Invitaci¨®n al desencuentro
Uakti + Enrique Morente. Toots Thielemans + Sivuca
VIII Festival de Jazz de Madrid. Teatro Alb¨¦niz. 20 de noviembre. Madrid.
El hecho de que la pen¨²ltima jornada de este inabordable festival de jazz viniera con el preciso marchamo de la extravagancia no puede impedir el reconocimiento de un hecho: Uakti practica una muy bella concepci¨®n musical. Son de Minas Gerais, Brasil, y es m¨¢s f¨¢cil encuadrarlos en el desencasillamiento de la m¨²sica contempor¨¢nea que intentar llegara otro tipo de discernimiento. Sus ra¨ªces son brasile?as y hasta de su propio estado; sus m¨¦todos, encontrados en la aventura de la cotidianidad.Al fin y al cabo, vienen a ser una especie de escuela moderna de percusi¨®n. Cazuelas, tubos, flautas perdidas y encontradas en la selva, cajones, mastodontes de duralex, nuevos ingenios y cuerdas inveros¨ªmiles componen el instrumental del grupo. Realizan su labor con precisi¨®n de invento reci¨¦n hallado y todo suena bien. Su m¨²sica parece una constante invitaci¨®n a que todos seamos un poco menos malos. Est¨¢ en su nombre una leyenda del nordeste brasile?o y todo cuadra cuando en su ejecuci¨®n aparece algo que se podr¨ªa llamar el bosque susurrante.
La parafernalia instrumental parece revivir una vieja apuesta superrealista: el arte tendr¨¢ alg¨²n sentido cuando artistas seamos todos. Algo de eso coincide cuando m¨¢s de uno puede volver a casa pensando en afinar sus tarros de caf¨¦ instant¨¢neo, una de sus pr¨¢cticas. Era la primera vez que presentaban su m¨²sica en Madrid y si algo parece claro es que aquello pod¨ªa haber durado tres minutos, tres d¨ªas o tres semanas. Antes de vencer tales plazos, el p¨²blico, nosotros, podr¨ªamos haber subido al escenario y formar parte de la tribu encantadora.
Resultaba muy interesante o¨ªr todo aquello. La percusi¨®n es brillante y la melod¨ªa sencilla como un cubo antes de que los descubriera Picasso. En su discurso hay mucha apacibilidad de la selva cuando la selva se pone apacible, pero si lo que seguimos son las notas, nos encontramos bajo el amparo de cosas que se pueden parecer hasta a los paraguas de Cherburgo. En cualquier caso, todo pod¨ªa sucerme menos perder las ganas de seguir escuch¨¢ndolos.
Venir a cuento
Fue entonces cuando apareci¨® Enrique Morente a cantar sus cantes, con Montoyita a la guitarra. Ambos est¨¢n reconocidos por quienes gustan del flamenco. Pero al margen de que estuviera escrupulosamente anunciado en el programa es dif¨ªcil conceder que aquello pudiera venir a alg¨²n cuento. No hay que ser muy listo para saber que el jazz viene a ser una nacionalidad y que, entonces, poco tiene que ver nada que crezca en suelo preciso y ajeno. Se cant¨® flamenco, un arte del que tambi¨¦n existen festivales y afici¨®n. Luego se sumaron Jos¨¦ Antonio Galicia, baterista empecinado en este tipo de batallas -que no otra cosa resultan- y dos j¨®venes cantaores que llegaron a resultar molestos en las palmas. Morente agradeci¨® la hermandad musical que le daba entrada en concierto y asever¨® que no hay "arte aparte". La reentrada de Uakti sirvi¨® para demostrar exactamente lo contrario.
El propio Morente nos inform¨® de que hace tres d¨ªas que se estaban viendo y daba la impresi¨®n de que no se resultan antip¨¢ticos. El caso es que en ning¨²n momento la m¨²sica que practica Uakti aporta nada, absolutamente nada, a una sole¨¢ cantada por Morente y la compa?¨ªa. Todo fue muy aplaudido por un p¨²blico de abundante presencia brasile?a y apostillado por una entonaci¨®n de ol¨¦s, jam¨¢s o¨ªda all¨ª donde el flamenco sucede. ?Habr¨¢ que volver a preguntarse si el fomento del desencuentro, esta vez Brasil-flamenco tiene alg¨²n tipo de identificaci¨®n en un festival de jazz? La verdad es que todo suena a capricho personal, como si a alguien le gustaran este tipo de cosas que no funcionan ni en broma. Acaba resultando tan raro como que corresponda a m¨²sicos valencianos telonear a Miles Davis en las dos ¨²ltimas ediciones de este festival. Todo un poco raro y bastante exc¨¦ntrico.
Luego sali¨® Sivuca, patriarca brasile?o, gemelo de Hermeto Pascual y gran maestro del acorde¨®n. Desde el principio se vio su magistral car¨¢cter y que lo que interpreta es m¨²sica ligera. Toots Thielemans tambi¨¦n resulta muy ligero y aquello pudo sonar mejor, como gente que, de hecho, ha grabado ya un par de discos juntos.
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