La primera novela de Tom Wolfe, acontecimiento literario del oto?o neoyorquino
El padre del nuevo periodismo narra la ascensi¨®n y ca¨ªda de un especulador de Wall Street
Tiene las mismas p¨¢ginas que el informe del esc¨¢ndalo Irangate (700) y es tambi¨¦n un gran esfuerzo de investigaci¨®n, pero, a diferencia de ¨¦ste, la primera novela de Tom Woffe es una ingeniosa s¨¢tira neoyorquina en la que Oliver North es sustituido por un escalador financiero de Wall Street. The bonfire of the vanities (La hoguera de las vanidades), 19,95 d¨®lares (unas 2.280 pesetas), editada por Farrar, Straus y Giroux, es una novela urbana, la novela de Nueva York, la capital del mando en este final de siglo, escrita por el ya m¨ªtico creador del nuevo periodismo, que se adentra as¨ª en el mundo de la ficci¨®n.
Wolfe, un dandi de 56 a?os que afirma que el novelista "tiene que adentrarse en la locura", ha situado a su primera novela entre los libros m¨¢s vendidos. Ya se habla de ¨¦l como el Dickens de la ciudad de los rascacielos. "No se hab¨ªan escrito novelas de esta ciudad en el sentido en el que Dickens o Thackeray escribieron novelas de Londres, o Balzac o Zola lo hicieron sobre Par¨ªs", explica Wolfe, autor del Right stuff, The painted world, Rad¨ªcal chic, Mauve, gloves and madmen y From Bauhaus to our house.
The bonfire of the vanities, una vez superado el reflejo negativo ante su grosor, es una historia que cuesta abandonar. Fue publicada primeramente por entregas, 29, por la revista Roffing Stone, pero Wolfe, para el libro, cambi¨® el personaje: un escritor ad¨²ltero por otro mucho de m¨¢s de moda: un especulador de Wall Street.
La novela cuenta la incre¨ªble ascensi¨®n y ca¨ªda de Sherman McCoy, un "maestro del universo", desde el piso 55 de la firma financiera Pierce and Pierce -donde es el agente estrella en bonos de inversi¨®n hasta la ignominia del banquillo ante un tribunal de lo criminal.
Es el paso desde un apartamento de 14 habitaciones en la elegante Park Avenue, en el coraz¨®n blanco y lujoso de Manhattan, por el que McCoy, cuya caracter¨ªstica principal es una "barbilla de triunfador tipo universidad de Yale", ha pagado 2,6 millones de d¨®lares, hasta el tribunal de distrito del South Bronx, una fortaleza en la jungla de la violencia, de la que jueces y abogados no se atreven a salir ni para comer por miedo a ser asaltados. De la luz cegadora y brillante de Manhattan a las sombras del Bronx, donde la delincuencia negra y puertorrique?a alimenta un sistema judicial que no da abasto.
Entre estos dos polos y la mezcla ¨¦tnica del Nueva York de los ochenta transcurre la novela, que Wolfe comenz¨® por la ciudad y "luego me preocup¨¦ por buscar los personajes", y no al rev¨¦s, como suele ser habitual. The bonfire of the vanities tiene la misma t¨¦cnica del reportaje minucioso y la captura de los detalles que distinguen toda la obra de Wolfe. Se ha escrito que es "el nuevo periodismo por otros medios". El autor explica que "el reporterismo es la parte minusvalorada de la t¨¦cnica; hablemos de novela o de no ficci¨®n".
La descripci¨®n del mundo de codicia, agresividad e inanidad de los nuevos supermen de Wall Street, pegados a las terminales de sus ordenadores y, a golpe de tecla electr¨®nica y saltos de gusanitos verdes en sus pantallas, moviendo miles de millones de d¨®lares en un mercado global que no para nunca, es insuperable. Wolfe desnuda la vulnerabilidad de esta nueva raza de humanos que, como McCoy, temen quedarse en n¨²meros rojos "con un mill¨®n de d¨®lares de salario anual".
El mundo de Sherman McCoy, 38 a?os, con querida de lujo en un apartamento de protecci¨®n oficial, porque su mujer -que ya tiene 40 a?os- no le da f¨ªsicamente lo que la biolog¨ªa de un triunfador de las finanzas tiene derecho a exigir, comienza a hundirse por una est¨²pida equivocaci¨®n de tr¨¢fico. De vuelta del aeropuerto Kennedy, en su Mercedes de 48.000 d¨®lares, de recoger a su amante, McCoy toma la direcci¨®n equivocada a la salida del puente Triborough y en vez de adentrarse en su seguro saco amni¨®tico de Manhattan entra en la selva del Bronx.
Ficci¨®n y realidad
Aterrorizado por la aparici¨®n de dos j¨®venes negros en un callej¨®n -"la profunda preocupaci¨®n que vive en la base del cr¨¢neo de todo residente de Park Avenue al sur de la calle 96 es la aparici¨®n de un joven negro, alto, esbelto, calzando zapatillas blancas de tenis"-, su Mercedes maniobra con p¨¢nico y pilla a uno de ellos. McCoy huye del lugar de los hechos y no informa a la polic¨ªa. En ese momento entra en escena un demag¨®gico reverendo de raza negra, Bacon, que inflama al Bronx denunciando un crimen racial que la polic¨ªa blanca no se preocupa en investigar.Y Wolfe crea una cascada de personajes barojianos con vida propia que enganchan el inter¨¦s del lector: el fiscal del distrito, Weiss, un jud¨ªo que ve el cielo pol¨ªtico abierto con el caso -se tiene que presentar a la reelecci¨®n- de un gran acusado blanco ante el tribunal del gueto negro e hispano del Bronx; un periodista brit¨¢nico alcoholizado, Peter Fallow, reportero de un diario sensacionalista que utiliza el caso para salir de la sima profesional en la que se haya...
The bonfire of the vanities demuestra que Tom Wolfe no suscribe la teor¨ªa expresada en los a?os sesenta por el joven novelista Philip Roth, cuando afirmaba que vivimos en una ¨¦poca en la que la imaginaci¨®n del novelista es impotente ante lo que sabe que va a leer al d¨ªa siguiente en los peri¨®dicos. "Nunca me pareci¨® muy convincente. Creo que el novelista tiene que trabajar m¨¢s duro. Si ¨¦sta es una era loca, el novelista tiene que adentrarse en la locura y ver lo que est¨¢ pasando". Wolfe lo ha hecho con iron¨ªa, maestr¨ªa de lenguaje y con un refrescante sentido de la caricatura.
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