La autopista y lo dem¨¢s
SI EN 1982 las iras de los valencianos afectados por las inundaciones se dirigieron contra el pantano de Tous, que revent¨® ante el empuje de las aguas procedentes de lluvias torrenciales, ahora es la autopista del Mediterr¨¢neo, laA-7, el centro de los denuestos. El Ayuntamiento de Alzira, el n¨²cleo urbano m¨¢s afectado por la cat¨¢strofe, acord¨® por unanimidad el pasado d¨ªa 6 instar al Ministerio de Obras P¨²blicas a adoptar medidas urgentes para resolver el problema de la autopista, "que act¨²a como dique y dificulta el curso de las aguas". Tanto el presidente de la Generalitat valenciana, Joan Lerma, como el conseller de Obras P¨²blicas, Rafael Blasco, se han pronunciado en los ¨²ltimos d¨ªas a favor de efectuar obras que la hagan m¨¢s permeable. Finalmente, el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo, que desde 1982 no se hab¨ªa pronunciado al respecto, pese a las numerosas denuncias de los afectados sobre el papel que desempe?a la autopista como muro de contenci¨®n, ha ordenado abrir aliviaderos en ella para hacer m¨¢s f¨¢cil el movimiento de las aguas. As¨ª lo ratific¨® el ministro Javier S¨¢enz Cosculluela en Alicante.
Diversos informes avalan la tesis -no compartida por la direcci¨®n de la empresa concesionaria, Autopistas del Mare Nostrum (Aumar)- de que la autopista, trazada en sentido paralelo a la costa, y perpendicular, por tanto, al r¨ªo y al flujo natural de las aguas entre el mar y la tierra, ejerce de dique. Sin ser el ¨²nico factor determinante de los efectos de las inundaciones, s¨ª puede ser importante. En 1982, la existencia de la autopista hizo subir el nivel de las aguas en Alzira medio metro sobre el que hubieran alcanzado de no estar presente ese obst¨¢culo.
La realidad, no obstante, es suficientemente compleja como para buscar una ¨²nica cabeza de turco. No se debe cargar toda la responsabilidad sobre una sola, aunque importante, construcci¨®n humana, cuando toda la costa mediterr¨¢nea espa?ola est¨¢ repleta de ellas. No s¨®lo la A-7 es un muro de contenci¨®n de las aguas cuando fluyen en direcci¨®n al mar. Tambi¨¦n lo son, aunque puede que en menor medida, la carretera nacional 340 y la v¨ªa f¨¦rrea de Renfe. Y no s¨®lo hay muros de contenci¨®n perpendiculares a las v¨ªas fluviales. Hay numerosas construcciones y cultivos situados en cauces de r¨ªos o ramblas que no porque permanezcan secos durante per¨ªodos de varios a?os han dejado de serlo. La especulaci¨®n tur¨ªstica, la voracidad de los propietarios de terrenos, la corrupci¨®n administrativa en muchos ayuntamientos ha contribuido a generar una situaci¨®n altamente peligrosa.
Las riadas se producen debido a las caracter¨ªsticas clim¨¢ticas de la zona, agravadas por la galopante desforestaci¨®n ocasionada por la avalancha de incendios forestales padecidos durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. La destrucci¨®n del arbolado merma la capacidad de las tierras para retener las aguas, y la peri¨®dica llegada de ¨¦stas en forma de lluvias torrenciales destruye los suelos y completa el ciclo de la desertizaci¨®n.
Para evitar las inundaciones es fundamental la regulaci¨®n de los r¨ªos de r¨¦gimen torrencial, como el Segura y el J¨²car, que son los que han producido las ¨²ltimas. El Ministerio de Obras P¨²blicas ha decidido acelerar la construcci¨®n de las tres presas que regular¨¢n la cuenca del J¨²car para protegerla de las avenidas -la nueva de Tous (calculada para soportar una avenida imposible), la de Escalona y la de Bell¨²s- y las obras previstas de encauzamiento del Segura.
Pero no basta con ello. En el caso de la autopista, de la v¨ªa f¨¦rrea, de las carreteras y de las numeros¨ªsimas ocupaciones de cauces o peque?os muros de contenci¨®n, el problema es de ordenaci¨®n del territorio, de falta de criterios urban¨ªsticos que tengan en cuenta las caracter¨ªsticas naturales de la zona -incluyendo la incidencia de la climatolog¨ªa- y de an¨¢rquica ocupaci¨®n humana de los terrenos.
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