El Real Madrid gano con el ¨²ltimo aliento
El Madrid se estrell¨® en un abarrotado Luis Casanova ante la muralla del Oporto y tuvo que echar el resto para ganar el partido. El actual campe¨®n de Europa demostr¨® su oficio y le cre¨® graves problemas de funcionamiento al Madrid. S¨®lo un enorme apret¨®n final le permiti¨® al equipo espa?ol dar la vuelta al marcador. Mientras intent¨® jugar al f¨²tbol, fracas¨®. Cuando apel¨® a su viejo esp¨ªritu de lucha, marc¨® sus dos goles. Santillana jug¨® la fase final del partido, la decisiva, y por su cabeza pas¨® el primero de los tantos.El Oporto le plante¨® verdaderos problemas al Madrid. Sali¨® a proteger su puerta con dos l¨ªneas defensivas superpuestas de cuatro hombres. Rui Barros, peque?o, h¨¢bil y agresivo, estaba en la media punta, vigilado por Solana, y arriba quedaba solo Madjer, sobre quien se colocaba Sanchis. El argelino es jugador de suficiente calidad como para constituir una amenaza, aunque quede como ¨²nico delantero.
El Madrid empez¨® muy confuso. En vez de tocar en el medio campo para provocar la salida del Oporto, se empe?¨® en ir una y otra vez hacia arriba a chocar contra la doble barrera defensiva. Chendo estuvo durante mucho tiempo libre de marcaje y por su lado ten¨ªa el Madrid una subida clara, pero no siempre la aprovech¨®. Adem¨¢s, Michel se qued¨® demasiado pegado a esa banda y Mart¨ªn V¨¢zquez fue a reunirse demasiadas veces con ellos, de modo que entre los tres formaban un tap¨®n del que no pod¨ªa salir nada bueno. En la otra banda, Gordillo se quedaba solo. Y en medio de todo estaba Jankovic, a quien quiz¨¢ falten condiciones para forzar o cambiar el ritmo del equipo en situaciones como las de anoche. La ausencia de Gallego, cuyo papel es decisivo en este tipo de encuentros, tuvo un enorme peso.
S¨®lo cuando Sanchis y Solana consiguieron desarmar a Madjer y Rui Barros, el Oporto perdi¨® la sensaci¨®n de peligro. Michel se movi¨® algo mejor, Mart¨ªn V¨¢zquez dej¨® de topar con ¨¦l y el tap¨®n de la banda derecha se deshizo. En la izquierda, Butrague?o fue a encontrarse con Gordillo y entre los dos consiguieron alguna penetraci¨®n. El equipo se creci¨® y el p¨²blico, entregad¨ªsimo, vibr¨® con ¨¦l, pero su juego no era lo bastante convincente como para desmontar la bien formada defensa del Oporto, que se agrupaba con orden en torno al colosal Gerald?o. Faltaba la trepidaci¨®n de otras noches europeas, la capacidad para avasallar.
Para complicar m¨¢s las cosas, el Madrid sali¨® en el segundo tiempo sin tensi¨®n defensiva en los marcajes y Madjer no perdon¨® esa debilidad. Beenhakker dio entrada a Llorente, en sacrifico de Mart¨ªn V¨¢zquez, pero los problemas no se resolvieron.
El cambio decisivo fue el segundo. Beenhakker retir¨® a Solana, muy buen marcador de Rui Barros, y recurri¨® a Santillana. El Madrid asum¨ªa los mayores riesgos atr¨¢s, porque la defensa quedaba a¨²n m¨¢s despoblada, pero desempolvaba con Santillana lo mejor de su historia y se dispon¨ªa, por fin, a forzar el ritmo del partido. Santillana, arriba, era el que recordaba la consigna, pero la fuerza ven¨ªa desde atr¨¢s, en las cargas de Sanchis, Tendillo o Chendo, casi siempre bien prolongadas por Llorente.
Dej¨® de tener importancia que Hugo estuviera perdido en el ¨¢rea o que Michel anduviera desatinado y, como Jankovic, falto de coraje. El resto del equipo apost¨® por el mal¨®n. Todos, a. correr; todos, a entrar duro; todos, a volver desesperadamente cuando el Oporto contraatacaba, alguna vez incluso con tres hombres contra dos. Todos, a asumir el riesgo de que el 0-2 llegara antes que el 1-1.
Pero el Madrid tuvo suerte y lleg¨® el 1-1, que pas¨®, como tant¨ªsimos goles europeos del Madrid, por la cabeza de Santillana. Sigui¨® la carga ciega y en el ¨²ltimo minuto Sanchis, que hab¨ªa robado 30 balones al Oporto, consigui¨® con el ¨²ltimo, aliento cabecear el gol de la victoria.
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