Chapuza en Sevilla
EL CAMPEONATO Mundial de ajedrez que se ha iniciado en Sevilla arroja grandes sombras sobre la capacidad organizativa de la ciudad que ha asumido la responsabilidad de organizar la exposici¨®n universal que conmemora la efem¨¦rides del V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica. Los primeros pasos dados en la puesta a punto del escenario de tan importante duelo no han podido ser m¨¢s decepcionantes. A unos preparativos tard¨ªos del lugar escogido, para la competici¨®n, en los que ha planeado el vicioso h¨¢bito nacional de la improvisaci¨®n, ha sucedido una ceremonia inaugural pobre y desangelada. Cualquier cosa que pase en lo que queda de campeonato ya estar¨¢ ensombrecida por este rasgo de mezquindad que ha rodeado un acontecimiento en el que dos colosos prosiguen un duelo hist¨®rico que dura ya tres a?os.La designaci¨®n de Sevilla como sede de este campeonato representaba para la ciudad una excelente oportunidad de potenciar su imagen a nivel mundial con vistas al gran desaf¨ªo de la exposici¨®n universal de 1992. Sin embargo, los responsables p¨²blicos han desaprovechado la ocasi¨®n que se les ofrec¨ªa, vendiendo imprevisi¨®n e improvisaci¨®n en vez de organizaci¨®n y eficacia. El presidente del comit¨¦ organizador del campeonato y concejal de deportes del Ayuntamiento sevillano, Pedro Rodr¨ªguez de la Borbolla, ha justificado el retraso de la puesta a punto del escenario de la competici¨®n echando mano del cl¨¢sico pretexto de la paralizaci¨®n veraniega de este pa¨ªs. Es un argumento parad¨®jico muy digno del oto?o y, en todo caso, resulta una ins¨®lita excusa que echa por tierra el sentido de la responsabilidad que debe exigirse de todo administrador p¨²blico. Porque ninguna raz¨®n puede ser v¨¢lida para dar por bueno que los participantes en un campeonato mundial tengan que pasearse hasta las mismas v¨ªsperas del inicio de la competici¨®n entre ladrillos y montones de arena y que los propios contendientes tengan que enfrentarse en un escenario improvisado, como si la celebraci¨®n del campeonato se hubiera previsto en las ¨²ltimas horas.
Sevilla -su Ayuntamiento- ha comprometido 500 millones del erario p¨²blico en la organizaci¨®n de un acontecimiento, de la m¨¢xima importancia a cambio de difundir la marca de la ciudad. Lo que ha conseguido es vender la impresi¨®n de que aqu¨ª las cosas se hacen atropelladamente, tarde y mal.
Enderezar la situaci¨®n ca¨®tica con la que se ha iniciado el campeonato de ajedrez no va a ser cosa f¨¢cil. El esperpento ha estado servido en la propia sesi¨®n inaugural, cuando fue confundido el himno de Rusia, una de las rep¨²blicas sovi¨¦ticas, con el himno de la propia URSS, y el vicepresidente del Gobierno espa?ol fue por unos segundos el mismo presidente.
Despu¨¦s de tan desgraciados proleg¨®menos, el ¨¦xito del campeonato queda en manos del campe¨®n y del aspirante, quienes han llevado con calma y humor su encuentro con esta manifestaci¨®n de la chapuza nacional. En los dos meses y medio que puede durar el gran pulso ajedrec¨ªstico, Sevilla tiene todav¨ªa tiempo de recuperar para s¨ª el aire de una ciudad moderna, capaz de salir con ¨¦xito de un reto tan decisivo como la organizaci¨®n de la exposici¨®n universal de 1992. Si el campeonato de ajedrez fuera un banco de pruebas, la capital hispalense ya empezar¨ªa a ofrecer dudas sobre su capacidad para enfrentarse a tan extraordinario acontecimiento.
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