Nueva escultura vasca
El surgimiento y consolidación de una nueva escultura vasca es uno de los hechos más estimulante del panorama artístico actual en nuestro país. Algunos de los nombres de sus representantes más caracterizados comienzan incluso a gozar de cierta popularidad, como Txomin Badiola, Pello Irazu, Ricardo Catania, María Luisa Fernández, J. L. Moraza y, entre otros, Angel Bados, que ahora expone individualmente en la galería Fúcares.La mayoría de los citados, sin formar un grupo organizado como tal, ha participado de similares inquietudes y se han inspirado también en fuentes semejantes, con lo que no es de extra?ar que sus obras tengan, si no un estilo común, cierto aire de familia.
Constructivistas
Angel Bados
Galería Fúcares. Conde de Xiquena, 12. Madrid. Hasta el 11 de febrero de 1988.
Simplificando la cuestión, se nota, por ejemplo, una voluntad compartida común por conectar con los planteamientos constructivistas de Oteiza, sobre cuya base integran asimismo algunas de las ideas del minimal, de la actitud de Joseph Beuys y, claro, de la esculturainternacional actual, que fuerza la combinación de materiales y de planteamientos considerados antitéticos por las vanguardias anteriores.
Este sentido integrador, que va aprovechando de forma coherente una línea de experiencias vanguardistas, así como la interesante conjugación planteada entre lo vernacular y lo cosmopolita, está abriendo unas vías fecundas.
La obra que presenta ?ngel Bados en esta exposición responde a estas características. En realidad por casi todo, pero sobre todo desde una perspectiva formalista, guarda,incluso un exceso de similitud con lo que hemos ido pudiendo contemplar de otros miembros de esta tendencia, y en especial, quizá por estar aún muy fresco el recuerdo de su exposición, de Txomin Badiola.
No obstante, ?ngel Bados es más enfático y directo en la simbología que utiliza y también resulta más áspero en el tratamiento formal y en la manera de tensionar los elementos contrapuestos en sus obras escultóricas, con lo que en él la ironía tiende más hacia el sarcasmo y la pieza construida acaba desequilibrándose y apoyando el lado de lo expresionista.
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