Reflexiones para la esperanza
El futuro de la sanidad espa?ola se presenta esperanzador despu¨¦s de una etapa que se ha distinguido por los conflictos, seg¨²n el autor de este art¨ªculo. El abandono de posturas maximalistas por parte de la Administraci¨®n y la toma de conciencia de empresarios de la sanidad est¨¢n haciendo cambiar las cosas.
A pesar de los agoreros de turno y los catastrofistas de siempre, aparecen ya signos evidentes en nuestra sanidad que nos permiten albergar fundadas esperanzas de futuro. Lo que en ning¨²n caso quiere decir que ¨¦ste sea f¨¢cil. Pero, desde siempre, el futuro se ha debido condicionar por los comportamientos del presente.Hablemos de la realidad:
1. La Administraci¨®n sanitaria ha abandonado definitivamente posturas maximalistas en el camino de la estatalizaci¨®n del sector y ha optado con claridad por el desarrollo de un modelo sanitario mixto en sus comparecencias ante el Parlamento.
2. El ministro de Sanidad ha invertido la tendencia regresiva de los presupuestos sanitarios de sus predecesores, en el primer proyecto realmente elaborado por el nuevo equipo.
3. El partido socialista, a trav¨¦s de su portavoz en el Congreso, ha definido la nueva actitud proclamando la necesidad de contemplar el desarrollo de las estructuras sanitarias del sistema complementario asistencial no p¨²blico.
4. La industria y el empresariado sanitario han comenzado a encontrar f¨®rmulas de entendimiento con los responsables de la Administraci¨®n y toman posiciones para implementar su presencia en el sector despu¨¦s de unos a?os de profunda aton¨ªa y desincentivaci¨®n.
5. En algunas comunidades aut¨®nomas concretas se ha comenzado ya a plasmar en documentos oficiales f¨®rmulas asistenciales alternativas que mejoren la estructura complementaria no p¨²blica. Lo que puede abrir nuevas expectativas de trabajo a muchos profesionales hoy en desempleo.
Que las posiciones pol¨ªticas han cambiado de orientaci¨®n es tan claro que han sido recogidas con agrado por editoriales de Prensa tan poco sospechosa de connivencia con el Gobierno como el Abc.
Conflictos
?Hemos adaptado los m¨¦dicos nuestros esquemas de comportamiento a las circunstancias reales? A¨²n no. Al menos globalmente. Pero tambi¨¦n hay signos para un an¨¢lisis menos negativo. En el sector hospitalario, la catarsis que ha supuesto el ¨²ltimo conflicto ha dejado distintas secuelas seg¨²n las motivaciones con que lo afront¨® cada cual; m¨¢s a¨²n, y por encima de ellas, ha a?adido un poso de experiencia colectiva que por fuerza nos ha de ser ¨²til. Lo que se ha puesto de manifiesto en las asambleas que se han realizado estos meses es significativo.- La mayor¨ªa de los m¨¦dicos de hospitales ha descalificado de manera rotunda a los dirigentes de la coordinadora desoyendo sus propuestas de huelga.
- La mayor¨ªa de los m¨¦dicos de hospitales, con su actitud, ha cuestionado, adem¨¢s de su insolvencia para la guerra, su incapacidad para la negociaci¨®n.
- La mayor¨ªa de los m¨¦dicos de hospitales, ellos s¨ª -los dirigentes no-, ha preferido anteponer los derechos de los enfermos a los suyos propios, evitando as¨ª un deterioro, que podr¨ªa haber sido irreversible, de la imagen de la profesi¨®n (y no es l¨ªcito, por tanto, que en aras de su protagonismo personal los dirigentes se apropien ahora de una postura que es contraria a la que ellos propugnaban).
- La mayor¨ªa de los m¨¦dicos de hospitales ha optado libremente por dedicarse en exclusiva a su puesto p¨²blico.
Hay, por tanto, puntos de inflexi¨®n nada desde?ables.
El sector extrahospitalario y rural, por contra, a pesar de vivir una realidad profesional m¨¢s oscura desde la impaciencia justificable, responde mayoritariamente a los planteamientos de negociaci¨®n ya rubricados y a las expectativas abiertas por nuestra organizaci¨®n en el Insalud, ministerio y consejo interterritorial.
Todo ello traduce que los m¨¦dicos andamos inmersos ya en los problemas puntuales del presente, con todas sus consecuencias. Hemos dejado definitivamente de mirar hacia el pasado y, por tanto, no estamos de espaldas al futuro.
Solidaridad
A partir de ahora, entre esfuerzo y esfuerzo por transformar la realidad inmediata sobre la que apoyamos nuestros pies, debemos levantar de cuando en cuando la cabeza. Porque hay un horizonte y lo hay siempre para la mayor¨ªa en un sistema de libertades. Aunque habr¨¢ que trabajarlo con esfuerzo, desde la solidaridad.Los ortodoxos de la cubanizaci¨®n o del inmovilismo pueden mantenerse en sus reductos; los dem¨¢s lucharemos incluso por defender su derecho a ser irreductibles desde el nuestro a no admitir que nos impongan sus condiciones ni que retrasen eternamente nuestro caminar.
Se han acabado las patentes de corso, que han propiciado luchas fratricidas y est¨¦riles. Y hay que empezar a definir con rotundidad las coordenadas y las reglas del juego. Miles de compa?eros j¨®venes reclaman ya una presencia efectiva en la profesi¨®n y una realizaci¨®n personal que nuestras contradicciones internas demoran m¨¢s de lo razonable.
Ya no hay m¨¢s defensores de la sanidad p¨²blica que los buenos profesionales que en ella trabajan d¨ªa a d¨ªa con honestidad. Lo hagan en exclusiva o no.
Ya no hay m¨¢s traidores a la clase m¨¦dica que quienes ostentan cargos de representaci¨®n para su proyecci¨®n personal. Permiten la corruptela en el ejercicio diario de su profesi¨®n, incumplen sus obligaciones con conocimiento de causa o anteponen intereses partidistas a la soluci¨®n de los problemas colectivos.
Ya no hay m¨¢s corporativistas que aquellos que, aisladamente o en grupo, anteponen sus intereses a los intereses generales.
La mayor¨ªa, por su dedicaci¨®n diaria, su cualificaci¨®n y sus actitudes ¨¦ticas y profesionales, est¨¢, en la actualidad, en condiciones de poner cada etiqueta donde corresponde. Y ello avala la esperanza, por m¨¢s que algunos se empe?en en ensombrecer el horizonte.
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