Vida propia y ajena
Al se?or Jes¨²s Mar¨ªa M¨ªnguez, su "alma intelectual" -que sin duda est¨¢ muy por encima del simple sentido com¨²n, "compuesto ¨²nicamente de hechos f¨ªsicos", como son nuestros sentidos y el cerebro- le ha llevado a descubrir, en su carta publicada en EL PA?S de fecha 19 de octubre de 1987, el "contraargumento definitivo" para rebatir a los partidarios de la eutanasia voluntaria. Hace una mezcla de diagn¨®sticos, abortos y eutanasia, dando una definici¨®n perfecta de la eugenesia. (sin nombrarla), asociada subliminalmente a la eutanasia. ?A qui¨¦n pretende confundir? ?Qu¨¦ clase de retorcidos pensamientos le hacen suponer a usted que nos da un "golpe moral, ni f¨ªsico" el que el profesor S. Hawking viva? ?Qu¨¦ le hace a usted suponer que nosotros estamos contra la vida de nadie? Lo que defendemos es que nadie disponga de la vida de otro, y el derecho de cada uno a vivirla o no, seg¨²n su voluntad. No imponi¨¦ndoselo, como ustedes vienen haciendo desde los tiempos de la esclavitud. Santo Tom¨¢s dec¨ªa: "La vida pertenece a Dios; por tanto, delinque el que se la quitare, porque roba a Dios lo que es suyo", y prosigue "... es como el que matare al esclavo de otre, perjudicando al amo del esclavo". Genial, ?eh? ?No lo sab¨ªa? ?No le ense?aron esto donde le contaron lo de Beethoven? Precisamente ¨¦l, que tanto deleite sigue proporcion¨¢ndonos con su m¨²sica, tuvo una muerte doloros¨ªsima... ?Habr¨ªa sido as¨ª lo que ¨¦l hubiera decidido si le hubieran dado opci¨®n los ¨²ltimos meses de su vida, como hicieron otros muchos tan ilustres como ¨¦l? Fil¨®sofos, profetas, emperadores, sabios, etc¨¦tera. Los primitivos cristianos que, por medio del martirio, incluso del suicidio, se. liberaban de la esclavitud y la indignidad, Para no quedarse sin esclavos se hicieron las leyes prohibi¨¦ndolo. Nosotros defendemos el derecho a liberamos de una esclavitud no deseada; adem¨¢s, sin violencia (eutanasia). Ustedes, los supuestos defensores de la vida, est¨¢n simplemente en contra de esa liberaci¨®n..., y no busquen m¨¢s razones, que no las hay-
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