El juicio de Otelo Saraiva de Carvalho
Otelo Saraiva de Carvalho, el hombre que encabez¨® el movimiento por la democracia en Portugal y la independencia de Mozambique en 1974, ha sido condenado a 15 a?os de prisi¨®n en un tremendo error judicial. La base de su condena est¨¢ en la autor¨ªa de un Proyecto gl¨®bal desarrollado hace 10 a?os. Este- ins¨®lito documento, quiz¨¢ ¨²nico en la historia -es el punto de vista de un militar experimentado y, orgulloso.En ¨¦l se describen los elementos esenciales requeridos piara la preservaci¨®n y ampliaci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas, la prevenci¨®n de los golpes de Estado y la contenci¨®n de los militares. Se basa en el compromiso, la implicaci¨®n y la vigilancia civiles. Su Proyecto fue considerado por un tribunal como un programa terrorista, aunque es evidente que se trata de un intento de preparar a la poblaci¨®n portuguesa para impedir la vuelta al fascismo.
Desde Am¨¦rica -una inaci¨®n de inmigrantes, como la llam¨® John Kennedy-, Otelo deber¨ªa ser considerado como un verdadero h¨¦roe, no s¨®lo para Portugal y Mozambique, sino para todo el mundo. Se trata de una figura militar de los m¨¢s altos principi¨®s que condujo la dif¨ªcil tiransici¨®n desde la tiran¨ªa, por decirlo de alguna manera, hasta Icis inicios de las instituciones democr¨¢ticas y de un Gobierno representativo. Se opuso a toda violencia e insisti¨® firmemente en la retirada de los militares. Cuiando le lleg¨® su oportunidad, pidi¨® la libertad para Mozambique, la colonia donde hab¨ªa nacido.
El compromiso de Otelo en la d¨¦cada de los ochenta fue el mismo que en los a?os setenta. En los aftos setenta, su compromiso le convirti¨® en un h¨¦roe paxa la gente cansada de la opresi¨®n. En los a?os ochenta, le convirti¨® en una amenaza para un creciente autoritarismo. Era, y es, consciente de que ning¨²n pa¨ªs en la actualidad est¨¢ libre del riesgo de una dictadura militar, un riesgo que hoy d¨ªa es mayor que nunca. En Filipinas estamos viendo que los militares ponen en constante peligro el aparente milagro de la viuda del principal s¨ªmbolo contra la violencia de Marcos, Coraz¨®n Aquino, la presidente electa de Filipinas. Qu¨¦ diferente no ser¨ªa todo si all¨ª se aplicara el punto de vista de Otelo. En much¨ªsimos otros pa¨ªses se observa el hecho, o la amenaza, de una creciente onmipresencia de las fuerzas militares en el gobierno y la vida de los pueblos. Estudiando la historia, Otelo aprendi¨® que la paz era lo mejor. ?Cu¨¢ntos pa¨ªses necesitar¨ªan la visi¨®n de Otelo!
El Proyecto gIobal es una importante conceptualizaci¨®n pr¨¢ctica de organizaciones y acciones para la protecci¨®n y ampliaci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas. Est¨¢ sacada de las duras experiencias del Portugal de Salazar y del Mozambique colonial.
Durante los largos y dif¨ªciles 17 meses del juicio no se prob¨® ning¨²n acto violento, ni tan siquiera imputable a Otelo o a ninguno de los acusados relacionados con ¨¦l. Ni la polic¨ªa ni ning¨²n testigo gubernamental presentaron evidencia alguna de implicaci¨®n de Otelo con actos violentos ni se encontr¨® ning¨²n acto violento que hubiera sido cometido con sus instrucciones, con su conocimiento o en apoyo de su partido pol¨ªtico, el FUP. Qued¨® demostrado que los actos violentos a los que impropiamente se hizo referencia durante el juicio, pero que no fueron probados, hab¨ªan sido cometidos por iniciativa personal de indlividuos pertenecientes a organizaciones que actuaban con independencia de Otelo y del FUP.
El juicio ignor¨® importantes principios del derecho internacional y viol¨® derechos humanos fundamentales. El art¨ªculo 288 del c¨®digo de enjuiciamiento criminal portugu¨¦s, que se acus¨® a los juzgados de haber violado, es peligroso para la libertad ¨ªndividual y los derechos de toda persona que vive en un pa¨ªs cuyo derecho es positivo. La definici¨®n de "grupo terrorista" como dos o m¨¢s personas que act¨²an en concierto "buscando la causa de da?os a los asuntos e independencia del pa¨ªs" es algo demasiado vago para informar al p¨²blico de la conducta que se proh¨ªbe. Puede aplicarse a casi cualquier actividad que implique la acci¨®n concertada de dos o m¨¢s personas que el Gobierno considere que ten¨ªa por intenci¨®n perjudicar al pa¨ªs. En esta ocasi¨®n se utiliz¨® para asociar equivocadamente a Otelo con gente a la que no conoc¨ªa y con la que no hab¨ªa actuado en concierto, pero que hab¨ªa cometido actos de violencia. El art¨ªculo 288 pone en peligro a todos los inocentes de un pa¨ªs que puedan ser arbitrariamente cogidos en una red que la raz¨®n es incapaz de definir. Permite al Gobierno enjuiciar a quien desee y castigar cualquier forma de asociaci¨®n o actividad cooperativa.
El juez de la investigaci¨®n hizo contra Otelo unas alegaciones en la Prensa infundadas y muy perjudiciales. Por ejemplo, inform¨® impropiamente que Otelo hab¨ªa abierto una cuenta en un banco suizo con fondos de los terroristas, pero se demostr¨® que la acusaci¨®n era falsa. Se bas¨® en un concepto de autor¨ªa moral, que condena a un acusado que no ha cometido el acto en cuesti¨®n, pero del que se dice que ha proporcionado alg¨²n tipo de justificaci¨®n moral a tal fin. Tal concepto castiga las creencias, o manifestaciones, sin actos y podr¨ªa ampliarse a todos aquellos que podr¨ªan simpatizar con los fines buscados, pero no con los medios utilizados, por quienes cometen los actos de violencia. Es un concepto ilegal que invade la conciencia de los individuos.
Juicio posterior
Se utiliz¨® el art¨ªculo 288 para juzgar actos supuestamente ocurridos casi antes de ser aprobado. Entr¨® en vigor el 1 de enero de 1983. Los documentos escritos por Otelo describiendo el Proyecto global datan de 1977. Al escribirlos eran legales; sin embargo, se convirtieron en la pieza central del caso instruido contra ¨¦l por una ley aprobada m¨¢s de cinco a?os despu¨¦s.
Se ha causado un enorme da?o psicol¨®gico al permitir que en el procedimiento se hiciera constante referencia a actos terroristas cometidos por otros, incluidos los coacusados, sin acusar a Otelo y ni siquiera intentar demostrar su responsabilidad. El perjuicio resultante de esa pr¨¢ctica inadmisible fue demoledor.
Se abus¨® mucho de la aceptaci¨®n de las declaraciones de informadores o arrepentidos. La utilizaci¨®n de cuatro arrepentidos, todos ellos evidentemente indignos de cr¨¦dito, constituy¨® virtualmente todo el testimonio contra Otelo y sus compa?eros. A esos arrepentidos, de los que no se demostr¨® que conocieran a Otelo, pero que s¨ª hab¨ªan cometido actos terroristas, se les permiti¨® testimoniar sobre los actos terroristas que ellos mismos hab¨ªan cometido. Por su testimonio se les redujo considerablemente la sentencia o se les dej¨® libres. Una ley que quiere basarse en la verdad deber¨ªa negarse a aceptar tales testimonios. Los juicios deb¨ªan basarse en hechos, hechos probados, determinados por una investigaci¨®n minuciosa.
El tribunal no proporcion¨® razones en apoyo de sus descubrimientos de hechos. Las conclusiones en s¨ª mismas, carentes de declaraciones explicativas o justificativas, no son m¨¢s que palabras vac¨ªas, llenas de eco y furor, pero sin significado alguno. Tales conclusiones desnudas son una burla de los procesos judiciales y se descalifican por s¨ª mismas.
En el juicio trascendieron otros errores. Al comienzo del proceso, Otelo fue retenido en aislamiento durante 20 d¨ªas, contraviniendo la ley portuguesa y las normas internacionales. La atormentadora lentitud del juicio cre¨® inmensas dificultades a la defensa y perjudic¨® importantes derechos y a la opini¨®n p¨²blica.
La declaraci¨®n final de culpabilidad de un patriota declarado por el tribunal como opuesto a la violencia y que apoya la Constituci¨®n es uno de los m¨¢s notables casos de abuso del poder judicial con motivos pol¨ªticos que se ha visto nunca.
Otelo, junto con los dem¨¢s acusados en relaci¨®n con ¨¦l, debe ser puesto en libertad tan pronto como el tribunal de apelaci¨®n pueda revisar el caso. Esa enorme injusticia al pueblo portugu¨¦s, a las instituciones democr¨¢ticas y a los acusados ha de ser rectificada cuanto antes. Es un tributo a Portugal que dos presidentes, uno en oficio y otro ex presidente, testificaran sobre la buena reputaci¨®n de Otelo.
Es imprescindible que la verdad que nos hace libres sea conocida. Todas las circunstancias de este tr¨¢gico asunto demuestran abrumadoramente que Otelo y sus compa?eros son inocentes.
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