El despertar del cine sovi¨¦tico
Una gran muestra de cine de la URSS se celebra en Oviedo
Desde el pasado d¨ªa 12, y hasta el 21 de febrero, la Fundaci¨®n de Cultura de Oviedo ofrece en el teatro Campoamor de la capital asturiana un ciclo de 62 pel¨ªculas sovi¨¦ticas, la mayor muestra de cine de la URSS exhibida en Espa?a. El ciclo abarca desde el cine sovi¨¦tico cl¨¢sico -Eisenstein, Vertov, Pudovkin- hasta los m¨¢s significativos cineastas de la ola desencadenada por la reestructuraci¨®n y transparencia de Mijail Gorbachov. Paralelamente, pel¨ªculas de cineastas de la vanguardia en este movimiento liberalizador -Klimov, Tarkovski, Guerman, Mijalkov- se han estrenado con ¨¦xito y sus nombres comienzan a salir de los cercos de la complicidad para entrar en el vocabulario del gran p¨²blico.
El cine es una punta de lanza del proceso de reestructuraci¨®n y transparencia impulsado por el actual equipo dirigente de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El cine, en este inmenso pa¨ªs, es m¨¢s que una parcela del entretenimiento, seg¨²n la terminolog¨ªa gremial de Hollywood: es una de las principales fuentes del consumo de la cultura, como pone de manifiesto que a las 5.257 salas de proyecci¨®n fijas existentes en la URSS haya que a?adir ni m¨¢s ni menos que 84.506 equipos m¨®viles de proyecci¨®n en uso. De ah¨ª provienen las vastas dimensiones que la asistencia al cine adquiere en este pa¨ªs, y que una elemental estad¨ªstica indica: si el consumo de cine alcanza, como mucho, en los pa¨ªses de la CEE, dos largometrajes por habitante y a?o; en la Uni¨®n Sovi¨¦tica se encarama en los alrededores de diecisiete largometrajes por habitante y a?o. Es decir, la asistencia al cine supera all¨ª, en una proporci¨®n de casi un 900 por 100, a la media de Europa occidental.
Para que una pel¨ªcula sea considerada "de ¨¦xito" en la URSS, ha de convocar en las salas a 18, 20, 25, o incluso m¨¢s millones de espectadores. Un filme que provoque una asistencia de 5 a 10 millones de espectadores -lo que en Europa ocidental ser¨ªa un descomunal triunfo- en la Uni¨®n Sovi¨¦tica se considera un fracaso. Las medidas cuantificadoras del negocio cinematogr¨¢fico sovi¨¦tico son, por consiguiente, otras, de volumen muy diferente al de las conocidas aqu¨ª. El goteo de espectadores que actualmente padece el cine occidental toma all¨ª las dimensiones de una riada.
Durante medio siglo, esta riada de espectadores sovi¨¦ticos a las salas de cine, no era para recibir en ellas mercanc¨ªas libres, sino amordazadas por los mecanismos censoriales de las impenetrables burocracias. Estos mecanismos -hasta la tormentosa celebraci¨®n del congreso de la Uni¨®n de Cineastas Sovi¨¦ticos de la primavera de 1986; la elecci¨®n de Elem Klimov como su cabeza visible; el nombramiento del cr¨ªtico Viktor Diomin como secretario de la Uni¨®n; y, con anterioridad, la designaci¨®n de Alexandr Kamschalov como ministro de la Cinematograf¨ªa- han sido infranqueables, y el cine sovi¨¦tico, cuantitativamente a la cabeza del cine mundial, ha sido, durante los ¨²ltimos decenios, gobernado por oscuros gendarmes pol¨ªticos.
Sin embargo, el surgimiento de un cine sovi¨¦tico libre, realizado clandestinamente, de espaldas a la censura, no es un asunto nuevo. La relativa autonom¨ªa de que disfrutan en la URSS los estudios de producci¨®n de filmes, sobre todo la Mosfilm y la Lenfilm, permiti¨® que se hicieran algunas pel¨ªculas -se han desempolvado ya alrededor de 30- que m¨¢s tarde, cuando eran supervisadas por los censores, se prohib¨ªan unas veces para la exportaci¨®n, otras para el consumo interior, y finalmente otras para una y otro. Parte del cine sovi¨¦tico hoy considerado libre, est¨¢ realizado hace a?os, a veces muchos, y hasta 1986 estaba alma cenado bajo el polvo de las estanter¨ªas en viejas oficinas estalinianas.
El gran rescate
Por ejemplo, se acaba de estrenar la primera pel¨ªcula de un cineasta leningradense llamado Alexei Guerman. Su t¨ªtulo es Control en los caminos, y fue realizada en 1971. Son 17 los a?os que esta excelente pel¨ªcula ha dormido un anticipo en vida de su muerte. Y es ¨¦ste un caso entre los muchos aireados en los ¨²ltimos tres a?os. El primer signo de liberalizaci¨®n se produjo precisamente en el festival de Mosc¨² de hace tres a?os, en el que se premi¨® al filme Ven y mira, de Elem Klimov, cineasta que, aunque pertenece desde 1962 al Partido Comunista de la URSS, se encontraba entonces rozando los l¨ªmites de la disidencia.La primera tarea que han tenido que afrontar los encargados de recuperar los rastros de cine libre creado en Rusia desde finales de los a?os 30 a esta parte, ha sido la de rebuscar entre los desperdicios de la censura para rescatar pel¨ªculas prohibidas: una tarea todav¨ªa est¨¢ en marcha y que tiene frutos -adem¨¢s de los dos filmes antes mencionados- como Agon¨ªa y Adi¨®s a Matiora, de Klimov; Arrepentimiento de Tengiz Abuladze; El comisario de Askoldov; Las ascensi¨®n, de Larissa Sheptiko; Veinte d¨ªas sin guerra y Mi amigo Ivan Lapshin de Alexei Guerman; la obra casi completa de Nikita Mijalkov, de Andrei Tarkovski y de sus disc¨ªpulos, entre ellos Lopushariski; Tema, de Gleb Panfilov; y hasta dos docenas m¨¢s de filmes, algunos de los cuales se proyectan en la muestra de Oviedo y otros buscan y comienzan a encontrar pantallas comerciales en los mercados occidentales, comenzado por el casi inpenetrable de los Estados Unidos.
Babelia
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