Una buena selecci¨®n del cine de nuestros d¨ªas en el programa de la Seminci
ENVIADO ESPECIAL Con alg¨²n retraso sobre el horario previsto, a causa de dificultades de ¨²ltima hora para la llegada a Valladolid de la copia de la pel¨ªcula inaugural -la espa?ola Moros y cristianos, de Luis Gaic¨ªa Berlanga-, comenz¨® en la noche del viernes la 32? edici¨®n de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que este a?o ofrece una atractiva y cuidada muestra de lo m¨¢s interesante de la producci¨®n cinematogr¨¢fica mundial. La secci¨®n oficial promete exhibir algunos filmes muy significativos e indicativos de la orientaci¨®n, o desorientaci¨®n, del cine de hoy.
Las secciones paralelas ahondan en la obra de cineastas como Louis Malle -cuyo ¨²ltimo filme, Au revoir les enfants, ha sido incluida en la secci¨®n oficial, aunque fuera de concurso-, en aspectos del cine y en acontecimientos cinematogr¨¢ficos con plena vigencia. Criterios muy claros y rigurosos gu¨ªan esta buena muestra de un arte que, como le ocurre al cine, se encuentra en situaci¨®n confusa y en evidente crisis de inventiva.Las tres primeras pel¨ªculas de la secci¨®n oficial a concurso fueron la neozelandesa Starlight Hotel, la norteamericana Querido detective y la argentina Sof¨ªa, obras con tono y estilo muy diferentes entre s¨ª. Tienen, de todas formas, el denominador com¨²n de que cuentan historias en las que se entretejen h¨¢bilmente y con inter¨¦s situaciones, aparentemente poco conciliables, de persecuci¨®n, de violencia y de amor, que sobre todo en la pel¨ªcula estadounidense alcanzan una notable gracia y finura en la dif¨ªcil combinaci¨®n.
La pel¨ªcula neozelandesa, dirigida por el norteamericano Sam Pilsbury, es la m¨¢s convencional de las tres citadas, la que m¨¢s se ajusta a los patrones tradicionales, pero no obstante resulta atractiva y se ve bastante bien.
Estirpe antigua
La argentina Sof¨ªa, dirigida por Alejandro-Doria, ofrece, dentro de un dur¨ªsimo asunto de persecuci¨®n pol¨ªtica en medio de la locura asesina del Buenos Aires de 1978, un melodrama de estirpe antigua -la iniciaci¨®n sexual de un adolescente por una mujer madura- resuelto m¨¢s con palabras que con acciones, lo que disminuye, sobre todo en las escenas finales, la buena calidad del comienzo.La m¨¢s lograda de las tres pel¨ªculas inaugurales fue la norteamericana Querido detective, dirigida por Jim McBride. Dos son los elementos que deciden su superioridad: por un lado, su energ¨ªa como obra de acci¨®n y, en concreto, de acci¨®n muy violenta; y, por otro, el notabil¨ªsimo contrapunto l¨ªrico que, junto a la intriga policiaca, componen sus dos int¨¦rpretes principales, Dennis Quaid y Ellen Barkin. De ambos hay que destacar sobre todo a esta ¨²ltima, una actriz desconocida en nuestras pantallas, que se revela como un rostro de rara y poderosa fotogen¨ªa, con gran distinci¨®n, que se interrelaciona y acopla sin esfuerzo con el de su oponente, lo que genera un choque entre actor y actriz en el que se percibe una corriente de electricidad sensual que nos recuerda a algunos eminentes d¨²os del mejor cine norteamericano cl¨¢sico.
La sesi¨®n inaugural, fuera de concurso, exhibi¨® en primicia la ¨²ltima pel¨ªcula de Luis Garc¨ªa Berlanga, Moros y cristianos, cuyo inminente estreno comercial nos exime ahora de entrar en un an¨¢lisis detallado del porqu¨¦ de sus alcances y, sobre todo, de sus muchas limitaciones.
Cors¨¦ de ¨®xido
Baste con adelantar que son estas limitaciones las que predominan en un filme que, pese a estar concebido a la manera de los grandes de este gran cineasta, a la postre se queda entre los m¨¢s peque?os.Esto es debido al estancamiento del gui¨®n hacia la mitad del metraje y del agarrotamiento casi generalizado de los actores, que en lugar de la habitual libertad con que los int¨¦rpretes se desenvuelven en el cine de Berlanga, aqu¨ª se mueven con muy escasa gracia y soltura.
Da la impresi¨®n de que son v¨ªctimas, bien de falta de convicci¨®n, o bien de un cors¨¦ que introduce ¨®xido en la proverbial agilidad de los inimitables planos corales del cine de Berlanga.
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