El camino del desarme
TANTO REAGAN como Gorbachov han expresado, con matices distintos, su satisfacci¨®n por los resultados logrados en la reuni¨®n que han celebrado durante tres d¨ªas en Washington. Dejando de lado las exigencias de la propaganda -y en el caso de Reagan, la presi¨®n que necesita ejercer sobre el Senado para lograr la ratificaci¨®n del tratado-, ser¨ªa necio restar importancia al paso hist¨®rico que supone la supresi¨®n de los misiles de alcance medio y corto, el primer paso concreto en el camino del desarme, de la reducci¨®n y destrucci¨®n de armas nucleares. La opini¨®n mundial, de manera abrumadora, lo ha valorado as¨ª, y es lamentable que las principales reticencias se hayan producido en Europa, en c¨ªrculos militares de la OTAN y por parte del Gobierno franc¨¦s y sectores de la derecha reaccionaria.Lo que resulta m¨¢s notable en el texto del tratado son los art¨ªculos dedicados al control, a las inspecciones para verificar el cumplimiento de lo pactado. Se trata de algo totalmente nuevo en las relaciones internacionales, que trastoca conceptos arraigados sobre el secreto militar, conceptuado como inherente a la soberan¨ªa de los Estados. El nuevo tratado especifica, con precisiones detallad¨ªsimas, las funciones que desempe?ar¨¢n los inspectores de los dos pa¨ªses en instalac¨ªones militares de la URSS y EE UU (y de los paises europeos que albergan misiles afectados por el tratado). Si el sistema funciona bien para los euremisiles, se crear¨¢ un precedente de valor inestimable para los sistemas de inspecci¨®n que ser¨¢n precisos, en las etapas ulteriores del desarme.
Aparte del tratado de los euromisiles -ya acordado con anterioridad-, la cumbre de Washington no ha registrado avances espectaculares. Pero no se puede subestimar ni el nuevo clima que se ha creado en las relaciones sovi¨¦tico-norteamericanas ni los progresos, aunque hayan sido puntuales, realizados hacia el tratado de reducci¨®n, en un 50%, de los misiles estrat¨¦gicos. Ambos rasgos ayudan a valorar el ¨²ltimo encuentro entre Reagan y Gorbachov: no ha sido ni la gran reconciliaci¨®n que establece la distensi¨®n general ni tampoco un simple acuerdo sobre un punto espec¨ªfico. A todas luces, se ha iniciado un nuevo camino, el del desarme, y_el inicio se ha hecho con un paso important¨ªsimo. Pero su alcance pleno va a depender de las futuras etapas. El anunciado viaje del presidente Reagan a Mosc¨² en la primavera de 1988 est¨¢ relacionado directamente con la firma del tratado estrat¨¦gico, el cual significar¨ªa el viraje m¨¢s fundamental de la pol¨ªtica internacional desde la II Guerra Mundial. El principal obst¨¢culo para esa firma dimana de la insistencia de Reagan en su proyecto de Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) y en la exigencia de la URSS del cumplimiento estricto del tratado de misiles antibal¨ªsticos (ABM) de 1972, que limita los experimentos requeridos para realizar la SDI. Ahora quedan unos seis meses para que Gorbachov logre ablandar a sus militares en este tema, o para que Reagan decida si deja o no a su sucesor una decisi¨®n de tanta trascendencia.
Si la vida internacional -a pesar de las enormes dificultades que permanecen y de las nuevas que surjan- ha empezado a marchar por un camino nuevo, es particularmente grave que en Europa se manifiesten reticencias ante el proceso, que le lleva a asumir en mayor grado las necesidades de su propia seguridad. Punto decisivo para los europeos es acabar con el actual desequilibrio en armas convencionales. Europa necesita colocarse, con vistas a las pr¨®ximas negociaciones sobre este tema, con imaginaci¨®n e iniciativas. Por desgracia, recientes experiencias confirman que no se logra progresar hacia posiciones europeas conjuntas. Y si Europa no es capaz de actuar unida, el descenso de su papel en la pol¨ªtica mundial ser¨¢ inevitable.
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