La opci¨®n de la aventura

Jos¨¦ Mar¨ªa Merino termin¨® El oro de los sue?os, su primera novela sobre la conquista de Am¨¦rica, de forma que pareciese no haber posibilidades de continuarla, y para no caer en la tentaci¨®n de hacerlo: el tema le apasiona. Pero ha ca¨ªdo. Las ganas le afilaron el ingenio para justificar otra entrega -La tierra del tiempo perdido (Juvenil Alfaguara)-, y piensa en otras tres. El ciclo recoger¨¢ los hitos de la conquista, incluido el regreso a Espa?a.

En 1977 Merino viaj¨® por primera vez a Centroam¨¦rica y se encontr¨® con la experiencia -esencial para un espa?ol, y que marc¨® al escritor-, "del espejo de Am¨¦rica". Luego regres¨® varias veces.Como a veces ocurre, este leon¨¦s de 45 a?os escribi¨® su primera novela de aventuras porque, fervoroso de Stevenson y de otros cl¨¢sicos, siempre ech¨® de menos en su ?infancia una obra digna que se inspirase en la conquista de un continente cientos de veces m¨¢s grande que el reino de Le¨®n, aventura descomunal de la que nadie apenas hablaba.

El h¨¦roe de su obra es Miguel Villac¨¦ Y¨®lotl, un muchacho que comienza sus aventuras cuando su padrino le cree con edad suficiente para empezar a conquistar. Estarnos hacia el final de la Conquista, que concluir¨¢ en 1550. Balboa se ha casado ya con el Pac¨ªfico y Pizarro ha trazado la raya sobre la arena; la divisi¨®n corroe ya a los espa?oles.

Miguel es hijo de espa?ol e india, o sea un hijo de dos culturas, y ese punto de vista es uno de los que le dan mayor inter¨¦s a la obra, pues la sit¨²a en el epicentro del choque entre las dos culturas. As¨ª, Miguel es presentado a "una dama bell¨ªsima, rubia, de piel muy clara": "Luego, dije mi nombre con la voz m¨¢s clara que me fue posible. Al escuchar mi segundo apellido, ella mostr¨® la misma extra?eza que hab¨ªa manifestado Juan el d¨ªa anterior.

-?Y¨®lotl?

-Mi madre es una se?ora natural de estas tierras -expliqu¨¦". (El oro de los sue?os). Y en La tierra del tiempo perdido: "De mi madre india me viene una gran facilidad para la enso?aci¨®n y para la quietud; pero sin duda la sangre espa?ola de m¨ª padre aflora en esos impulsos de alejarme y descubrir y conocer tierras diferentes de las m¨ªas".

Merino niega cualquier tibieza en su cr¨®nica de la conquista, que en algunos momentos fue feroz, como es notorio. "Aborrezco la, aventura ?o?a que se suele hacer para los j¨®venes", dice. Si en sus dos primeros libros s¨®lo se sugieren episodios como el aperreamiento de indios (perros adiestrados contra los humanos) que practicar¨¢ Balboa en Panam¨¢, dice, es porque todav¨ªa no han ocurrido. A¨²n as¨ª en su obra s¨ª aparecen la codicia y la crueldad de determinados personajes, que, junto con la bondad de otros como Las Casas, dibujaron el perfil del conquistador.

Lector adicto de las Cr¨®nicas de Indias, Merino cree que una de las obras mayores de la literatura en castellano es La verdadera historia de la conquista de Nueva Espa?a, de Bernal D¨ªaz del Castillo (Austral e Historia 16). Esa afici¨®n hace que su obra se ajuste con fidelidad a la historia, sin olvidar los requisitos del g¨¦nero. Seg¨²n Merino: un h¨¦roe bien dibujado; un mundo misterioso; drama, es decir, azar; y no caer en la mec¨¢nica. "Me ha obligado a pensar mucho en el trabajo literario", comenta.