Parodia desproporcionada

A pesar de la decadencia visible del g¨¦nero, los a?os sesenta y primeros setenta han dejado buenos westems para la historia. Ah¨ª est¨¢n para demostrarlo los ¨²ltimos coletazos de los grandes (Ford y El gran combate, Walsh con Una trompeta lejana, Hawks rematando R¨ªo Bravo con Eldorado y R¨ªo Lobo ... ), excelentes artesanos acabando sus filmografias con filmes del Oeste (Curtiz con Los comancheros y Thorpe con Duelo a muerte en R¨ªo Rojo) y nuevos inquilinos que alquilaban el m¨¢s s¨®lido edificio gen¨¦rico del s¨¦ptimo arte (Peckinpah o Hellman).John Sturges, buen realizador de westems, se apunt¨® a esa modalidad en 1965 con La batalla de las colinas del whisky. S¨®lo que esta vez d¨¢ndole un tono par¨®dico a todas luces desproporcionado. La pel¨ªcula, de dos horas y media de duraci¨®n, contaba con un admirable acabado t¨¦cnico, unos int¨¦rpretes de altura y luc¨ªa muy bien -se disfrutaba, vamos- en las gigantescas dimensiones de la pantalla ciner¨¢mica -aunque no fuera rodada para tal fin- Pero esta salvaje histona de indios, caballer¨ªa, mujeres prohibicionistas y agua loca -como llaman los primeros al l¨ªquido cuyo cargamento suscita la batalla- tiene en su desmesura todos los defectos.

La batalla de las colinas del whisky se emite hoy, a las 22.30, por TVE1.