El brillo azul de la muerte
Los brasile?os contaminados por el accidente de Goiania emitir¨¢n radiactividad durante 30 a?os
Admilson Alves ten¨ªa 18 a?os y trabajaba en un chatarrer¨ªa en Goiania. El pasado mi¨¦rcoles, Admilson muri¨® en una habitaci¨®n aislada de un hospital, en R¨ªo de Janeiro, a m¨¢s de 1.500 kil¨®metros de su casa. Ha sido la cuarta v¨ªctima del fatal accidente con el material radiactivo cesio 137 ocurrido hace poco m¨¢s de un mes en Goiania. Pero la contabilidad de la tragedia no ha terminado: m¨¢s muertes podr¨¢n ocurrir en los pr¨®ximos d¨ªas o semanas.
Las dos primeras v¨ªctimas fueron Mar¨ªa Gabriela Ferreira, de 37 a?os, y su sobrina Leide das Neves Ferreira, de seis. Ellas murieron el 23 de octubre. Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, fallec¨ªa Israel dos Santos, de 22 a?os. Las muertes, en realidad, no causaron sorpresa: desde que llegaron a R¨ªo, los m¨¦dicos dictaminaron que su recuperaci¨®n era casi imposible. El vicealmirante Amihay Burla, director del hospital naval, lleg¨® a afirmar, sin medias palabras, que siete de ellas estaban condenadas a muerte.El p¨¢nico desatado por la noticia de la contaminaci¨®n en Goiania se agrav¨® con la declaraci¨®n del director del centro sanitario. Y todo eso se multiplic¨® con los dos primeros funerales. En un ritual de violencia, los ata¨²des de Mar¨ªa Gabriela y Leide, forrados de gruesas capa de plomo y pesando m¨¢s de 600 kilos cada uno, fueron recibidos con piedras en el cementerio de Goiania. La poblaci¨®n, revuelta y asustada, apedre¨® los ata¨²des en protesta por el enterramiento en la zona urbana de la ciudad.
Pero con las muertes, el problema de la contaminaci¨®n no ha terminado. Cada cuerpo es una bater¨ªa radiactiva. A una de las v¨ªctimas, Roberto Alves, le tuvieron que amputar un brazo. Y hasta el pasado jueves, los m¨¦dicos de R¨ªo no sab¨ªan todav¨ªa qu¨¦ destino dar a ese brazo, que tambi¨¦n es una fuente de contaminaci¨®n. A ejemplo de lo que ocurre con los cuerpos de las cuatro v¨ªctimas fatales, el brazo amputado contiene cesio 137, que se mantendr¨¢ activo durante, por lo menos, 30 a?os.
En realidad, las consecuencias del accidente con el cesio 137 no han sido estudiadas en profundidad. El accidente fue notificado a los pocos d¨ªas de que el presidente Jos¨¦ Sarney anunciara al mundo que los cient¨ªficos brasile?os hab¨ªan logrado dominar la t¨¦cnica de enriquecimiento del uranio, lo que te¨®ricamente coloca al pa¨ªs entre los capacitados para construir la bomba at¨®mica. Tras este anuncio qued¨® de relieve la realidad: t¨¦cnicos improvisados que manejan equipos sofisticados.
Un robo sin importancia
Esta tragedia empez¨® con un robo com¨²n. Dos hombres se llevaron del edificio abandonado donde funcion¨® el Instituto de Radioterapia de Goiania, un aparato pesado, que luego fue destrozado a martillazos. Fue un robo lucrativo: casi 600 kilos de metal, principalmente plomo. Una peque?a c¨¢psula cil¨ªndrica, incrustada en la extremidad de un bloque de plomo, llam¨® la atenci¨®n del due?o del dep¨®sito de metales.Destrozada, tambi¨¦n a martillazos, la c¨¢psula revel¨® en su interior 100 gramos de un polvito azul, muy brillante. Al menos cinco familias vecinas al dep¨®sito recibieron muestras del polvito brillante. Una ni?a -Leide-, hija del due?o del dep¨®sito, comi¨® un bocadillo con las manos impregnadas del polvito azul. Algunos adultos se pusieron cesio 137 en el rostro y en los brazos para brillar en la noche.
Cuando varias de estas personas empezaron a sentirse mal, con n¨¢useas, fiebre y heridas en manos y brazos, una mujer, Mar¨ªa Gabriela das Grabas, casada con el due?o del dep¨®sito, acudi¨® a la ¨²nica autoridad sanitaria que viv¨ªa en una calle vecina: un veterinario.
El veterinario examin¨® el polvito azul y le recomend¨® que fuera urgentemente al hospital municipal. Mar¨ªa das Grabas tom¨® el autob¨²s con una muestra del polvo. No sab¨ªa que, adem¨¢s de contaminada en alto grado, repercut¨ªa en el ambiente por donde pasaba y a las personas que encontraba. Una vez en el puesto de salud tuvo que hacer cola.
En total, 500 personas fueron puestas en observaci¨®n, 244 de ellas contaminadas en distintos grados. Solamente 50 lo fueron en grados preocupantes, de las cuales cinco estaban en buenas condiciones el pasado jueves y otras 13 en estado grav¨ªsimo en el hospital naval de R¨ªo.
Cuando son¨® la se?al de alarma, 42 t¨¦cnicos de la Comisi¨®n Nacional de Energ¨ªa Nuclear viajaron a Goiania, con 32 aparatos de medici¨®n de radiactividad. Y empez¨® el lado pat¨¦tico de la tragedia: muchos t¨¦cnicos trabajaron sin guantes o calzados apropiados, y los aparatos medidores, en los primeros dos d¨ªas, tampoco ten¨ªan protecci¨®n adecuada. Por lo menos un experto se contamin¨® y los aparatos se desregularon despu¨¦s de las primeras horas, lo que hizo que las mediciones fueran poco fiables.
En R¨ªo, mientras tanto, el vicealmirante Burla recib¨ªa a las v¨ªctimas m¨¢s graves y anunciaba a los periodistas: "Esto (en referencia al hospital naval) es la Marina de Guerra. Estamos preparados para cualquier emergencia". No lo estaban: los pacientes fueron trasladados del aeropuerto al hospital en ambulancias normales, que siguieron trabajando dos d¨ªas m¨¢s, hasta que alguien se acord¨® de descontaminarlas. El hospital no ten¨ªa ropas desechables en n¨²mero suficiente ni salas aisladas. Por lo menos dos enfermeras y un m¨¦dico se contaminaron en grado menor.
P¨¢nico en la ciudad
Paralelamente, en Goiania el p¨¢nico se apoder¨® de la poblaci¨®n. En 10 d¨ªas, 30.000 personas acudieron a los puestos de control de contaminaci¨®n. Un n¨²mero no calculado abandon¨® la ciudad, ignorando los avisos de las autoridades locales y las garant¨ªas de seguridad dadas por miembros de la Comisi¨®n Nacional de Energ¨ªa Nuclear.El d¨ªa en que la ni?a Leide y su t¨ªa Mar¨ªa Gabriela murieron, el p¨¢nico se apoder¨®, una vez m¨¢s, de los internados en el hospital de Goiania, mientras que la poblaci¨®n se preocupaba con otro detalle macabro: el lugar donde los cuerpos ser¨ªan enterrados. En el hospital p¨²blico de Goiania, los m¨¦dicos ped¨ªan psic¨®logos con urgencia para atender a los internados.
El comercio de la ciudad ha disminuido en un 60%. Nadie quiere comprar alimentos o ropas por temor a la contaminaci¨®n. Peque?os agricultores hacen su agosto vendiendo directamente a las aterrorizadas amas de casa.
Mientras varias v¨ªctimas agonizan en un hospital de R¨ªo, las autoridades tratan de buscar culpables. La polic¨ªa federal anunci¨® que los directores del abandonado centro de radioterapia de donde fue robado el aparato est¨¢n pendientes de juicio. Ellos se defienden afirmando que el aparato era responsabilidad del Ministerio de Previsi¨®n Social.
En cuanto a la Comisi¨®n Nacional de Energ¨ªa Nuclear, responsable del control de los aparatos radiactivos en Brasil, no fue m¨¢s all¨¢ de las declaraciones. Cada a?o, la Comisi¨®n env¨ªa cartas pidiendo informes de la situaci¨®n de los m¨¢s de 1.400 aparatos de radioterapia en el pa¨ªs. Menos de un 40% responden. Pero la Comisi¨®n no hace nada para averiguar la situaci¨®n de las omisiones. El cesio 137 causante de la tragedia llevaba tres a?os abandonado.
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