado o del no sentido fabricado. Ninguno de los dos nos dar¨¢ una respuesta definitiva. Llego a la conclusi¨®n de que existe tanto sentido en el sinsentido como sinsentido en el sentido.
* Nota de la traductora: El t¨¦rmino runcible fue acu?ado por Edward Lear en un poema sin sentido (1871).
Traducci¨®n: M. C. Ruiz de Elvira.
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