El 'compromiso hist¨®rico' espa?ol
El acuerdo con los partidos pol¨ªticos abri¨® el consenso sobre el modelo de sociedad tras la dictadura
JOAQU?N ESTEFAN?A El 25 de octubre de 1977, es decir, hace justo hoy 10 a?os, se firmaron los Pactos de la Moncloa. Con ellos se iniciaba un largo proceso de concertaci¨®n que ha servido para apuntalar un modelo de sociedad tras 40 a?os de dictadura. Los acuerdos de la Moncloa significaron la primac¨ªa de lo pol¨ªtico sobre lo social y fueron el primer paso para acabar con algunos de los desequilibrios econ¨®micos que amenazaban con estrangular el pa¨ªs. La alt¨ªsima inflaci¨®n, el d¨¦ficit exterior, el paro, etc¨¦tera, pod¨ªan haber llevado al colapso, con grav¨ªsimas consecuencias pol¨ªticas.
En la toma de posesi¨®n de Sanguinetti, presidente uruguayo, coincidieron Felipe Gonz¨¢lez y Ra¨²l Alfons¨ªn. En un momento de la ceremonia se pod¨ªa contemplar a los dos mandatarios bisbiseando; el argentino comentaba al espa?ol que ten¨ªa controlado el problema militar y que la emergencia n¨²mero uno era la situaci¨®n econ¨®mica. "No te preocupes", dijo bromeando Gonz¨¢lez, "si hace falta te env¨ªo una semana a Boyer". Sin embargo, Alfons¨ªn, como Jos¨¦ Sarney (Brasil) u otros primeros ministros latinoamericanos no han puesto sus ojos en el ajuste de la econom¨ªa espa?ola que iniciaron los socialistas, sino en el primer intento de rigor de la transici¨®n: los Pactos de la Moncloa.Los Pactos se han convertido, 10 a?os despu¨¦s de su firma, en la insignia del paso de una dictadura a una democracia sin convulsiones sociales violentas. Por ello, en m¨¢s de una ocasi¨®n algunos de sus protagonistas han cruzado el charco para explicar sus contenidos y las f¨®rmulas del consenso a unas sociedades que tambi¨¦n comparten en lo esencial la misma transici¨®n que en Espa?a. Casi sin excepciones, las fuerzas pol¨ªticas que los firmaron y aun algunos protagonistas que nacieron a la vida p¨²blica despu¨¦s, reconocen que los Pactos de la Moncloa han sido el gran compromiso hist¨®rico espa?ol, que permiti¨® la elaboraci¨®n y desarrollo de la Constituci¨®n, como norma fundamental por la que se rige la sociedad.
En el a?o 1978, poco despu¨¦s de la firma de los acuerdos, visitaba Madrid el ex primer ministro brit¨¢nico, Harold Wilson. El laborista hizo unas declaraciones alabando el consenso conseguido por los partidos pol¨ªticos espa?oles: "En cierto sentido", dijo Wilson, "Espa?a va m¨¢s adelante que nosotros. El Gobierno ha alcanzado un pacto pol¨ªtico y econ¨®mico que puede ayudar a su desarrollo. En el pacto han intervenido los partidos pol¨ªticos. En el contrato social que nosotros mantenemos con los sindicatos no ha sido posible incorporar a los partidos, porque en este plano los conservadores propon¨ªan que toda normativa de control salarial, por ejemplo, se dispusiera algo por ley, algo en lo que nosotros no pod¨ªamos estar de acuerdo".
El contrato social
Wilson desarroll¨® la idea del pacto social: "El contrato social que rige en Gran Breta?a entre los sindicatos y el Gobierno laborista no es una experiencia nueva. Ya hubo formas de acuerdo de esta clase cuando yo llegu¨¦ al Gabinete ministerial y se produjeron desde que el laborismo comenz¨® a gobernar el pa¨ªs, en los a?os cuarenta. Cuando se consolid¨® un compromiso formal m¨¢s creativo fue en 1974, a ra¨ªz de la huelga de mineros, una de cuyas consecuencias fue la ca¨ªda estrepitosa del Gobierno de Edward Heath. Yo tuve que hacerme cargo de los efectos de aquella huelga. Nuestro acuerdo salarial con los mineros y con las restantes fuerzas laborales brit¨¢nicas ayud¨® a estabilizar la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs".
Lo que Wilson hab¨ªa calificado como un avance, la firma de los acuerdos por parte de los partidos pol¨ªticos y no por los agentes sociales cl¨¢sicos en las sociedades democr¨¢ticas (patronales y sindicatos), fue m¨¢s bien una necesidad hist¨®rica en Espa?a. Dichos agentes, o no exist¨ªan, o no ten¨ªan ninguna representatividad, o estaban reci¨¦n salidos de la clandestinidad. La Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales (CEOE), creada el d¨ªa de San Pedro y San Pablo de 1977 (29 de junio) -es decir, apenas cuatro meses antes de la firma de los pactos- no ten¨ªa bases patronales; generada por la fusi¨®n de otras tres c¨²pulas existentes, aprovech¨® precisamente la firma de los acuerdos para atacar sus contenidos y as¨ª, agitando el mundo empresarial, comenzar a hacer las primeras afiliaciones.
Amalgama de siglas
El mundo sindical era una amalgama de siglas pugnando por la hegemon¨ªa. Reci¨¦n salidas de las catacumbas, las centrales de clase acababan de celebrar las primeras elecciones sindicales de la transici¨®n, cuyos resultados sir
El 'compromiso hist¨®rico' espa?ol
vieron ya de pauta de lo que se consolidar¨¢ posteriormente: dos sindicatos de corta afiliaci¨®n, pero muy representativos (Comisiones Obreras y Uni¨®n General de Trabajadores) y cuatro o cinco siglas compitiendo por un tercer puesto (USO, CSUT, SU, etc¨¦tera).As¨ª pues, fueron los partidos pol¨ªticos quienes tuvieron que firmar el primer gran acuerdo de la transici¨®n, a la espera de que le regenerase el riqu¨ªsimo tejido social espa?ol aniquilado tras la guerra civil. Para ello, los l¨ªderes de las principales formaciones parlamentarias tuvieron que ser conscientes de la grav¨ªsima situaci¨®n econ¨®mica, que amenazaba con estrangular el proceso pol¨ªtico de normalizaci¨®n democr¨¢tica, en curso. A principios del mes de octubre de 1977, el presidente Suarez, rodeado de sus dos vicepresidentes, Fernando Abril Martorell y Enrique Fuentes Quintana, reuni¨® a los l¨ªderes pol¨ªticos en el Palacio de la Moncloa, para debatir la coyuntura; de esta reuni¨®n sali¨® un mandato a los t¨¦cnicos para que encontrasen una v¨ªa de ajuste a la econom¨ªa espa?ola, peligrosamente desequilibrada.
La coyuntura se encuentra refleja en el Programa de Saneamiento y Reforma Econ¨®mica, que sirvi¨® de base emp¨ªrica para los pactos. Este programa, elaborado a principios del oto?o de 1977, explicaba que la prolongaci¨®n de las tendencias conducida a "una, situaci¨®n de colapso econ¨®mico con grav¨ªsimas consecuencias pol¨ªticas". Se mencionaban tres desequilibrios fundamentales: inflaci¨®n, sector exterior y empleo.
En cuanto al primero, el indice de precios al consumo (IPC) se habla disparado hasta alcanzar duante el verano cotas casi latinoamericanas: 30% de inflaci¨®n. Jos¨¦ Luis Leal, director general de Pol¨ªtica Econ¨®mica en aquellas fechas y ministro de Econoin¨ªa desde abril de 1979 hasta septiembre de 1980, ha explicado en un libro titulado Una pol¨ªtica econ¨®mica para Espa?a que "los factores que impulsaban la tasa de inflaci¨®n eran, por una parte, las desmesuradas alzas salariales que hab¨ªan tenido lugar en 1975-1977, a las cuales se un¨ªa la ca¨ªda de la producci¨®n con el consiguiente aumento de los costes salairiales por unidad producida y la inflaci¨®n importada por el aum¨²nto de los precios internacionales, amplificada por la depreciaci¨®n de la peseta". La monedil. espa?ola hab¨ªa sufrido una primera devaluaci¨®n del 10% en febrero de 1976 y una segunda de cerca del 20% (con relaci¨®n al d¨®lar) en julio de 1977.
En cuanto al desequilibrio exterior, el saldo negativo de la balanza por cuenta corriente en el periodo enero-julio era de 3.150 millones de d¨®lares, 1.000 millones de d¨®lares m¨¢s que en el mismo periodo del a?o anterior, medido en el registro de caja del Banco de Espa?a. Este saldo, medido en las cifras de comercio exterior de la Direcci¨®n General de Aduanas, no era tan alarmante. "La diferencia entre ambas cifras radicaba en que las del Banco de Espa?a recog¨ªan impl¨ªcitamente el resultado de la fuerte especulaci¨®n contra la peseta en los mercados cambiarios. Esta especulaci¨®n se aliment¨®", seg¨²n Leal, "a lo largo de la primera mitad de 1977 por una serie de declaraciones que anunciaban la necesidad de un cambio de rumbo de la pol¨ªtica econ¨®mica -cambio por otra parte absolutamente indispensable- y por la inminencia del mismo a ra¨ªz de los resultados de las elecciones generales de junio de dicho a?o. El resultado fue un adelanto en los pagos por importaciones y un retraso en el cobro de las exportaciones, con el consiguiente aumento del d¨¦ficit en t¨¦rminos de caja. En la semana que precedi¨® a la devaluaci¨®n, las salidas de divisas alcanzaron un promedio de 100 millones de d¨®lares diarios".
Empleo decreciente
Por otra parte, el paro iniciaba ya una curva ascendente que no se ha detenido 10 a?os despu¨¦s. Entre las circunstancias de fondo que explican este incremento, Leal cita las siguientes: rigidez de las relaciones industriales y deterioro creciente de la situaci¨®n financiera de las empresas que, por su escasa capitalizaci¨®n, no tuvieron otro recurso que aumentar fuertemente su endeudamiento al no ser capaces de resistir el alza de los salarios reales que precedi¨® a la democracia.
Otro, economista significativo, Jos¨¦ V¨ªctor Sevilla, coautor de la reforma fiscal de 1977 y, secretario de Estado de Hacienda en los primeros a?os del socialismo, ha explicado que es en el periodo previo a la firma de los pactos cuando las presiones salariales alcanzan sus niveles m¨¢ximos. "En ese momento, la lucha obrera y la presi¨®n sindical tienen un significado esencialmente pol¨ªtico. Nadie se planteaba entonces los problemas que podr¨ªa catalizar una elevaci¨®n salarial, precisamente cuando los primeros efectos de la crisis ya se estaban sintiendo. Sin embargo, este camportamiento salarial, reflejo de una alteraci¨®n en la correlaci¨®n de fuerzas favorable: a la clase, obrera, acabar¨ªa sepultando definitivamente el modelo de crecimiento de los sesenta, abriendo una brecha entre el nivel de salarios alcanzado y la capacidad del al aparato productivo para, satisfactorio". En buena medida, el n¨²cleo de la evoluci¨®n econ¨®mica de los a?os siguientes estar¨¢ ocupado por esta tensi¨®n: o bien se reduc¨ªan nuevamente los salarios hasta un nivel que resultase so portable por el aparato productivo, o bien se proced¨ªa a modernizar este aparato, haci¨¦ndolo m¨¢s eficaz y, por tanto, capaz de aborber y aun mejorar los niveles salariales alcanzados.
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