Espa?a mereci¨® mas goles frente a Austria
Espa?a gan¨® bien a Austria, para lo que cont¨® con su buen juego, su sacrificio y, una vez m¨¢s, el apoyo incondicional del p¨²blico sevillano. El partido fue vistoso y trepidante y, aunque tardaron en llegar los goles, el equipo espa?ol lo resolvi¨® con relativa comodidad. La diferencia obtenida no es amplia y obliga a confiar en que los rumanos no sean capaces de ganar en Viena. Golear era dif¨ªcil, pero conveniente. Espa?a mereci¨® m¨¢s goles.Austria hab¨ªa anunciado en v¨ªsperas del partido que llegaba a Sevilla con la intenci¨®n de luchar por la clasificaci¨®n en el grupo. Sobre el campo, confirm¨® que no es un equipo que se considere desahuciado, sino ambicioso, capaz de jugar por todo el terreno, de no encerrarse y de plantar c ira al que fuera. Y el que fuera fue anoche la selecci¨®n espa?ola. Una buena selecci¨®n.
Porque Espa?a sali¨® jugando muy bien. Se plant¨® bien en el campo, jug¨® con nervio y se mostr¨® como una selecci¨®n equilibrada, capaz de anticiparse en todas las zonas del campo, de robar el bal¨®n y de jugarlo muy r¨¢pidamente. Chendo, Sanchis y Julio Alberto, marcadores respectivos de Willfurth, Polster y Ogris, se anticipaban siempre a sus rivales, no les dejaban controlar el bal¨®n y cortaban de ra¨ªz los intentos ofensivos de Austria. En la media, Michel y Gordillo eran activos por sus alas, sobre todo el segundo; Se?or escog¨ªa bien entre el pase largo y la pausa y V¨ªctor desplegaba todo su vigor f¨ªsico, esta vez adornado por maneras elegantes en algunos regates. Sin duda, el n¨²mero 10, siempre reservado a jugadores exquisitos, le sent¨® bien al sacrificado medio barcelonista, a quien le fue confiado ayer. Arriba, Butrague?o y Carrasco mostraban detalles de talento, ello a pesar de que el segundo pareci¨® acusar una contractura desde el minuto 20, lo que hizo temer por su sustituci¨®n, hasta el punto de que Bakero estuvo correteando por la banda durante algunos minutos de la primera parte.
Y, junto a todo eso, el jugador n¨²mero doce. El p¨²blico sevillano estuvo tan volcado con la selecci¨®n como siempre o m¨¢s que nunca. Casi exageradamente. Miles de banderas y un esp¨ªritu ardoroso aceleraron quiz¨¢ en exceso al equipo espa?ol, que, adem¨¢s, ten¨ªa un motivo extra para acelerarse, el campo, que recibi¨® un tratamiento especial para superar sus irregularidades. Se le pas¨® el rodillo. El c¨¦sped existente en las zonas en que lo hab¨ªa se dej¨® cort¨ªsimo y, adem¨¢s, fue bastante regado. Quedaba as¨ª muy apto para el juego r¨¢pido.
Y, entre el p¨²blico euf¨®rico, el campo r¨¢pido y sus propias ganas, Espa?a jug¨® con mucha aceleraci¨®n. Cre¨® situaciones de gol, puede decirse que una cada cinco minutos, pero un exceso de velocidad en la fase terminal de las jugadas y cierta mala suerte en el remate le impidieron marcar antes del descanso. Parec¨ªa existir, adem¨¢s, la consigna de terminar las jugadas con centros al primer palo, donde se gana el remate por velocidad, y no al segundo, para lo que la estatura de la defensa rival supon¨ªa un problema. Ello contribuy¨® a dar emoci¨®n y espectacularidad, pero, al tiempo, a hacer m¨¢s atropelladas las situaciones de gol.
Todo se resolvi¨® en pocos minutos del segundo tiempo. Curiosamente., Espa?a sali¨® un poco m¨¢s lenta tras el descanso y quiz¨¢ por ello atin¨® m¨¢s. El caso es que, cuando el p¨²blico sevillano empezaba a preocuparse, Butrague?o corri¨® tras un pase al claro y la jugada acab¨® en penalti. Michel, con repetici¨®n, lo transform¨®. No mucho despu¨¦s, un r¨¢pido contraataque llevado por Gordillo, con cambio de juego hacia Michel, acab¨® en c¨®rner, y ¨¦ste, en cabezazo de Sanchis. Y, seguidamente, un penalti m¨¢s, que Se?or lanz¨® bien, pero Lindenberger lo salv¨®. Todo ello, en poco m¨¢s de 10 minutos.
Despu¨¦s sali¨® Bakero, que lo hizo bien, y apret¨® Espa?a, pero no hubo m¨¢s goles. Una l¨¢stima porque, por su juego, Espa?a merec¨ªa m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.