El socialismo de Marx , Engels y Lenin
Desde que Gorbachov fue elegido secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), y sobre todo desde el 272 congreso de ese partido, la perestroika ha sido una de las cuestiones sobre las que m¨¢s se ha escrito y hablado en todo el mundo. Como es natural, las opiniones sobre el contenido y la significaci¨®n real de las reformas de Gorbachov son muy variadas, pero en su mayor¨ªa no parecen darle demasiada trascendencia, y sobre todo, no expresan mucha confianza en que la perestroika pueda llegar a buen puerto.Con respeto para todas las opiniones, sin creerme depositario de la verdad, yo trato con este trabajo de dar mi opini¨®n personal (que a nadie compromete m¨¢s que a m¨ª) sobre lo que sucede en la URSS. Intento hacerlo desde el punto de vista marxista, tratando de vacunarme previamente contra los posibles espejismos que puedan hacerme ver que las cosas son como yo deseo que sean. Y para ello intento dar respuesta a las siguientes preguntas:
Sim¨®n S¨¢nchez Montero
es miembro del comit¨¦ ejecutivo del PCE.
?Cu¨¢l es el motivo real que ha desencadenado la perestroika?
?Qu¨¦ medidas exige la soluci¨®n efectiva de los problemas que la han motivado? ?Cu¨¢l debe ser su contenido?
?Est¨¢ dispuesto Gorbachov a llevar a cabo esas medidas hasta el fin? ?Tiene fuerzas para conseguirlo?
?Cu¨¢les ser¨ªan las consecuencias de la realizaci¨®n plena de la perestroika para la URSS y para los pa¨ªses socialistas? ?C¨®mo repercutir¨¢n en el resto del mundo? Y otras cuestiones importantes, como es el tratar de comprender por qu¨¦ y c¨®mo se ha llegado a esta situaci¨®n en la URSS.
Nivel humano
Yo soy marxista por dos razones principales:
Primera, porque desde el punto de vista pr¨¢ctico, social, humano, el marxismo plantea la lucha por la liberaci¨®n de todos los oprimidos, explotados y marginados.
Segunda, porque el marxismo, desde el punto de vista intelectual, del pensamiento te¨®rico (y no como invento, sino como un desarrollo cualitativo del pensamiento humano anterior), da a los hombres y mujeres un instrumento que les permite situarse a un nivel realmente humano, racional, consciente en el terreno de la vida social: les da el conocimiento de las tendencias que influyen y deciden en la vida econ¨®mica y social -considerando ¨¦sta como un proceso hist¨®rico-natural- y, por tanto, en su propia vida.
Y en ese doble sentido, pr¨¢ctico y te¨®rico, yo he experimentado muchas veces rubor, verg¨¹enza o indignaci¨®n ante cosas que suced¨ªan y suceden a¨²n en los pa¨ªses socialistas.
Como les sucedi¨® a muchos miles de comunistas de todo el mundo, el conocimiento de las brutalidades e incluso cr¨ªmenes dela ¨¦poca de Stalin revelados en el 20? Congreso del PCUS en 1956 a m¨ª me produjo un desgarron ¨ªntimo, profundo, doloroso. ?D¨®nde estoy? ?Trabajando, luchando para mi liberaci¨®n y la de los dem¨¢s o para crear una sociedad en la que persistan aspectos inhumanos de esta en que vivimos? ?Merec¨ªa de verdad la pena arrostrar las dificultades de la lucha pol¨ªtica en Espa?a en aquella situaci¨®n?
S¨ª. Porque aquel an¨¢lisis doloroso me hizo comprender que el proceso seguido en la construcci¨®n de la nueva sociedad en la URSS, de la sociedad que deb¨ªa ser la encarnaci¨®n del humanismo, la libertad y el progreso, era el resultado, en parte inevitable, de un conjunto de circunstancias hist¨®ricas concretas, que analizo con amplitud en otro lugar de estas reflexiones: el enorme atraso de la Rusia zarista en los terrenos econ¨®mico, pol¨ªtico, social y cultural; la soledad en que queda finalmente la triunfante Revoluci¨®n de Octubre de 1917, cuando sus dirigentes, empezando por Lenin, estaban convencidos de que ellos s¨®lo iniciaban la revoluci¨®n; el brutal acoso militar, econ¨®mico, pol¨ªtico y diplom¨¢tico iniciado por los pa¨ªses imperialistas y capitalistas el d¨ªa siguiente del triunfo revolucionario y mantenido hasta hoy, salvo el per¨ªodo de la guerra contra el fascismo; la falta de experiencia en la edificaci¨®n del socialismo, y una serie de graves errores de los dirigentes sovi¨¦ticos de los que s¨®lo ellos eran responsables.
Pero pese a todo, el balance de ese terrible proceso hist¨®rico era eminentemente positivo para la causa de la igualdad social, la justicia y la libertad.
El hecho mismo de los planteamientos de Jruschov, su denuncia de lo sucedido en el pasado, demostraba que el esp¨ªritu de la Revoluci¨®n de Octubre permanec¨ªa vivo. Era necesario mantener siempre ese esp¨ªritu cr¨ªtico, el amor a la verdad, la denuncia de las injusticias y de los errores.
La reforma que inici¨® Jruschov fracas¨®, aunque algunas de sus conquistas principales permanecieran: por ejemplo, la imposibilidad de repetir las depuraciones del pasado. Pero volvieron y se consolidaron el burocratismo y el dogmatismo, la incapacidad y la rutina, la corrupci¨®n y el favoritismo. Y la falta de libertad.
Todo ello, agravado despu¨¦s en algunos aspectos como consecuencia de la pol¨ªtica de bloques militares: rasgos de pol¨ªtica de gran potencia en la URSS; militarizaci¨®n del pensamiento y la vida pol¨ªtica; intervenci¨®n en Checoslovaquia y en Afganist¨¢n.
Estancamiento social
El resultado final fue un estancamiento claro, visible, de la sociedad sovi¨¦tica. ?Por qu¨¦? Porque una superstructura pol¨ªtica anquilosada, r¨ªgida, paternalista y muchas veces brutal dificultaba el pleno desarrollo de los inmensos recursos del pa¨ªs, de la capacidad creadora de los ciudadanos sovi¨¦ticos -con un nivel cultural muy elevado- y de las potencialidades del socialismo.
En su informe al Congreso del PCUS, Gorbachov se refiri¨® a ello: "Las formas de relaciones de producci¨®n y el sistema de gesti¨®n econ¨®mica y administraci¨®n ahora vigentes cristalizaron, en lo fundamental, cuando el desarrollo de la econom¨ªa revest¨ªa un car¨¢cter extensivo. Han venido envejeciendo poco a poco, han empezado a perder su papel estimulador y, en algunos aspectos, se han convertido en freno".
En la sociedad capitalista (lo mismo que en las anteriores sociedades clasistas), ese conflicto se traduce, al agravarse, en la lucha enconada entre las fuerzas sociales antagonistas, y en los casos m¨¢s agudos origina la revoluci¨®n, aunque ¨¦sta puede ser derrotada.
Pero en una sociedad como la sovi¨¦tica, en que no hay una clase explotadora, aunque existen privilegios econ¨®micos y de todo tipo; en la que se ha realizado, en un plazo hist¨®ricamente breve, una transformaci¨®n social interna sin parang¨®n en ning¨²n otro pa¨ªs, y con una gran proyecci¨®n e influencia en todo el mundo, y en la que adem¨¢s existe un riguroso control pol¨ªtico y policial, la v¨¢lvula de escape no puede ser la agitaci¨®n social, y menos la lucha revolucionaria, tal como la practicamos y la vemos en las sociedades capitalistas, salvo en una situaci¨®n l¨ªmite, de descomposici¨®n social, que no era ni mucho menos la de la URSS antes de Gorbachov.
Pero incluso en esta sociedad, la contradicci¨®n a que hemos aludido no puede prolongarse indefinidamente. Si no se resuelve se agrava: ha de romper por alg¨²n sitio. Ten¨ªa que suceder all¨ª tambi¨¦n. Y efectivamente rompi¨® con el planteamiento de la perestroika por Gorbachov.
La perestroika responde, pues, a una exigencia hist¨®rica, inaplazable, de la sociedad sovi¨¦tica. Si quedara en un intento fracasado m¨¢s, como el de Jruschov, equivaldr¨ªa a certificar el fracaso del socialismo real no sabemos por cu¨¢nto tiempo. Esto quiere decir que la perestroika, por su contenido, es una revoluci¨®n. As¨ª lo han dicho Gorbachov y otros dirigentes sovi¨¦ticos.
Yo estoy convencido de que en efecto se trata de una revoluci¨®n, no menos importante que la de octubre de 1917. Pero planteada desde el poder (no pod¨ªa surgir de otro sitio), despu¨¦s del fracaso del intento de Jruschov, y sabiendo que, como aqu¨¦l, hab¨ªa de encontrar serias resistencias en la URSS y fuera de ella.
Teniendo en cuenta todas las servidumbres que tiene una superpotencia como la URSS, con los peligros potenciales de una situaci¨®n como la que vive el mundo de hoy, en la que un error t¨¦cnico o un acto de desesperaci¨®n o de locura de unos fan¨¢ticos puede originar nada menos que la desaparici¨®n de la humanidad. En suma, con el sentido de responsabilidad que todo ello exige.
?Han tenido desde el principio Gorbachov y los dem¨¢s dirigentes sovi¨¦ticos fieles a la perestroika una idea clara de lo que tiene que realizar ¨¦sta para resolver los problemas de la sociedad sovi¨¦tica? Yo creo que s¨ª, en general, aunque la realidad ha ido mostr¨¢ndoselo cada vez m¨¢s claramente.
Por eso, lo m¨¢s importante en la actitud de Gorbachov y los que le rodean es su decisi¨®n o no de llegar hasta el final. Todo indica que s¨ª est¨¢n decididos. Cualquier observador atento ve el crescendo en los sucesivos escritos, discursos, etc¨¦tera, de Gorbachov y otros dirigentes sovi¨¦ticos. Es como si fueran descubriendo progresivamente la amplitud y profundidad de los males de la sociedad sovi¨¦tica. Al mismo tiempo ven la aceptaci¨®n por los ciudadanos de su pol¨ªtica. Han iniciado un proceso cuya dial¨¦ctica o din¨¢mica interna les va mostrando la gravedad de los problemas (mayor de lo que pensaban) y la necesidad de resolverlos, de continuar adelante. "No podemos retroceder, y no tenemos ad¨®nde retroceder", ha dicho Gorbachov.
Operaci¨®n de imagen
Lo cual tira por tierra las interpretaciones, honestas o interesadas, que trivializan la perestroika present¨¢ndola como una operaci¨®n de imagen, de propaganda, etc¨¦tera. Y las de los intelectuales sobre la imposibilidad (?por qu¨¦?) de que en la sociedad sovi¨¦tica se produzcan cambios revolucionarios.
Resumiendo, mi opini¨®n sobre el contenido de lo que acontece en la URSS es ¨¦sta: la soluci¨®n efectiva, real, de los problemas de la sociedad sovi¨¦tica exige la plena construcci¨®n, en las condiciones de hoy, del socialismo tal y como lo ve¨ªan Marx, Engels y Lenin, como la primera fase de la sociedad comunista; una sociedad en la que no exista ning¨²n tipo de explotaci¨®n, opresi¨®n o marginaci¨®n, y donde la democracia y la libertad alcancen su m¨¢s alta expresi¨®n posible en las condiciones de hoy.
?se es, en mi opini¨®n, el objetivo de la perestroika.
Algo enormemente distinto del socialismo real que tiene hoy.
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