Clara ventaja de Karpov en la s¨¦ptima partida
El aspirante al t¨ªtulo mundial de ajedrez, el sovi¨¦tico Anatoli Karpov, con las piezas blancas, tiene claras posibilidades de imponerse en la s¨¦ptima partida de su encuentro con el campe¨®n, su compatriota Gari Kasparov, que volvi¨® a equivocarse en los apuros de tiempo. El desarrollo, interrumpido en la jugada 41, fue de tal complejidad que algunos movimientos no fueron acertados por ninguno de los grandes maestros presentes en el teatro Lope de Vega de Sevilla, en el que los aficionados siguieron con apasionamiento la jornada. Karpov gana por 3,5-2,5.
A pesar de llegar con cinco minutos de antelaci¨®n, Kasparov salt¨® del coche como un cohete, en actitud m¨¢s propia de un jugador de rugby ante una mel¨¦e. Ven¨ªa con el hacha de guerra en la mano. Despu¨¦s de esta entrada, quedaban pocas dudas sobre c¨®mo iba a comenzar la partida. Cuando Karpov, sonriente por la calurosa acogida que hab¨ªa recibido en la calle, se sent¨®, Kasparov, tras la tradicional guerrilla de miradas, contest¨® a la apertura deI pe¨®n de dama con la defensa Grunfeld por decimotercera vez contra su etemo rival.No pod¨ªa ser de otra manera. Kasparov naci¨® un 13 de abril, es el campe¨®n del mundo n¨²mero 13 y gan¨® el t¨ªtulo por 13 a 11 en 1985, a?o cuyas dos ¨²ltimas cifras suman 13. Es probable que tenga preparada alguna otra defensa para casos de emergencia, pero ayer no era el d¨ªa adecuado. La duda resid¨ªa en cu¨¢l de los dos jugadores aportar¨ªa esta vez alguna nueva idea.
Al ver nuevamente la defensa Grunfeld ante s¨ª, Karpov se tom¨® tres minutos para asimilar la tozudez de su adversario. Las siguientes jugadas, hasta la 12, se hicieron a gran velocidad y fueron una copia exacta de lo ocurrido en la quinta partida, que Karpov gan¨® tras conseguir un excesivo consumo de tiempo por parte de Kasparov. ?se era el momento que los aficionados estaban esperando. ?Se atrever¨ªa el aspirante a repetir su duod¨¦cima jugada del pasado viernes, muy efectiva, pero dudosa t¨¦cnicamente? Karpov se hac¨ªa el distra¨ªdo mientras el campe¨®n se pon¨ªa r¨ªgido, como un gato a punto de atacar.
El aspirante se atrevi¨®
Se atrevi¨®. Las miradas se enriquecieron con los agravantes de alevos¨ªa y crueldad suplementaria. Kasparov sonri¨® abiertamente, se llev¨® la mano derecha por detr¨¢s de la cabeza hasta tocarse la oreja izquierda, se arregl¨® la corbata, se tap¨® la boca para contener la risa y clav¨® los codos a continuaci¨®n para hundir entre ellos su cabeza. Todo, en unos diez segundos. Era evidente que Kasparov no esperaba esa jugada por segunda vez.Pronto qued¨® claro que, una vez m¨¢s en este encuentro, Karpov y su equipo de analistas hab¨ªan trabajado a destajo. Todo transcurri¨® igual que en la quinta partida hasta, la jugada 16, cuando Kasparov, temeroso de lo que Karpov ten¨ªa bajo la manga, cambi¨® el rumbo tras pensar 25 minutos. Pero, a pesar de la novedad, Karpov lleg¨® de la habitaci¨®n de reposo, entre bastidores; se sent¨® y movi¨® de forma instant¨¢nea. Cuando un jugador que fue campe¨®n mundial durante diez a?os y que se distingue por su sangre helada se comporta as¨ª, hay motivos para asustarse.
Seis jugadas despu¨¦s, las discusiones entre los maestros eran muy acaloradas. Unos prefer¨ªan el pe¨®n de ventaja de Karpov; otros, la actividad de las piezas de Kasparov. Casi todos coincid¨ªan en que el campe¨®n no hab¨ªa obtenido tanta compensaci¨®n por el material sacrificado como en la quinta partida, pero dispon¨ªa de m¨¢s tiempo para pensar.
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