Aventura en Guinea

No era una noche cualquiera. Estaba a punto de iniciar una nueva etapa en mi vida, y muchas eran las ilusiones y tambi¨¦n, por qu¨¦ no decirlo, muchos los recelos. Formaba parte de un grupo de profesores que iba destinado a Guinea Ecuatorial, dentro del programa de la cooperaci¨®n espa?ola. Las enfermedades tropicales, por desconocidas m¨¢s terribles, pon¨ªan un punto de preocupaci¨®n en mi mente. ?Qu¨¦ lejos estaba yo de imaginar que otro tipo de enfermedades iba a lacrar nuestra tarea!: presiones, desatinos, incoherencias y un sinn¨²mero de arbitrariedades jalonaron nuestra estancia. Y a la cabeza de este ej¨¦rcito de ineptitudes, portando el estandarte del capricho y, la amenaza, de la veleidad y del dislate, el m¨¢ximo representante del Gobierno espa?ol, don Antonio N¨²?ez Garc¨ªa-Sa¨²co, embajador de Espa?a. en Guinea, en la c¨²spide de su -esperemos ef¨ªmero- virreinato. Para los que hemos tenido que padecer en carne propia su directa protecci¨®n no deja de sorprendemos el empecinamiento del presente Gobierno en mantener al capit¨¢n de un barco que "por su mano sabiamente gobernado" (que dir¨ªa Fray Luis de Le¨®n) se hunde irremisiblemente. Y, mientras tanto, la fragata francesa infla sus velas con crecientes ¨ªmpetus.A impulsos de su propio lodo, el Guadiana de la cooperaci¨®n emerge de cuando en cuando, no con las cristalinas aguas de actuaciones eficaces y honradas, sino con la turbia corriente de la ineptitud y la corrupci¨®n. No puede escap¨¢rsenos que la responsabilidad de tanto desprop¨®-

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