120 horas delante del toro
El Estudiante, un cl¨¢sico del toreo que particip¨® en las dos etapas cruciales de la fiesta
El Estudiante vive en torero porque piensa como torero, aunque lo que le preocupa, seg¨²n dice, es saber ejercer de jubilado. En realidad lleva de jubilado 40 a?os, pues no torea desde 1947. Se retir¨® con el prop¨®sito de no actuar ni en festivales, y s¨®lo hizo una excepci¨®n, con motivo del homenaje que se rindi¨® a Vicente Pastor en Las Ventas. El gusto por torear lo satisfizo en tentaderos, principalmente en la ganader¨ªa de Domingo Ortega, con quien mantiene una amistad ¨ªntima.Domingo Ortega es el torero mejor de la posguerra, en opini¨®n de El Estudiante: "Era el ¨²nico que pod¨ªa con todos los toros, aunque a¨²n alcanz¨® mayor madurez art¨ªstica cuando toreaba en el campo, ya viejo. Ahora bien, el diestro que m¨¢s he admirado, ese es Gitanillo de Triana, tambi¨¦n conocido por Curro Puya. Una vez tore¨¦ con Juan Belmonte y me qued¨¦ maravillado. Apenas dio media docena de muletazos; ?pero qu¨¦ muletazos!: ayudados emmbarcando suavemente al toro, lig¨¢ndolos mediante un leve giro de mu?eca y present¨¢ndole el reverso del enga?o... ?Asombroso, de verdad!. Sin embargo, aqu¨¦l toreo que se me qued¨® grabado de por vida, el que sintetiza arte, dominio y grandeza, es el de Gitanillo. Aunaba pureza y sentimento como no haya visto jam¨¢s".
Debut¨® El Estudiante en Madrid el a?o 1931, mientras Gitanillo agonizaba v¨ªctima de la cornada que sufri¨® d¨ªas antes en la misma plaza, y lo hizo bajo esta impresi¨®n tr¨¢gica, aunada con la inspiraci¨®n de su toreo exquisito. Comenta El Estudiante: "Aunque era novillada, nos echaron cobaledas con seis a?os. Pero obtuve un ¨¦xito tremendo. Hay que ver c¨®mo cambia la vida. En el pase¨ªllo yo no era nadie, y dos horas m¨¢s tarde ya era una figura cotizada. El empresario me ofreci¨® tres novilladas m¨¢s, a 7.500 pesetas cada una, y cuatro corridas de toros, a 9.500 pesetas. Para la ¨¦poca, una fortuna. Y me puse a hacer barbaridades, como comprarme tres coches, una moto, ?qu¨¦ se yo!".
La cornada m¨¢s grave
El Estudiante se r¨ªe y se echa las manos a la cabeza cuando recuerda "las barbaridades" que hizo. "La cosa de los a?os, claro. Realmente, fuera de los ruedos llevaba una vida absurda. No taurineaba nada en absoluto, y todas las noches iba a las revistas; ya ve, me dio por ah¨ª". Recibi¨® la alternativa de Marcial Lalanda, en Valencia, y Cagancho se la confirm¨® en Madrid. Luego lleg¨® la cornada de Barcelona, la m¨¢s grave que tuvo en su vida: "El toro me meti¨® todo el pit¨®n, por la ingle. En la enfermer¨ªa no advirtieron la profundidad de la cornada, y cuando me trajeron a Madrid, el doctor Jacinto Segovia hubo de intervenirme otra vez, pues hab¨ªa peligro de gangrena. De poco me muero. Tard¨¦ en curarme la temporada entera y durante la convalecencia me visitaba todos los d¨ªas una corista que era una monada".Era El Estudiante lo que se llamaba un castigador. Quiz¨¢ lo haya seguido siendo despu¨¦s. Los aficionados le se?alan cuando acude de espectador a Las Ventas, siempre en compa?¨ªa de su esposa, Mariv¨ª Bello, que es guap¨ªsima. Tiene planta y pinturer¨ªa El Estudiante, que acent¨²a su casticismo madrile?o. Aunque los hay m¨¢s castizos. Hace poco le abord¨® uno en el Rastro y hubo este di¨¢logo: "?Es ustez el Estudiante, por casoalidaz?". "Lo que queda". "Que no es mucho".
La vocaci¨®n torera no sabe muy bien Luis G¨®mez de d¨®nde le viene. Su familia nada ten¨ªa que ver con la profesi¨®n. Acaso fue que vivi¨® de peque?o en la Ciudad Lineal, de Madrid, donde hab¨ªa una placita en la que se entrenaban los principiantes, bajo la direcci¨®n de Luis Mauro, y se uni¨® al grupo. Estaban, entre otros toreros, Maravillas, Curro Caro, Chiquito de la Audiencia, Perib¨¢?ez. Le llamaban El Estudiante porque hab¨ªa empezado a estudiar perito mercantil. Recuerda con agrado aquellas clases, y advierte: "Aprend¨ªamos el toreo con arreglo a los c¨¢nones siempre cargando la suerte, pues no se conceb¨ªa de otra manera. Los pases de perfil -m¨¢s f¨¢ciles evidentemente- vendr¨ªan en los a?os de posguerra. Con aquella forma de torear tan pura, y con el toro habitual de los a?os 30 -el m¨¢s duro del siglo, por trap¨ªo, edad y casta-, los toreros nos la jug¨¢bamos de verdad".
Debut¨® en Pastrana, vistien do un traje de luces que perteneci¨® a Marcial Lalanda y que le sobraba por todos los costados. Altern¨® en aquella ocasi¨®n con Refulgente ?lvarez y Yerberito cuya especialidad era el pase Ha mado "La lectura de la muerte", porque citaba sentado en una silla, leyendo el peri¨®dico, que luego hac¨ªa de muleta. Aquella tarde El Estudiante sufri¨® un pitonazo fuerte en el cuello y pens¨® que profesi¨®n tan peligrosa y con tan incierto porvenir no era para ¨¦l. Sin embargo un a?o despu¨¦s surgi¨® la oportunidad de debutar en la plaza de Tetu¨¢n de las Victorias, de nuevo vistiendo el traje viejo y ancho de Marcial, y la aprovech¨®, con excelentes resultados art¨ªsticos y, por tanto con mejores perspectivas de futuro.
El Estudiante ten¨ªa un gran cartel cuando lleg¨® la guerra. Lo que no ten¨ªa eran contratos porque apenas se celebraban corridas en Espa?a, y se fue a Barcelona para buscar un salvoconducto que le permitiera trasladarse a Francia, donde la fiesta estaba en auge. El hombre clave en Barcelona era el miliciano Pancho Villa, que ten¨ªa influencias, guardaespaladas y un pistol¨®n al cinto o, si se terciaba, encima de la mesa del cabar¨¦, donde sol¨ªa despachar sus asuntos.
Le cay¨® bien a Pancho Villa, hizo m¨¦ritos toreando una corrida patri¨®tica y consigui¨® el salvoconducto. Cuando lleg¨® a Francia El Estudiante, ya estaban all¨ª muchos toreros, entre otros Lalanda, Victoriano de la Serna, Vicente Barrera, con quienes altern¨® en las corridas que organizaba all¨ª Chopera. "Al acabar la guerra estaba puest¨ªsimo", comenta. "Por a?adidura, diezmadas las ganader¨ªas, en Espa?a se lidiaban utreros, y la moda del toreo de perfil, que trajo Manolete, facilit¨® a¨²n m¨¢s las cosas, de manera que pr¨¢cticamente cada tarde cortaba orejas".
Fue El Estudiante una de las figuras que dieron car¨¢cter al variad¨ªsimo toreo de los a?os 40.
Babelia
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