Monoteismo y libertades
Recientemente, en una entrevista concedida a TVE, el eximio escritor norteamericano Gore Vidal confesaba a prop¨®sito de un libro Juliano el ap¨®stata que para ¨¦l, como para su h¨¦roe, el monote¨ªsmo conduc¨ªa inexorablemente al totalitarismo, al absolutismo y a la negaci¨®n de las libertades. Un cierto polite¨ªsmo dar¨ªa paso m¨¢s f¨¢cilmente al necesario pluralismo.A pesar de la enorme cultura e Gore Vidal y de sus acertadas intuiciones pol¨ªticas, sociales e hist¨®ricas, hemos de reconocer que esta vez no ha examiado a fondo la historia. Aqu¨ª os reducimos al monote¨ªsmo judeocristiano, en cuyo seno se han desarrollado nuestra cultura y nuestra historia. El hecho e admitir a un solo Dios trasendente, absolutamente por ncima de la humanidad y del cosmos, hizo posible que ya en 1 peque?o pueblo tribal del primitivo Israel estuviera vigente a instituci¨®n del profetismo. El poder nunca fue totalmente ejercido por una persona o por un grupo, porque su ¨ªntima referencia al Dios trascendente se hac¨ªa a trav¨¦s de los profetas. Y estos estuvieron siempre fuera de los c¨ªrculos del poder.
Modernamente, a partir del smo Marx y posteriormente e Julien Benda, se ha discutido ucho sobre lo que ¨²ltimamene Granisci llam¨® el "intelectual rg¨¢nico". Se trata de un falso rofeta, integrado en los c¨ªrcuos del poder, del que emerge omo el mayor exponente. En las sociedades que se han autodeclarado socialistas, el intelectual org¨¢nico aparece en todos los rincones. Sin embargo, en las sociedades autodenominadas democr¨¢ticas se presenta bajo otro nombre: el escritor subvencionado. Aqu¨ª, para sobrevivir, un intelectual necesita una ayuda econ¨®mica que dehecho est¨¢ subordinada a toda la trama del sistema. Este ¨²ltimo s¨®lo premiar¨¢ de hecho a los quie se hayan integrado en ¨¦l.
En la historia del profetismo judeocristiano nos encontramos con hombres que no se deja cazar por el sistema, sino quie se ponen frente a ¨¦l para criticarlo radicalmente. Ellos son los que representan lo m¨¢s putro y esencial del monote¨ªsmo. 0 sea, que por el hecho de tener un punto de referencia fuera y m¨¢s all¨¢ del c¨ªrculo del poder real, aquellos intelectuales inorg¨¢nicos y desamparados pudieron introducir en el tejido social el ejercicio de las libertades. Lo contrario de lo que piensa bore Vidal.
En un sabroso escrito del Nuevo Testamento llamado Carta a los hebreos se hace un repaso de los avatares a los que fueron sometidos los profetas a lo largo de los siglos, y all¨ª no s¨®lo se refiere a los cl¨¢sicos conocidos por sus escritos, sino a la muchedumbre de seres humanos que no le sometieron al sisterna precisamente porque ten¨ªan fe: "Me faltar¨ªa tiempo para contar cosas de Gede¨®n, Barac, Sans¨®n, Jeft¨¦, David, Samuel y los profetas, los cuales, por la fe, subyugaron reinos, ejercieron justicia, lograron promesas, taparon bocas de leones, apagaron la furia del fuego, escaparon al filo de la espada, superaron enfermedades, fueron bravos en la guerra, rechazaron invasiones de extra?os. Hubo mujeres que recuperaron, resucitados, a sus muertos. Otros fueron torturados, renunciando a la liberaci¨®n para lograr una resurrecci¨®n superior. Otros sufrieron la prueba de los ultrajes y de los azotes m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites establecidos, e incluso de las cadenas y de la c¨¢rcel. Fueron apedreados, aserrados; murieron al filo de la espada. Fueron de ac¨¢ para all¨¢ cubiertos con pieles de oveja y de cabra, pasando necesidad, sufriendo contrariedades, maltratados. El mundo no se los merec¨ªa. Iban errantes por los desiertos, por las montar¨ªas, por las cuevas y por las grutas del pa¨ªs. Y todos ¨¦stos, convertidos en testigos por medio de la fe, no alcanzaron la promesa, porque Dios hab¨ªa previsto algo mejor en funci¨®n de nosotros, de suerte que sin nosotros no pudieran ellos Regar a la consumaci¨®n final" (Heb 11, 32-40).
Como vemos, los profetas aut¨¦nticos siempre han sido intelectuales inorg¨¢nicos y asist¨¦micos; han bordeado las realidades sociales en las que viv¨ªan y se han apoyado en la unidad trascendente, objeto de su fe, para desde ah¨ª luchar por el ejercicio de las libertades.
A su vez, el poder, frente al fen¨®meno prof¨¦tico o de la intelighentsia inorg¨¢nica, intenta adoptar dos posturas: o adular a las mentes l¨²cidas que desde su libertad y desde su probreza se erigen frente a la potencia, o manipular los textos prof¨¦ticos que a lo largo del tiempo hansido aceptados como libros sagrados por la comunidad. Este ¨²ltimo caso se da con mucha frecuencia en la sociedad norteamericana. Precisamente desde estas mismas coluirmas el propio Gore Vidal alertaba recientemente contra el riesgo que ciertas lecturas del ¨²ltimo libro del Nuevo Testamento -el Apocalipsis- traen consigo para la paz c¨®smica nada menos. Ronald Reagan parece haber ca¨ªdo en la trampa del fundamentalismo b¨ªblico, o sea, hacer una lectura del texto prescindiendo de su verdadero significado po¨¦tico-prof¨¦tico.
Y es que el Apocalipsis de Juan es un libro escrito por un gran profeta, por un verdadero intelectual inorg¨¢nico que se resist¨ªa a ser integrado en el sistema de? imperialismo romano. El tema del libro, escrito en clave prof¨¦tica y po¨¦tica para huir de? rigor de la censura romana, es precisamente la confesi¨®n del riguroso monote¨ªsmo trascendente, desde donde los cristianos se atrev¨ªan a encararse con el ¨²nico dogina indiscutido en el supuesto pluralismo del imperio, a saber- que el emperador es dios y como a tal hay que adorarlo. Se pod¨ªan criticar incluso instituciones venerandas, pero el capricho del C¨¦sar era la manifestaci¨®n de un dios inapelable. Aqu¨ª estaba la fuerza del imperio.
La actitud prof¨¦tica de los monote¨ªstas cristianos, que ya vemos actuando en el Apocalipsis (redactado el a?o 97), sigui¨® durante tres siglos produciendo una serie de testigos o m¨¢rtires que criticaron firmemente, hasta dar por ello su vida, el absolutismo y el totalitarismo del poder imperial. Es curioso recordar que en nuestra cultura occidental fue el cristianismo el que introdujo la novedad de la libertad de conciencia y de religi¨®n. Posteriormente el poder logr¨® manipular la lectura de los textos cristianos para con ella legitimar precisamente todo lo contrario, la censura y la represi¨®n, aunque siempre hubo una nutrida tradici¨®n prof¨¦tica que ha formado la columna vertebral de la misma historia del o de los cristianismos.
Naturalmente, con esto no pretendemos hacer apolog¨¦tica, sino, sencillamente, exponer realidades, de las que algunos contempor¨¢neos se averg¨¹enzan porque creen que la moda va por otros caminos. Sin embargo, ahora es cuando la verdadera libertad de expresi¨®n debe estar abierta para tratar estos temas, teniendo en cuenta que no por ello nos salimos fuera del tiesto. -
Efectivamente, ?c¨®mo se podr¨ªa explicar si no el inter¨¦s del gran imperio del norte en desarraigar esa semilla, pobre y desamparada, que brota pujante en el sur americano y que se llama teolog¨ªa de la liberaci¨®n? El mismo Reagan y sus instituciones, como la Fundaci¨®n Rockefeller, con su Instituto para la Religi¨®n y la Democracia, ponen toda la carne en el asador para que esa emergencia prof¨¦tica, esa intelighentsia inorg¨¢nica y pobre del sur no siga adelante. Los latinoamericanos e ercen la profec¨ªa abundantemente desde su aparente nulidad, como siempre lo hicieron los profetas, y precisamente acuden al n¨²smo punto de referencia que sus antepasados los monote¨ªstas jud¨ªos y cristianos de otros tiempos.
?No ser¨¢, pues, l¨®gico advertir a los soci¨®logos, a los historiadores, a los fenomen¨®logos para que no despachen alegremente un problema que desde siglos ha preocupado a la humanidad de todos los espacios y de todas las culturas?
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