Aventura y utop¨ªa del radicalismo italiano
En un extenso campo ideol¨®gico del centro-izquierda, los radicales italianos, desde su refundaci¨®n como partido, en los a?os sesenta, han dado siempre muestras de vitalidad, de imaginaci¨®n y de aggiornamento. Como partido han roto esquemas tradicionales, y entre ellos, el del frecuente estancamiento u oligarquizaci¨®n partidista, que se?alaba Michels: construir mi partido sin disciplina, con heterogeneidad ideol¨®gica, sin apenas organizaci¨®n: un partido abierto. Combinando ingenio f¨¦rtil, exageraci¨®n l¨²dica y eficacia ins¨®lita, act¨²an como un movimiento (m¨¢s un antipartido que un partido) que remueve cotidianamente la sociedad pol¨ªtica: revulsivo cr¨ªtico en donde aventura y utop¨ªa se entremezclan como los mosaicos de Ravenna. De esta manera at¨ªpica de organizaci¨®n y funcionamiento, los radicales italianos han sido -y siguen siendo- pioneros y anticipadores entusiastas de batallas, globales o sectoriales, contra la aton¨ªa, la corrupci¨®n, la violaci¨®n de los derechos civiles. Contin¨²an as¨ª una l¨ªnea que en su d¨ªa iniciaron dos grandes movimientos, minoritarios pero influyentes, en Italia: Justicia y Libertad y el Partido de Acci¨®n. El trasfondo de resistencia contra todo totalitarismo, el compromiso firme: con un desarrollo progresista de los derechos civiles y pol¨ªticos, la concepci¨®n europe¨ªsta, universalista y solidaria, su permanente vocaci¨®n ut¨®pica, se siguen percibiendo en este partido italiano, liberal de fondo y radical de forma.En su ¨²ltimo congreso, el 34? congreso, celebrado a primeros de enero en Bolonia, los radicales reiteran su labor refundadora, en este caso con una nueva dimensi¨®n que pretende innovar el marco convencional de los partidos: la transnacionalidad. Tomando como base unos excelentes informes de distintas asociaciones y comit¨¦s radicales, el discurso-programa de Giovanni Negri, primer secretario, y las m¨²ltiples intervenciones de los congresistas -italianos y no italianos- han girado, de modo concreto, sobre esta nueva orientaci¨®n, contenido y estrategia: c¨®mo establecer un partido que traspase fronteras, que supere el estricto marco nacional-estatal, que no sea una nueva internacional burocratizada.
Muchos aspectos pod¨ªan ser objeto de comentarios: me voy a referir a tres que, de alguna manera, por contraste parad¨®jico, por novedad de contenido o por planteamiento sutil estrat¨¦gico, sorprenden, estimulan o anticipan.
En primer lugar, frente a un lugar com¨²n, los radicales italianos son los m¨¢s conscientes defensores de la legalidad constitucional: el esp¨ªritu de la independencia y el de la resistencia (de Garibaldi a Rossi) son los soportes hist¨®rico-ideol¨®gicos m¨¢s n¨ªtidos. Desde esta perspectiva, el Estado de derecho, concretado en su Constituci¨®n, es el punto de partida positivo que hay que desarrollar y ampliar: la defensa de la legalidad pasa por una permanente cr¨ªtica y vigilancia de la legalidad. Conciencia ¨¦tica y conciencia pol¨ªtica tienden, as¨ª, a identificarse con conciencia jur¨ªdica. Dicho en otras palabras: los radicales son el partido del pre¨¢mbulo constitucional, que en este caso, no en el nuestro, coincide con una positividad articulada. Un partido del pre¨¢mbulo es siempre un partido de la defensa gen¨¦rica del sistema, pero defensa, aqu¨ª, es profundizaci¨®n concreta. En este sentido, la labor durante estos ¨²ltimos a?os del Partido Radical ha sido coherente y eficaz: promoci¨®n de los derechos humanos, civiles y pol¨ªticos, en su sentido amplio: divorcio, aborto, refer¨¦ndum, objeci¨®n de conciencia, lucha contra el hambre, desarme, derecho de libre circulaci¨®n y expresi¨®n, etc¨¦tera.
En segundo lugar, la b¨²squeda de una nueva identidad europea. El mensaje radical italiano, a pesar de un voluntarismo universalista (el tercer reino anarquista), es fundamentalmente una reflexi¨®n sobre Europa, sobre la Europa actual. Pannella es la continuaci¨®n de Spineffi: la reactualizaci¨®n del federalismo y su dinamizaci¨®n frente a la Europa mercantilizada de las multinacionales. Por distinto camino, de Bauer a Morin, de Albertini a Spinell¨ª, Pannella y sus amigos llegan al mismo sitio y al mismo objetivo: construir un contrapeso pol¨ªtico a los grandes poderes transaccionales (econ¨®micos, energ¨¦ticos, militares, de la informaci¨®n); es decir, construir o intentar construir una Europa multi¨¦tnica, una Europa de las personas y de los proyectos, casi una Europa fabiana. Conseguir la utop¨ªa europea -paz, libertad, bienestar- es la gran aventura concreta radical. Para ello hay que refundar Europa, movilizar la conciencia c¨ªvica (peticiones populares), transformar las clases pol¨ªticas dirigentes, reactivar el estancamiento gubernamental e intergubernamental que hoy caracteriza a la Comunidad, potenciar el Parlamento Europeo. Pannella lanzar¨¢ una buena idea: un Senado europeo.
En tercer lugar, los radicales italianos proponen un proyecto novedoso, y no f¨¢cil, de articulaci¨®n partidista: la transnacionalidad. En esta idea hay un consenso generalizado, pero con matices importantes y con explicaciones varias. Aspectos de pol¨ªtica interna italiana y aspectos de estrategia europea se antagonizan o se diferencian. Como es sabido, el radicalismo italiano es un peque?o partido (2%-3%), aunque eficiente y con iniciativas que llegan a grandes sectores populares y se concretan en leyes m¨¢s o menos concertadas. La dificultad en superar este techo electoral lleva a un amplio sector del partido a defender, y as¨ª se ha aprobado, a inhibirse electoralmente, pero no pol¨ªticamente, de la escena italiana. La transnacionalidad pod¨ªa coexistir con la presencia interna o radicalizar el proyecto en su dimensi¨®n preferentemente europea. Y esta ¨²ltima es, en principio, la tesis que ha triunfado.
?En qu¨¦ consiste la transnacionalidad? Se ha acusado a los radicales de que esta iniciativa es una fuga, una evasi¨®n demag¨®gica y calculada. Dada la historia del partido, sus componentes ideol¨®gicos, sus compromisos ¨¦tico-pol¨ªticos, no creo que conscientemente haya una huida hacia adelante (Europa
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como pretexto). Es cierto que en todo organismo con incrustaciones ¨¢cratas o semi¨¢cratas la cr¨ªtica se solapa, a veces, con la autodestrucci¨®n: y en los radicales italianos es un componente, aunque sea diluido, con el que hay que contar. Sin embargo, me inclino a pensar que la motivaci¨®n preferente es otra: reconstruir la sociedad pol¨ªtica europea como objetivo, relanzando un esquema que coadyuve a avanzar en la unidad pol¨ªtica de Europa y homogeneizando un derecho positivo europeo progresista. En el fondo, la exageraci¨®n simula una estrategia operativa y consciente. El caso del espisodio Cicciolina ilustra esta manera italiana de plantear un tema: como dir¨ªa Tierno, la trivializaci¨®n del erotismo mediante el esc¨¢ndalo. Pero al menos en Roma pueden convivir -separadamente, desde luego- Marcinkus y Cicciofina: lo dram¨¢tico o c¨®mico se transforma en l¨²dico. De alguna manera, iconogr¨¢ficamente, Cicciolina ha secularizado el erotismo m¨ªstico ofreciendo al pueblo-ni?o el seno izquierdo, que es m¨¢s radical.
La transnacionalizaci¨®n partidista es la respuesta, ardua come sembra, a la multinacionalizaci¨®n econ¨®mica, militar, informativa. No se trata de crear una nueva internacional de partidos, sino un nuevo partido no nacional. El marco europeo, sin ser exclusivo, es el que, como punto de salida, tendr¨¢ m¨¢s significaci¨®n: ya hay instituciones y proyectos sobre los que se puede influir. No pretende, por otra parte, sustituir a los partidos nacionales, sino complementar acciones: luchar¨¢n as¨ª por la doble militancia, aspecto que tendr¨¢ sus dificultades por razones estatutarias internas de algunos partidos nacionales. Es decir, se configura como un segundo partido dentro de un espectro amplio y abierto. Finalmente, siguiendo la constante radical, ser¨¢ un partido sin disciplina y con una organizaci¨®n burocr¨¢tica m¨ªnima. La nueva aventura radical, de revulsivo y cr¨ªtica, de reflexi¨®n y horizonte ut¨®pico, tendr¨¢, sin duda, dificultades: remover mentes e instituciones es siempre una tarea dura. Toda perestroika tiene obst¨¢culos. Habr¨¢ que ver tambi¨¦n c¨®mo concretizan ideas y desarrollan el proyecto. En todo caso, a los amigos italianos hay que desearles suerte: la identidad europea, la unidad europea, se har¨¢ como resultado de muchas iniciativas y, desde luego, desde la imaginaci¨®n liberal y desde la solidaridad social.
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