Luis Vallejo
Un viverista, dise?ador de un museo de 'bonsais' en la Moncloa
Su historia, aunque joven, se ha desarrollado entre ¨¢rboles. Sus primeros juegos de escondite tuvieron como escenario los viveros familiares. Dice que su contacto con los ¨¢rboles es epid¨¦rmico, natural. Luis Vallejo es uno de los m¨¢ximos expertos en nuestro pa¨ªs del arte de los bonsais, esos ¨¢rboles enanos que ¨¦l define como la recreaci¨®n del hombre en la naturaleza. Este madrile?o de 33 a?os ha dise?ado un museo de bonsais por encargo del presidente del Gobierno, instalado en los jardines de la Moncloa.
El contacto natural con los ¨¢rboles que le proporcion¨® su nacimiento en una familia de viveristas le llev¨® casi irremediablemente al ingreso en la Escuela de Ingenieros Agr¨®nomos, estudios que abandon¨® en cuarto curso porque, seg¨²n ¨¦l mismo explica, "yo busco en mi relaci¨®n con los ¨¢rboles la parte est¨¦tica, pero no la t¨¦cnica ni la bot¨¢nica". Luis Vallejo, que trabaja en el dise?o de paisajes y jardines, recuerda que la primera vez que vio un bonsai -una forma de cultivo por la que se reduce al m¨ªnimo el tama?o normal de un ¨¢rbol- fue a los 16 a?os, en un libro japon¨¦s. Le produjo tal impacto el ver a escala reducida la naturaleza que ese mismo d¨ªa comenz¨® a experimentar en el vivero de sus padres, afici¨®n que en un principio desarroll¨® de forma absolutamente autodidacta y que m¨¢s tarde convirti¨® en su profesi¨®n, con la creaci¨®n de una escuela donde ense?a este arte, que ¨¦l define como la escultura de algo vivo y din¨¢mico.El arte del bonsai procede del Oriente, concretamente de China, aunque ha sido Jap¨®n, y concretamente los monjes budistas de la escuela zen, quienes lo utilizaron como una pr¨¢ctica de meditaci¨®n y los que lo divulgaron internacionalmente. En opini¨®n de Vallejo, el origen filos¨®fico oriental del bonsai, que requiere grandes dotes de contemplaci¨®n y relajaci¨®n, le hace un remedio eficac¨ªsimo para combatir el estr¨¦s de los ejecutivos. "Los ¨¢rboles no admiten el estr¨¦s; su medida del tiempo es completamente diferente a la del hombre. Las prisas no sirven para nada. El hombre tiene que limitarse a respetar su tiempo, a esculpirlo y a regarlo", dice Vallejo, un joven corpulento que admite que s¨®lo es met¨®dico y meticuloso con sus ¨¢rboles. Las raras veces que no tiene tijeras y ramas entre sus manos es desordenado y despistado.
Fue a ra¨ªz de la visita a nuestro pa¨ªs del primer ministro japon¨¦s, Nakasone, el pasado mes de junio, y el regalo de un magn¨ªfico bonsai al presidente del Gobierno, cuando Felipe Gonz¨¢lez decide encargar a Luis Vallejo el dise?o y construcci¨®n de un museo para bonsais en el recinto del palacio de la Moncloa, que realiz¨® junto con un arquitecto. El museo -o arboretum, como prefiere llamarlo Vallejo- est¨¢ realizado a base de elementos naturales como el bamb¨² y con una presencia importante de la piedra.
Ocupa un espacio de unos 100 metros cuadrados, adem¨¢s de un vivero, y cuenta ya con distintas especialidades, entre ellas un bosque de pinos. El presidente tiene la intenci¨®n de potenciar las especies aut¨®ctonas de nuestro pa¨ªs en el museo, y cuando sus ocupaciones se lo permiten realiza trabajos de poda en estos peque?os ¨¢rboles.
La fascinaci¨®n de Luis Vallejo por los bonsais, que contagia de manera casi irremediable a sus interlocutores, s¨®lo es superada cuando menta a sus dos hijos, Lucas y Sol.
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