El Castilla forz¨® la pr¨®rroga en San Mam¨¦s y elimin¨® al Athletic por penaltis
El Castilla, que llegaba a San Mam¨¦s acompa?ado por el entusiasmo casi ¨¦pico que se dedica a algunos de sus j¨®venes alevines, elimin¨® al Athl¨¦tic con las armas m¨¢s inesperadas: la disciplina y la sangre fr¨ªa, dos virtudes que se suponen en los jugadores curtidos. Hasta en los lanzamientos finales de penaltis, los que dieron el triunfo al equipo madrile?o, los chicos de Vicente, del Bosque se mostraron m¨¢s templados que sus adversarios, que deambularon voluntariosos, pero muy atribulados, por la alfombra bilba¨ªna.
La severa c¨¢tedra local alab¨® el juego del Castilla. Bien armados sobre el campo, firmes en todos los aspectos del juego, en ning¨²n momento los jugadores de Del Bosque perdieron la compostura. M¨¢s a¨²n, cuando el Athl¨¦tic se adelant¨® en el marcador, el Castilla se sobrepuso, se hizo con el centro del campo y desequilibr¨¦ al Athl¨¦tic.
El Athl¨¦tic, una vez m¨¢s, dio enormes muestras de debilidad. Muy obcecado en su juego, sin frescura, los bilba¨ªnos se toparon con el magn¨ªfico manejo defensivo del Castilla. Del Bosque sab¨ªa muy bien que el principal recurso ofensivo de los rojiblancos -aparte las jugadas a bal¨®n parado; en dos de ellas llegaron los goles locales- viene del poder de penetraci¨®n de Gallego. Primero Jos¨¦ Mar¨ªa y despu¨¦s Gay ejercieron un marcaje tesonero y sin fisuras sobre el centrocampista vasco.
Atenazado Gallego, el resto del ¨¦xito del Castilla vino del trabajo met¨®dico de sus jugadores. Y, entre todos, sobresali¨® Aldana, -uno de esos delanteros postmodernos que inducen al enga?o: alt¨ªsimo, un tanto zanquilargo y, en principio, con pocos boletos para el gambeteo, dispone, sin embargo, de un excelente manejo de la pelota, es r¨¢pido, marrullero cuando se necesita y ambicioso, muy ambicioso. En la catedral ten¨ªa la oportunidad id¨®nea para desplegar su talento y en ¨¦sas estuvo toda la tarde. Por la derecha y por la izquierda, se enfrent¨® sin miramientos a los estupefactos defensas bilba¨ªnos, que acabaron aburridos.
Por un momento, el partido tuvo las trazas de decantarse por el lado rojiblanco. El gol de Sarabia daba todas las oportunidades a los locales, que, sin embargo, asistieron estupefactos y tambi¨¦n extraordinariamente desfondados a la crecida castillista. Los chicos de Del Bosque, casi con descaro, comenzaron a tocar la pelota, rasearla y lanzarla con intenci¨®n. Todo el ¨²ltimo tramo del partido correspondi¨® a los for¨¢neos que empataron en un remate maestro -media vuelta, volea y bal¨®n al hierro- de Hurtado. Ya en ese momento los alevines del Real Madrid estaban convencidos de la victoria. Tanto, que el gol de Urtubi no alter¨® para nada la cadencia de su juego, superior, por concepto y ejecuci¨®n, al exhibido por el Athl¨¦tic.
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