La calidad de Jos¨¦ Pedro Carri¨®n
Les fourberies de Scapin no es una gran comedia de Moli¨¨re. Est¨¢ construida de una manera primitiva -a pesar de ser obra tard¨ªa: dos a?os antes de su muerte- para mostrar un personaje arlequinado: el p¨ªcaro, el burl¨®n, el misterioso despectivo de los dem¨¢s, el marginal: el fourbe -bellaco, taimado, brib¨®n- Scapin, due?o de todo y de todos por su chispa inteligente. Los dem¨¢s son demasiado imb¨¦ciles: es la burla de la sociedad de la riqueza y el poder. Lo que se narra en la comedia es t¨ªpico del teatro menor de su tiempo: los equ¨ªvocos de damas y galanes llevados con simetr¨ªa por dos parejas de tontos perseguidos por una pareja de padres, d¨¦spotas, avaros, miserables y, sin duda tambi¨¦n, cretinos. El amor triunfa, como en aquel teatrillo, no sin la ayuda de las desastrosas casualidades que operan a favor de la obra m¨¢s que los enredos de Scapin. Todo mal contado, sin inter¨¦s, proclive al aburrimiento.Scapin es, pues, la figura. La intenci¨®n de Moli¨¨re, la del buen adaptador Alonso de Santos, la del director Daniel Soulier -que ha sido un gran arlequ¨ªn en el escenario-, coinciden en la figura del actor Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, que da una idea moderna y nueva del personaje, explotado tantas veces y por tantas v¨ªas. La capacidad de este actor -que siempre ha emergido de los repartos en que ha figurado, con mayor o menor papel- para crear el misterio en torno suyo, la figura al mismo tiempo insignificante en la sociedad que lo rodea y absolutamente due?o de todos los personajes y sus hitos de destino, el gesto entre dram¨¢tico y c¨®mico y, sobre todo, el amplio juego de la voz, bella y poderosa, capaz de dar sentido a cada frase y justamente el sentido misterioso que necesita, hacen una creaci¨®n del personaje.
Los enredos de Scapin
Moli¨¨re. Versi¨®n de Alonso de Santos. Int¨¦rpretes: Enrique Men¨¦ndez, Carlos Hip¨®lito, Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, Sonia Grande, Margarita Calahorra, Rafael D¨ªaz, Juan Gea, Nuria Gallardo, ?ngel de Andr¨¦s y Vicente Soto, el Sordera. Escenograf¨ªa y vestuario: Andrea D'Odorico. Direcci¨®n: Daniel Soulier. Teatro Espa?ol. 30 de octubre.
La direcci¨®n es consciente de la nader¨ªa de la narraci¨®n, de los largos tiempos muertos. Trata de enmendarla con la agitaci¨®n de la farsa: las voces y los gritos circenses de los personajes, el movimiento continuo. Sustituye el aburrimiento por el cansancio. Se lleva la acci¨®n hacia el Mediterr¨¢neo, ligeramente pintado y o¨ªdo, dentro de un decorado de Andrea D'Odorico, bello como de costumbre: un mont¨®n de cajones de madera como sin desbastar que, apilados, pueden ser un N¨¢poles en su mont¨ªculo a unas callejuelas pr¨®ximas.
Un pegote
Soulier ha cre¨ªdo, el desdichado, que la introducci¨®n del cante flamenco podr¨ªa aliviar algo y gustar al espa?ol. Es un pegote. El criado Carlo, r¨¢pido y secundario, se convierte en el cantaor Vicente Soto, el Sordera; va y canta, con letras del cante o con texto de Moli¨¨re. Es in¨²til decir que El Sordera es excelente, que quiebra su voz con ternura y emoci¨®n; pero que no tiene nada que hacer en esto. Es un error que retrasa la acci¨®n, y la para algunas veces; da un punto de emoci¨®n a la Nana de la muerte, la ficticia de Scapin.En el barullo y el griter¨ªo se comportan mejor los actores c¨®micos que los otros. Es un sino de la farsa. Enrique Men¨¦ndez tiene muy buena comicidad, muy buena bober¨ªa de criado cl¨¢sico, c¨®mplice de Scapin, y ?ngel de Andr¨¦s saca partido de su gran veteran¨ªa. Entre los otros -a los que el texto no da relieve, a los sujetos pasivos- resaltan Juan Gea y Nuria Gallardo por su profesionalidad y su capacidad de servicio. Se sabe de los dos que dan para m¨¢s cuando tienen la ocasi¨®n.
El p¨²blico acogi¨® la obra con matizaciones. Una cierta frialdad en lo general, un entusiasmo de reconocimiento para Jos¨¦ Pedro Carri¨®n y bastantes silbidos, entre los aplausos, para Daniel Soulier. Probablemente por su veleidad flamenca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.