'Titanic'
La emergencia del Titanic en las procelas de la actualidad es significativa como la aparici¨®n de Venus de m¨¢rmol, en la campi?a romana, desenterradas por el arado medieval/renacentista. Cuando una ruina vuelve, es que vuelve la ruina.La proa esbelta y difunda del Titanic es hoy una ciencia/ficci¨®n inversa (o fanta l ciencia, como dec¨ªa Luis Ponce de Le¨®n), que abre las aguas del milenio. La met¨¢fora es f¨¢cil: el Titanic somos nosotros, el Titanic, hoy, es el planeta, que va a hundirse por el propio peso de sus tesoros y la adversidad de las procelas, como las llamaba Azor¨ªn. Visones ingenuos asesinados en abrigo, Alaska profetizando que lo cl¨¢sico es m¨¢gico, los stradivarius de la orquesta de a bordo, sonando desde hace 250 a?os, que ahora se cumplen, las porcelanas, los juguetes, el peso excesivo de la bordadura en la manteler¨ªa del tiempo, la plata, 100 a?os de dise?o y el rev¨¦s fr¨ªo y enigm¨¢tico del oro (el oro todo lo cuenta), j¨®venes violadas en todos los camarotes (es la ¨¦pica del fin de siglo), chapuceros pol¨ªtico/teatrales a lo Vargas Llosa, el dinero de los Rothschild pesando demasiado a babor, travestidos, polic¨ªas y ex legionarios, los ni?os del Hondo Sur transportando pistolas y munici¨®n en un carrito de la compra, los angelitos negros del Polisario sobrevolando el naufragio, el ciervo, trovador del oto?o, impasible y regio, mirando desde la orilla, KIO sobrecargando de millones el Titanic en que hacemos todos la traves¨ªa hacia el a?o 2000.
FRANCISCO UMBRAL
BATLLE CAMINAL
La Bolsa es lo que m¨¢s se parece al Titanic, y la Bolsa se hunde. El crash de la Bolsa es el crash del barco, y se dir¨ªa que nadie nos hemos dado cuenta El capitalismo popular hace agua. Los sindicatos y sus califas dejan apagar los motores del barco. Hasta Nicol¨¢s Redondo habla de "timonazo", consciente de que la cat¨¢strofe es marinera. Diana de Gales y su pr¨ªncipe se distancian. El crash econ¨®mico siempre tiene en torno un folklore de crash sentimentales. Nuestro "neutralismo nuclear" es un crash Espa?a/USA/Europa. Los bombarderos nucleares USA le pesan demasiado a este Titanic de amor y lujo que es el siglo.
Y Balenciaga resurge como el hombre/Titanic del fin de siglo, para vestir de noche a las pre/ahogadas. Todo como en la realidad y en la pefi. Los profetas de la glasnost y la perestroika claman al cielo desde el puente de mando. Nuestro Titanic/siglo, adem¨¢s de tesoros, lleva armas francesas y espa?olas en su ¨²tero de confraternidad y maderamen: destino, Teher¨¢n. S¨®lo Ram¨®n Tamames, vestido de Crist¨®bal Col¨®n, se?ala el camino suyo, l¨®gico, ramoniano, para que no embarranquemos contra las escarpaduras del milenio.
As¨ª las cosas, el siglo XX (ahora, a su final, lo vemos) ha sido un Titanic, como aqu¨¦l, inaugural de tantas ilusiones, destinado tambi¨¦n a hundirse con la orquesta (hoy heavy metal) sonando, y Lady Di asomando por la borda un escote excesivo incluso para morir (Isabel Preysler s¨®lo es una filipina de tercera). El Titanic ingente de mi siglo va sin remedio contra los arrecifes venideros de un futuro japon¨¦s e inc¨®gnito. Los japoneses son unos marcianos previos.
Nadie ha sabido hac¨¦rselo, al Este ni al Oeste. El Titanic l siglo XX se hunde porque le env¨ªan y nos env¨ªan hacia el Mar de los Sargazos de un futuro tan prefabricado como ignorado. Y se hundir¨¢ solo, quiz¨¢, antes de llegar all¨¢, por su propio peso, por su exceso de d¨®lares evadidos, armas clandestinas, amantes esbeltas por fuera y obesas de coca por dentro, revoluciones traicionadas, Papas viajeros con 20 siglos como 20 ba¨²les de equipaje, y, lo que m¨¢s pesa de todo, una cr¨®nica sorda y plomiza que alguien va leyendo: una vieja cr¨®nica de Raymond Aron.
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