Beira, un tren al rojo vivo
El Gobierno mozambique?o se esfuerza en mantener abierto el corredor del ¨ªndico a Zimbabue
Fuera de las ciudades de cemento, Mozambique es un inmenso territorio sin ley. Nunca se sabe cu¨¢ndo ni d¨®nde pueden golpear, pero los ataques de los guerrilleros de la Resistencia Nacional Mozambique?a (Renamo), que se conocen como los "bandidos" a sueldo de Sur¨¢frica, han convertido en una peligrosa aventura los desplazamientos terrestres. Ni siquiera los convoyes militares garantizan un final feliz al viajero. Y las comunicaciones a¨¦reas, especialmente en un pa¨ªs de escasos recursos como Mozambique, no bastan para evitar el estrangulamiento econ¨®mico. Por ello, el gran reto del Gobierno es el de mantener operativo el corredor de Beira, un pasillo de unos 314 kil¨®metros de largo. Este paso es estrat¨¦gico, pues por ¨¦l corren paralelos, desde el puerto del mismo nombre en el Indico hasta la frontera con la vecina Zimbabue, una carretera, una l¨ªnea de ferrocarril y un oleoducto.
Tropas zimbabuas colaboran all¨ª con las mozambique?as para mantener despejado el eje. Numerosos pa¨ªses occidentales, entre ellos Espa?a, han acudido en ayuda del flanco m¨¢s d¨¦bil del ?frica Austral contra el apartheid surafricano. Sus apuestas miran a un programa de 790 millones de d¨®lares (unos 90.000 millones de peletas) para la rehabilitaci¨®n del corredor tras a?os de sabotajes y abandono.Desde hace tres d¨ªas, Beira -la segunda ciudad de Mozambique- permanece a oscuras y sin agua corriente. Un sabotaje de los bandidos en las monta?as Vandusi (a unos 140 kil¨®metros de la ciudad) ha dejado fuera de combate dos postes del tendido el¨¦ctrico. Se prev¨¦ que la expedici¨®n de emergencia para reponerlos no lograr¨¢ su objetivo hasta la pr¨®xima semana.
Para los habitantes de la ciudad no constituye ninguna novedad. "El a?o pasado los sabotajes nos obligaron a pasar as¨ª seis meses seguidos", comenta el recepcionista de un hotel, mientras trabaja a la luz de un candil.
Vulnerable
Zimbabue, que importa todo el petr¨®leo que consume, ha estacionado en Mozambique unos 6.000 soldados para que no pierdan de vista el oleoducto que los aprovisiona, desde los primeros metros del recorrido, en uno de los muelles del puerto de Beira.Las patrullas de soldados mozambique?os y zimbabuos se suceden a lo largo de todo el corredor, con. refuerzos especiales a los pies de los puentes, el objetivo favorito de los guerrilleros.
"Es cierto que no hemos logrado eliminar por completo los ataques al corredor, pero s¨ª hemos logrado disminuir su frecuencia e impacto", afirma Antonio Ferrado, un alto responsable de los transportes por el corredor de Beira. El ferrocarril sigue siendo el m¨¢s vulnerable a los sabotajes.
El tramo que sale de Beira hacia Malaui permanece cerrado por falta de seguridad. El resto de la l¨ªnea, que s¨®lo dej¨® de funcionar completamente entre 1976 y 1980 -los a?os de las sanciones a la Rhodesia blanca-, ha dejado de funcionar 81 d¨ªas este a?o por culpa de los sabotajes.
Ferrocarril rehabilitado
No es un triunfo completo, pero al menos, asegura Ferrado, las interrupciones ahora no se prolongan nunca m¨¢s de 48 horas.El ferrocarril ha sido rehabilitado -excepto en un tramo de 28 kil¨®metros, donde no se han terminado las obras- con apoyo de los zimbabuos, que se han responsabilizado de poner a punto y preservar el tramo que va desde Gondola, a unos 160 kil¨®metros de Beira, hasta la frontera.
Pero los numerosos vagones ca¨ªdos a uno y otro lado de la l¨ªnea y que, dicen aqu¨ª, son como un cementerio de elefantes, constituyen una prueba de que Ferrado no exagera cuando afirma que, en su opini¨®n, ahora son m¨¢s graves los quebraderos de cabeza que le producen las carencias t¨¦cnicas que las incidencias de una zona que todos los observadores occidentales coinciden en calificar como la mayor isla del pa¨ªs, en lo que respecta a su seguridad.
El principal problema estriba en la falta de equipo de tracci¨®n, que actualmente se compone de dos locomotoras'a vapor y dos diesel. Las m¨¢quinas a vapor se utilizan para el tramo m¨¢s caliente de la l¨ªnea, situado entre Nhamatanda (a unos 98 kil¨®metros de Beira) y Gondola.
All¨ª los bandidos se aprovechan de la menor presencia de los soldados zimbabuos, cuya preparaci¨®n y armamento es considerablemente superior al de sus colegas mozambique?os que, en cambio, son minor¨ªa en las patrullas que operan al otro lado de esta tierra de nadie.
"De aqu¨ª a Gondola es como Vietnam", dice Antonio, el jefe de estaci¨®n de Nhamatanda. "S¨®lo los maquinistas arriesgan ah¨ª sus vidas porque les pagan bien por ello", a?ade.
El o¨ªdo pegado a la radio
Uno de los cuatro convoyes que, como m¨¢ximo, recorren cada d¨ªa la l¨ªnea de un extremo a otro lleva retenido en la estaci¨®n m¨¢s de tres horas. Los bandidos han dado se?ales de vida por la zona, y Antonio espera bajo el artesonado de madera de la estaci¨®n de la peque?a aldea, con el o¨ªdo pegado a una radio, a que las autoridades militares le den el visto bueno de partida para el tren hacia Zimbabue."No hace mucho padecimos un ataque a s¨®lo 1.000 metros de la estaci¨®n", comenta otro empleado de la estaci¨®n que hace girar con energ¨ªa una manivela para lograr l¨ªnea telef¨®nica con la jefatura del ferrocarril en Beira.
"Cinco horas de tiroteo; al jefe le rompieron dos costillas", a?ade. "?Qui¨¦n? ?La guerrilla, perd¨®n, los bandidos?". "No, uno de nuestros coches, que en la confusi¨®n lo atropell¨®", aclara.
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