El 'bunker' de la Europa del Este se crece
Los reveses de los reformistas, aprovechados por los comunistas ortodoxos
Las fuerzas m¨¢s reacias a cambios pol¨ªticos sustanciales en los pa¨ªses socialistas est¨¢n, al menos de momento, de enhorabuena. La ca¨ªda del jefe del partido comunista en Mosc¨², Boris Eltsin, a causa de su "exceso de celo renovador" parece haberse interpretado en diversos pa¨ªses del este de Europa como una se?al de que los consevadores, bur¨®cratas y adversarios de la perestroika no s¨®lo pueden evitar su marginaci¨®n pol¨ªtica, sino recuperar la iniciativa.
Los reveses de los reformistas son aprovechados para una ofensiva ortodoxa que intenta presentar las crecientes dificultades econ¨®micas, la ca¨ªda del nivel de vida y mayores exigencias en el trabajo como producto de la nueva pol¨ªtica. Con acciones intimidatorias de la polic¨ªa pol¨ªtica, cuyas direcciones en el Este son parte del bloque inmovilista, est¨¢n, mostrando los l¨ªmites que los comunistas conservadores quieren imponer a la renovaci¨®n. Las expectativas creadas por Mijail Garbachov entre la poblaci¨®n de todos los pa¨ªses del Este plantean ya serios peligros para estos grupos, que temen una inestabilidad que acabe poniendo en duda el papel dirigente de los comunistas.Vanos acontecimientos de las ¨²ltimas semanas en el este de Europa avalan esta impresi¨®n. En Ruman¨ªa, donde el presidente Nicolae Ceaucescu no s¨®lo no aplica la renovaci¨®n en el sentido gorbachoviano sino la condena expresamente, las revueltas se deben m¨¢s a la desesperaci¨®n que a esperanzas despertadas por una pol¨ªtica sovi¨¦tica de la que poco o nada sabe la poblaci¨®n.
En Polonia, la pol¨ªtica reformista del presidente Wojciech Jaruzelski sufre un dur¨ªsimo rev¨¦s al no ser confirmada en el refer¨¦ndum del pasado 29 de noviembre. Las fuerzas ortodoxas del partido han sentido tanta satisfacci¨®n por ello como los amplios sectores de la poblaci¨®n que se niegan a conceder al general credibilidad alguna. "Esto es lo que pasa cuando se intentan aplicar mecanismos ajenos a nuestro sistema", ha comentado m¨¢s de uno ante el fiasco de Jaruzelski, uno de los pocos dirigentes del Este que se ha comprometido con la nueva pol¨ªtica del Kremlin.
En Bulgaria, los cortes de energ¨ªa y exigencias de mayor calidad y disciplina en la producci¨®n tambi¨¦n suministran argumentos a las fuerzas que dicen que "antes se viv¨ªa mejor". En Checoslovaquia y en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) se alternan los gestos y discursos reformistas con acciones policiales contra la disidencia. En Praga avanza ya una generaci¨®n competente de gente joven no comprometida con la pimavera del 68 y su represi¨®n, con sed de viento fresco, efectividad y veracidad, pese a las zancadillas de los viejos inmovilistas.
En la RDA, la direcci¨®n del partido comunista (SED) ha demostrado no estar dispuesta a tolerar que la reestructuraci¨®n en la URSS ponga en duda su gesti¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica y su plena autoridad. Kurt Hager, secretario del comit¨¦ central responsable de propaganda, ya advirti¨® que "el hecho de que un vecino [la URSS] empapele su casa no nos obliga a hacer lo mismo". El viernes de la pasada semana hubo una nueva advertencia, esta vez no ret¨®rica. El r¨¦gimen desat¨¦ una amplia acci¨®n policial contra activistas religiosos en Berl¨ªn Este y otras ciudades para demostrar qui¨¦n sigue mandando y que las iglesias, sobre todo la evang¨¦lica, que cada vez acogen bajo su protecci¨®n a m¨¢s j¨®venes descontentos o automarginados en el socialismo, debe frenar la escalada reivindicativa.
En diversas ciudades de la RDA la polic¨ªa ha obligado a retirar fotos de Gorbachov con velas ardiendo, puestas en las ventanas de sus casas por familias que han visto denegadas sus solicitudes de emigraci¨®n.
Dos alianzas opuestas
Dos alianzas opuestas se han creado en la comunidad socialista. Por un lado se perfila el curioso eje entre el pa¨ªs m¨¢s avanzado, la RDA, y el m¨¢s retrasado, Ruman¨ªa. Por distintas razones, Erich Honecker y Nicolae Ceaucescu se han erigido en los mas decididos adversarios de los cambios. En una reciente visita a Bucarest de Honecker, los m¨¢ximos dirigentes emitieron un comunicado calificado por medios sovi¨¦ticos como "la declaraci¨®n de los sordos", en el que se ignora por completo a la URSS y su nueva pol¨ªtica.
Por el otro lado, Jaruzelski y el dirigente h¨²ngaro Janos Kadar han formado una pareja de apoyo abierto a la pol¨ªtica de Gorbachov y sus consecuencias tanto en sus propios pa¨ªses como en las relaciones entre los Estados socialistas. En la reciente cumbre del Consejo de Ayuda Mutua Econ¨®mica (CAME) ya funcionaron estas alianzas, con Hungr¨ªa y Polonia pidiendo una r¨¢pida aceleraci¨®n de la integraci¨®n econ¨®mica y Ruman¨ªa y la RDA bloque¨¢ndola.
La clase dirigente en los aparatos comunistas en el este de Europa teme, con raz¨®n, una desestabilizaci¨®n de su poder de profundizarse en la v¨ªa encauzada por Gorbachov. Parte de la poblaci¨®n teme una reacci¨®n pendular hacia una nueva represi¨®n de la cr¨ªtica y paralizaci¨®n de las reformas como las habidas tras la era Jruschov. Se recuerda que tras el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS (PCUS), con la condena del estalinismo, se produjeron las sangrientas crisis de Polonia y Hungr¨ªa y comenz¨® una larga ¨¦poca de inmovilismo. Otros, sin embargo, piensan que el proceso ahora en marcha es irreversible y se debe a la incapacidad del sistema comunista existente de afrontar el reto de la nueva revoluci¨®n industrial o tecnol¨®gica y su impotencia para controlar los nuevos medios de informaci¨®n y comunicaci¨®n. ?stos, muchos de ellos comunistas, piensan con Gorbachov que "el mayor peligro no est¨¢ en la reforma, sino en su no realizaci¨®n".
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