El futuro de la econom¨ªa internacional
Algunos economistas temen el estallido de una gran depresi¨®n, con dram¨¢ticas ca¨ªdas en la producci¨®n y el empleo, recordando la crisis de 1929, que tan nefasta result¨®, a pesar de que entonces el desplome de las bolsas fue menos vertiginoso que el de ahora. Los menos pesimistas, entre los que figuran la OCDE y el FMI, resaltan que los riesgos para la coyuntura, cuyas perspectivas de futuro ya eran poco brillantes antes del crash, han aumentado; esto es como decir que, en vista de la incertidumbre reinante, todo es posible.La comparaci¨®n con 1929 no es obvia, ni mucho menos. En primer lugar, las cotizaciones burs¨¢tiles comenzaron a caer precipitadamente en Estados Unidos cuando la coyuntura ya era recesiva, la producci¨®n ya estaba disminuyendo y los precios incluso tend¨ªan a la baja. La situaci¨®n actual es distinta, pues tanto en Estados Unidos como en la Comunidad Europea (CE), Jap¨®n y los nuevos pa¨ªses industriales de Extremo Oriente las inversiones reales y la producci¨®n crec¨ªan (y lo siguen haciendo).
En segundo lugar, las autoridades monetarias norteamericanas, en 1929-1932, redujeron la oferta monetaria en m¨¢s de un tercio, en vez de aumentarla con el fin de satisfacer la creciente demanda de dinero efectivo, fruto de la depresi¨®n burs¨¢til. Hoy d¨ªa, sin embargo, los bancos emisores saben que, en caso de una fuga en manada desde los valores burs¨¢tiles hacia el dinero efectivo, tienen que (y pueden) inyectar la liquidez necesaria al sistema econ¨®mico; es decir, actuar corno prestamista de ¨²ltima instancia.
Disipado el fantasma de cat¨¢strofe, s¨ª es posible que se deteriore la trayectoria coyuntural. Sobre todo en pa¨ªses donde la inversi¨®n en la bolsa es una forma preferida por los individuos para ahorrar las p¨¦rdidas sufridas (en papel o de hecho) pueden verse reflejadas en una menor propensi¨®n al consumo. Por otro lado, las empresas podr¨ªan reconsiderar sus planes de inversi¨®n, ya sea porque la ampliaci¨®n de capital se ha hecho muy cara, ya sea porque tienen menos confianza en el rumbo de laeconom¨ªa en los pr¨®ximos tiempos. Adem¨¢s, la reprivatizaci¨®n parcial o total de empresas p¨²blicas, que numerosos Gobiernos europeos (tambi¨¦n el espa?ol) ten¨ªan proyectada, puede sufrir un importante retraso.
Menor crecimiento
Si se confirman estas reacciones, el producto interior bruto (PIB) real para el conjunto de los pa¨ªses industrializados no crecer¨¢ en 1988 al 2% o 2,5%, como casi todos los pron¨®sticos dec¨ªan antes del crash, sino en medio o en un punto menos. De este modo, se complicar¨¢n los problemas que venimos arrastrando ya, desde hace a?os; entre ellos, el de los fuertes desequilibrios en las balanzas por cuenta corriente (sobre todo las de Estados Unidos, Alemania Occidental y Jap¨®n), el de la deuda externa (sobre todo de los pa¨ªses latinoamericanos) y el del desempleo elevado y cr¨®nico (sobre todo en la CE).
Para la empresa espa?ola, enfrentada como est¨¢ con elreto de abrirse camino en el Mercado Com¨²n, una ralentizaci¨®n de la coyuntura internacional precisamente ahora no pod¨ªa ser m¨¢s inoportuno. Sin el viento en popa de una demanda activa ser¨¢n a¨²n m¨¢s duros los esfuerzos propios a realizar para desarrollar con ¨¦xito la tarea empresarial frente a poderosos competidores extranjeros repletos de innovaciones productivas y de creatividad comercial. Tampoco ser¨ªa beneficioso para la econom¨ªa espa?ola si, ante la nueva situaci¨®n burs¨¢til, los inversores extranjeros, que tan atra¨ªdos por Espa?a se sintieron en los ¨²ltimos a?os, se mostraran ahora m¨¢s reservados.
Ante estas perspectivas es m¨¢s importante que nunca en la posguerra restablecer para todos la confianza en dos aspectos. Primero, la econom¨ªa mundial tiene mucho m¨¢s potencial de crecimiento de lo que las estad¨ªsticas actualmente expresan: no olvidemos que el crash de las bolsas internacionales no le ha producido p¨¦rdidas reales a la econom¨ªa mundial; las capacidades productivas siguen existiendo. Segundo, la rentabilidad de las empresas es notablemente superior a lo que las cotizaciones de sus acciones en bolsa manifiestan en estos d¨ªas. As¨ª como el boom burs¨¢til registrado a lo largo de este a?o no era sostenible, porque, a juzgar por la relaci¨®n precio-ganancia, la rentabilidad de las acciones cay¨® por debajo de la tasa de inter¨¦s en los mercados de capital, ahora el p¨¦ndulo ha oscilado hacia el otro extremo.
El restablecimiento de la confianza requiere que los Gobiernos act¨²en en diferentes frentes, seg¨²n en donde tengan esencialmente su origen los desequilibrios b¨¢sicos que tanto nos aquejan. Por ejemplo, Estados Unidos deber¨ªa reducir el d¨¦ficit p¨²blico aplicando la mec¨¢nica gradualista prevista en la ley Granun-Rudman-Holfings a rajatabla y, simult¨¢neamente, reducir el d¨¦ficit comercial dejando devaluarse el d¨®lar en t¨¦rminos reales. Es importante actuar en ambos frentes, pues s¨®lo reducir el d¨¦ficit p¨²blico deprimir¨ªa la demanda agregada, y s¨®lo reducir el d¨¦ficit exterior causar¨ªa un incremento de los tipos de inter¨¦s o acelerar¨ªa la inflaci¨®n, todo lo cual desembocar¨ªa en una recesi¨®n.
Impedir la recesi¨®n
Los pa¨ªses de la CE deber¨ªan aplicar con determinaci¨®n las pol¨ªticas estructurales (microecon¨®micas) necesarias para flexibilizar las econom¨ªas y potenciar la capacidad de crecimiento. Entonces, pol¨ªticas macroecon¨®micas de expansi¨®n de demanda encontrar¨ªan respuesta en una oferta el¨¢stica y no producir¨ªan rebrotes inflacionarios. Los pa¨ªses que hayan ya decidido hacer una reforma fiscal en el futuro que contemple reducciones de impuestos con el fin de estimular el ahorro y la inversi¨®n (por ejemplo, Alemania Occidental, para 1990) podr¨ªan acelerar su puesta en marcha.
Jap¨®n deber¨ªa corregir visiblemente el sesgo exportador de su econom¨ªa y estimular de forma duradera la formaci¨®n interna de capital fijo, para lo cual la tradicionalmente alta tasa de ahorro en aquel pa¨ªs ofrece bastante margen. Pero tambi¨¦n es importante que Jap¨®n act¨²e como proveedor de capital (y tecnolog¨ªa) para otros pa¨ªses que lo necesiten, para lo cual tendr¨¢ que mantener un cierto super¨¢vit comercial.
Finalmente, los Gobiernos de todos los pa¨ªses deber¨ªan resistir la tentaci¨®n proteccionista en el comercio internacional y contribuir efectivamente al desmantelamiento de las barreras arancelarias y sobre todo no arancelarias, tanto con respecto a los productos manufacturados como a los agrarios y los servicios comercializables. ?ste es precisamente el objetivo de la ronda de Uru guay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT).
Est¨¢ muy en boga en estos tiempos el insistir en la necesidad de una mejor coordinaci¨®n internacional de las pol¨ªticas econ¨®micas, para as¨ª mejorar las perspectivas coyunturales. Por intuitivamente atractiva que parezca esta f¨®rmula, vale ser esc¨¦ptico. Pero para mejorar sus pol¨ªticas en inter¨¦s de sus propios pa¨ªses cada Gobierno puede ponerse a trabajar sin tener que esperar a que se adopten formalmente acuerdos de coordinaci¨®n.
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