Autobiograf¨ªas
En un art¨ªculo anterior he tratado algunos de los problemas que plantea la biograf¨ªa. En ¨¦ste me he de ocupar de la autobiograf¨ªa, que tiene, por supuesto, otra problematicidad. S¨®lo me referir¨¦ a la intentio autobiogr¨¢fica, si bien ello no implica que el autor sea sabedor de la misma. Por de pronto, en la autobiograf¨ªa el autor est¨¢ legitimado a hacer menci¨®n de sus acciones internas, es decir, a aludir a su mundo ¨ªntimo, aquel cuyo acceso est¨¢ negado a los otros por una raz¨®n de car¨¢cter f¨¢ctico. Lo diferencial de la autobiograf¨ªa es que el autor es el sujeto y objeto de la misma. Eso en una primera consideraci¨®n.El para qu¨¦ de la autobiograf¨ªa se suscita como inquietante en el momento en que se tiene en cuenta que sin ella tambi¨¦n el autor es objeto y sujeto de su propia reflexi¨®n. Es una caracter¨ªstica del ser humano la posibilidad de escindirse, o, mejor dicho, hacer como si se escindiera de forma que pueda hacerse objeto para s¨ª mismo. De manera que si fuera s¨®lo por esto, la autobiograf¨ªa ser¨ªa innecesaria. Bastar¨ªa simplemente con reflexionar sobre s¨ª mismo, sin que ello llevara consigo necesariamente la tarea de escribir. Por consiguiente, hay que considerar esta cuesti¨®n: ?por qu¨¦ se escribe, y no simplemente se reflexiona, la propia biografia?
El acto de la escritura es una ordenaci¨®n, exige la ordenaci¨®n de lo escrito, y en este sentido el contenido autobiogr¨¢fico ha de ser ordenado con arreglo a un plan, en el que la selecci¨®n de lo que se considera relevante para la escritura es fundamental. Por tanto, la autobiograf¨ªa cumple el cometido inicial de ser autoordenaci¨®n, merced a la cual el sujeto se obliga a una reflexi¨®n y exposici¨®n disciplinadas de su decurso existencial. Pero esta ordenaci¨®n selectiva habr¨¢ de ser determinante de la mayor o menor o nula fiabilidad del contenido autobiogr¨¢fico, aun cuando el autor se haya propuesto ser veraz en lo que escribe (dejando de serlo en el hecho mismo de lo que omite). No obstante, el ponerse en orden uno mismo me parece una de las intenciones autobiogr¨¢ficas primeras.
Ahora bien, este ponerse en orden entra?a la autodefinici¨®n. Lo que el autor pretende es decirse ¨¦l qui¨¦n es, qu¨¦ identidad posee, salir al paso de una posible autoconfusi¨®n sobre su identidad. Si la identidad de uno se hace en la transacci¨®n con los otros, ocurre que muchas veces el sujeto no acepta la imagen que de s¨ª poseen los dem¨¢s, y que ¨¦stos le obligan a asumir en su relaci¨®n con ellos. Con la propia biograf¨ªa es como si les negara a ¨¦stos la posibilidad de haberle visto, esto es, interpretado, en su identidad real. Es ahora, con la autobiograf¨ªa, con lo escrito en ella, como se ofrece a los dem¨¢s siendo como, seg¨²n ¨¦l, no le vieron realmente en su ser. Por eso, la mayor parte de las autobiograf¨ªas poseen un car¨¢cter reivindicativo, en el fondo la reivindicaci¨®n de una imagen, por supuesto de la propia imagen. Esto es as¨ª incluso en casos en que pareciera que la imagen que los dem¨¢s adquirieron de uno es del m¨¢ximo valor y que, por tanto, no valdr¨ªa la pena retocar. Pero eso es desde nuestro punto de vista, no desde el que se autobiograf¨ªa. Pensemos en Poes¨ªa y verdad, de Goethe, y veremos all¨ª c¨®mo en el autor surge la necesidad de efectuar puntualizaciones -ante los dem¨¢s, naturalmente- de la imagen que supone que los dem¨¢s tienen de ¨¦l. Con la mayor¨ªa de los discursos autobiogr¨¢ficos el autor se propone sorprender a los que hasta entonces le tuvieron por otro distinto a como ¨¦l sostiene que es.
La autobiograf¨ªa, pues, se lleva a cabo porque adem¨¢s se quiere que el autor sea objeto para otros. Por tanto, la consideraci¨®n primera, de hacerse el autor objeto para s¨ª mismo, no es suficiente. No hay autobiograf¨ªa sin el acto de la escritura, de modo que lo escrito se convierte en objeto para los dem¨¢s. Si lo escrito es sobre el sujeto de esa escritura, como es el caso que nos ocupa, entonces es el propio autor el que queda objetivado y exhibido como objeto. Pero el objeto que exhibe es la identidad que previamente se ha construido en la escritura, a expensas de la selecci¨®n verificada de sus actuaciones y -lo que la diferencia de la biograf¨ªa- en la posibilidad de hacer menci¨®n incluso de sus acciones internas, es decir, sus m¨®viles, intenciones, interpretaciones que hizo de la realidad y de las que se derivaron sus actos. Esto vale incluso para autobiograf¨ªas que no se publicaron en vida del autor, pero en las que se cuenta con la posibilidad de que alguna. vez se hagan p¨²blicas. (En las fascinantes Memorias del alcalde de Roa -que ignoro por qu¨¦ no se reeditan-, el autor habla de que cuando menos le leer¨¢n sus hijos, para cuyo consejo servir¨¢, pero eso lo dirige a un p¨²blico imaginario.)
En resumen, con la autobiograf¨ªa no s¨®lo se pretende la autoordenaci¨®n, sino la demostraci¨®n a los dem¨¢s de qui¨¦n se es realmente. ?sa es la ilusoria pretensi¨®n del escritor. Ilusoria, porque en ning¨²n caso se la va a hacer justicia despu¨¦s de esa especie de memoria justificativa -como se sol¨ªan titular muchos memoriales del siglo pasado en los que se intentaba poner los puntos sobre las ¨ªes en la interpretaci¨®n real de los hechos- que es, de hecho, la mayor¨ªa de las exposiciones autobiogr¨¢ficas. Porque es de advertir que una. buena parte de las autobiograf¨ªas son entretenidas e interesantes, pero pocas veces el lector de las mismas les habr¨¢ de conceder el cr¨¦dito que el autor pretende. He aqu¨ª la gran frustraci¨®n del autobi¨®grafo. Porque de hecho el texto lo redact¨®, es decir, lo hizo texto escrito en aras de una fantas¨ªa de omnipotencia: la de que la imagen que de s¨ª resulta es la que ha de quedar, esto es, la que ha de quedar para la posteridad.
?Por qu¨¦, en efecto, se concede escaso cr¨¦dito, cuando no ninguno, a las memorias y, en general, a g¨¦neros afines? Pienso que la respuesta plausible radica precisamente en la oposici¨®n reflexi¨®n / escritura. No afirmo que la reflexi¨®n sea necesariamente verdadera, pero s¨ª puede serlo, porque, cuando menos, no ha de emerger al exterior. Podr¨ªa serlo si al concepto reflexi¨®n damos una acepci¨®n amplia, no en el sentido de raciocinio, o de mera rememoraci¨®n, sino de reflexi¨®n, esto es, de hacerse alguien objeto para s¨ª mismo, con la objetividad que es posible en la met¨¢fora del espejo. Es evidente que en esta reflexi¨®n cabe la posibilidad de que el sujeto se vea a s¨ª mismo incluso bien a su pesar, es decir, con una imagen depreciada y hasta aberrante. Es cierto que: las m¨¢s de las veces no se es capaz de tolerar este examen de conciencia que, en todo caso, surge inesperadamente, imponi¨¦ndose al propio sujeto sobre sus propias instancias desiderativas. Pero pese a todo, estas emergencias pueden ocurrir, y de serlo, ocurren para s¨®lo ¨¦l.
En la escritura, una situaci¨®n de esta ¨ªndole, que se asemeja a la m¨¢s ideal de la que Freud. denominar¨¢ asociaci¨®n libre, lo m¨¢s liberada posible de autocensura, no puede darse de ninguna de las maneras. Escribir es un acto tan exigentemente l¨²cido que la represi¨®n es, en su m¨¢s elevado grado, ineludible. La autobiograf¨ªa es, por tanto, autoenga?o, en primer lugar, porque es autocensura; en segundo lugar, porque se escribe para la exhibici¨®n de s¨ª mismo. Para los lectores es, sencilla y llanamente, mentira, o, todo lo m¨¢s, una media verdad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.