Espa?a quiere las dos cosas

Espa?a no es el primer miembro de la OTAN que quiere las ventajas y la plena protecci¨®n de la Alianza a precio de saldo. Tampoco es el primero que sostiene que es el ¨²nico que puede determinar las cargas y que la conveniencia del Gobierno en el poder debe ser atendida. As¨ª, tras la muerte del General¨ªsimo, en 1975, los amigos de Espa?a estaban bastante dispuestos a ser complacientes con las particulares exigencias de la adaptaci¨®n a la nueva realidad. Espa?a fue, desde el comienzo, una especie de gorr¨®n de la Alianza. Como l¨ªder de la misma, Estados Unidos no puede evitar Ha preocupaci¨®n sobre cu¨¢les son las condiciones de la participaci¨®n de los dem¨¢s en la defensa com¨²n y c¨®mo se llega a esos acuerdos.Pero no est¨¢ dicho que ello vaya a ser as¨ª indefinidamente, y entre tanto la Alianza entra en una fase de mayor exigencia. Con el tratado INF, la ecuaci¨®n nuclear se tiene que escribir de nuevo. En consecuencia, es absurdo por parte de Espa?a actuar, a la manera de los a?os setenta, sobre la base de que la Conveniencia nacional domina, antes que realizar el esfuerzo extra de los ochenta para acomodarse a las necesidades de la Alianza como un todo. Imaginemos cu¨¢l ser¨ªa su reacci¨®n si EE UU retirara unilateralmente sus F-16. La negociaci¨®n de Madrid ha de hacerse con Washington, pero son los otros europeos quienes tienen el mayor incentivo para hacer ver a Espa?a lo que es la seguridad colectiva.

, 29 de diciembre