C¨®mo lograr que un 'pueblo callejero' se aficione a leer
El 45% de los espa?oles no lee nunca
El espa?ol es "un pueblo callejero", m¨¢s dado al ocio en la calle, piensa Javier Ab¨¢solo, del Ministerio de Cultura, y tal vez por ello diversas encuestas han demostrado que en Espa?a se lee menos que en otros pa¨ªses europeos: una reciente [EL PA?S, 18 de octubre] informaba que s¨®lo a uno de cada cinco j¨®venes le gusta leer, y a uno de cada cuatro adultos. Seg¨²n datos de 1985, el 45,3% de los espa?oles no lee nunca. Profesores y autores sugieren algunas ideas para mejorar esta situaci¨®n.
Un Quijote le¨ªdo por un maestro al lado de una estufa en una escuela rural puede hacer maravillas, piensa Luis Mateo D¨ªez, cuya novela La fuente de la edad obtuvo este a?o los premios de la Cr¨ªtica y Nacional de Literatura. Cree el novelista que la mejor recomendaci¨®n la dicta la experiencia personal, y ¨¦l sustituir¨ªa muchas horas de clase sobre los libros por horas directas de lectura, que suscitaran la curiosidad de los ni?os. Para Adelaida Garc¨ªa Morales, novelista, "un exceso de informaci¨®n en la ense?anza atrofia el inter¨¦s por otro tipo de lectura que no sea la obligada".Es casi un¨¢nime el criterio de que el h¨¢bito de lectura se forma en la escuela, y despu¨¦s el remedio es dif¨ªcil. El novelista leon¨¦s Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, director del Centro de las Letras Espa?olas, defiende que el chico pueda leer lo que le apetezca, y que tenga tiempo para hacerlo; con frecuencia no es ¨¦ste el caso, a causa de los deberes escolares. Puesto que la casa ya no es el ambiente m¨¢s propicio, por la televisi¨®n, propone que los planes de estudio tengan previstas horas de lectura dentro de la escuela.
Merino lamenta "la ¨¦poca racionalista" que le toc¨® vivir en su infancia, cuando padres y educadores ten¨ªan miedo de permitir la imaginaci¨®n en libertad. Por fortuna, piensa ahora, Bruno Bethelheim demostr¨® en su libro Psicoan¨¢lisis de los cuentos de hadas que lo maravilloso no s¨®lo no es malo para los ni?os, sino necesario.
Minor¨ªas
Garc¨ªa Morales piensa que le lectura ha sido siempre de minor¨ªas, si bien las proporciones cambian seg¨²n los pa¨ªses. La autora de El Sur menciona la televisi¨®n como una de las primeras causas de la poca lectura. "Creo que la televisi¨®n atrofia la capacidad de fabulaci¨®n, la aproximaci¨®n al libro".La televisi¨®n ayuda tambi¨¦n a imponer los juegos propuestos por el mercado, que, en su opini¨®n, fomentan la pasividad. Seg¨²n ella, la tendencia a la disminuci¨®n de la lectura "tiene que ver con unas formas culturales de embrutecimiento, de p¨¦rdida de la individualidad, relacionadas con la cultura de masas; se siguen los modelos propiciados por la publicidad, los telefilmes". Y a?ade: "No veo qu¨¦ puede fomentar la lectura".
Tendr¨ªan que producirse muchos cambios para invertir la tendencia, piensa Garc¨ªa Morales, pero sobre todo una educaci¨®n que buscase el desarrollo de la imaginaci¨®n; seg¨²n ella, un consumismo que llega hasta los juegos de los ni?os ayuda a impedir la capacidad de fabular.
La televisi¨®n no ha de ser forzosamente nociva para la lectura, piensa el editor Jorge Herralde, y recuerda que en Francia el programa Apostrophe, un espacio de debate literario que se mantiene desde hace una d¨¦cada en los primeros puestos de la audiencia, hace que aumenten considerablemente las ventas de los libros sobre los que se discute.
Es m¨¢s optimista Javier Ab¨¢solo, director del Centro del Libro y de la Lectura, organismo dependiente de la Direcci¨®n General del Libro; en su opini¨®n, maestros cada d¨ªa m¨¢s competentes, con mejores t¨¦cnicas pedag¨®gicas, est¨¢n consiguiendo inculcar el h¨¢bito de lectura en los escolares. ?se es de hecho el sector al que se dirigen los principales esfuerzos de su departamento. El Centro del Libro y de la Lectura insiste en las campa?as dirigidas a los maestros, y promueve la creaci¨®n de bibliotecas escolares de ocio: desde 1982 se han distribuido en 2.300 escuelas sendas colecciones de 1.000 libros, y se realizan exposiciones de una colecci¨®n de 1.555 t¨ªtulos.
El espa?ol es, sin embargo, un pueblo callejero -piensa Ab¨¢solo-, menos dado que otros al ocio practicado en casa y en silencio, y ello tiene sus repercusiones en la lectura. "La lectura es un acto libre y voluntario", dice, y, "m¨¢s que la cantidad, se ha de cuidar la calidad".
Reconoce Ab¨¢solo que las estad¨ªsticas espa?olas no son buenas, si bien recuerda una proporci¨®n constatada por el soci¨®logo franc¨¦s Robert Escarpit, para quien, en un pa¨ªs desarrollado, un tercio de la poblaci¨®n lee, otro tercio sabe que existe esa posibilidad y a veces la practica, y el ¨²ltimo tercio no lee nunca.
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