Ciegos naufragando
?Nunca ha visto usted c¨®mo se ahoga un ciego, c¨®mo se va hundiendo lentamente, chapoteando con torpeza en medio del mar sin otra pared donde estrellarse que la salada pesadilla de las aguas, el mullido portazo del mar acarici¨¢ndole?Desde estas Navidades pasadas por agua radiactiva, las autoridades competentes (ninguno est¨¢ ciego, ni son ellos los que caen) mantendr¨¢n esa imagen viva en sus cabezas bien pertrechadas para que no se note el bulto de la perturbaci¨®n. Estas Navidades en Galicia han ca¨ªdo al mar muchos ciegos. De pronto, el puente que Galicia ha tendido siempre a los ciegos del poder se ha venido abajo. No lo entienden as¨ª los que no son gallegos, ni siquiera todos los gallegos lo entienden as¨ª, porque, contra lo que pueda parecer, tampoco Galicia es una. Es relativamente f¨¢cil traducir una lengua; traducir un pueblo es, sencillamente, imposible. Porque aparte de la deformaci¨®n de la propia imagen, que los mismos gallegos alimentan por pura ley compensatoria (nunca nos ha ido bien, de modo que, en contrapartida, se echa le?a a esa imagen de pa¨ªs de maravillas, po¨¦tico y lejano), en Galicia se advierten comunidades ling¨¹¨ªstica y culturalmente diferenciadas, con ritmos de vida distintos. Una de esas zonas con pulso propio y a veces ajeno ?lo que ocurre a pocos kil¨®metros en el resto de la comunidad es la Mari?a Lucense. Hay una expresi¨®n hecha y propia de estos pueblos, que suena a chino m¨¢s all¨¢ de Mondo?edo y que refleja muy bien su car¨¢cter: "Pasar os cegos ¨¢ ponte". Traducido literalmente es una expresi¨®n metaf¨®rica: ayudar a los ciegos a que crucen el puente. Parafrase¨¢ndolo, es hacerse el bueno, muy cristianamente pasar por alto lo que se debe ignorar, sacarle las casta?as del fuego al que manda y, humildemente, reconocer que nos est¨¢n haciendo un favor. Puede parecer una actividad servil o interesada, estoica o c¨ªnica, pero es el modo como Galicia ha sobrellevado siglos de dominaci¨®n. El ejercicio del cinismo, cuandouno lleva las de ganar, es una forma muy econ¨®mica de ataque y defensa, muy apropiada para los c¨ªnicos del poder. Cuando se lleva las de perder, el cinismo no tiene lugar, es simplemente una forma de retraimiento consciente. Por eso el pueblo no puede ser c¨ªnico. O puede serlo hasta un punto.
Galicia, que es un pa¨ªs pol¨ªtica, social y econ¨®micamente delirante, ha pasado muchos ciegos por alto. La Mari?a Lucense ha cargado con el pesado ciego del aislamiento, de la desatenci¨®n, desde siempre. A ello ha contribuido la espeluznante red de comunicaciones que separa a toda la zona del resto de Galicia. Algo parecido a una telara?a desgarrada a capricho hace que desde pueblos como Foz o Burela se tarde en llegar a Vigo de cinco a seis horas. Los centros neur¨¢lgicos de la actividad administrativa son, desde la costa de Lugo, ciudades a las que se accede por carreteras de western con estampas del paleol¨ªtico. Gracias a que el comercio funciona de forma muy distinta a la Seguridad Social, muchas ni?as que han nacido en el camino han podido al menos disfrutar al menos de las primeras m¨¢quinas de marcianitos con la misma novedad y al mismo tiempo que los otros ni?os que son de Dios. La ganader¨ªa, la agricultura y, sobre todo, el trabajo en el mar han proporcionado toda la riqueza visible y han mantenido el nivel de vida de miles de familias por encima y en detrimento de su calidad de vida. Y es de notar la falta de emigraci¨®n. Aunque hist¨®ricamente la Mari?a Lucense se haya visto desfavorecida en cuanto a equipamientos e infraestructura (sanidad, comunicaciones, educaci¨®n, deportes), la gente de aqu¨ª no es combativa ni presionante;m¨¢s bien todo lo contrario: hay un conformismo frente a las instituciones que a veces raya en lo incre¨ªble en un pueblo que le debe tan poco a las instituciones. El apartamiento geogr¨¢fico tampoco ha mermado el car¨¢cter abierto de marinos que tiene m¨¢s que ver con asturianos, c¨¢ntabros y vascos, y con Francia, Irlanda o Escocia por mar, que con los habitantes de la monta?a de Lugo. El turismo es bien avenido porque sostiene la econom¨ªa de muchas familias en verano, como fue bien avenido el plan de industrializaci¨®n que por los a?os setenta aviv¨® todas las esperanzas de renovaci¨®n y progreso. Comenz¨® con dos proyectos paralelos en municiDios conti-auos del norte deLu¨ªo: la creaci¨®n de una central nuclear en Xove y la construcci¨®n del complejo industrial Al¨²mina-Aluminio en San Cibrao. El proyecto de la central, anunciado en 1973, cuando estaban comenzando los trabajos de explanaci¨®n para la planta de Al¨²mina, no lleg¨® a cuajar. La poblaci¨®n manifest¨® su oposici¨®n con la misma firmeza con que abr¨ªa los brazos a Al¨²minaAluminio, comparando la oferta de puestos de trabajo de cada una y su capacidad contaminante. El proyecto de Al¨²mina fue un proyecto deseado, un sue?o realizado que puso a prueba, durante el tiempo que dur¨® la construcci¨®n del complejo, la mayor¨ªa de edad y la capacidad de transformaci¨®n de un pueblo sabio, que supo digerir los cambios vertiginosos que se produjeron en esos cinco a?os con una madurez imprevisible en gente sin tradici¨®n obrera ni industrial. Una ma?ana el pueblo se despert¨® con el nombre de Macondo en los o¨ªdos. La hojarasca venida con los vientos propicios del progreso invadi¨® las tiendas y los colegios. Se duplic¨® la poblaci¨®n y el precio de la carne, se triplic¨® el valor del inmueble. La especulaci¨®n inmobiliaria cre¨® por generaci¨®n espont¨¢nea inmensas fortunas y descalabros inconcebibles en el paisaje. El coste de vida se dispar¨® sin'reparar en la capacidad adquisitiva media, pero todo estaba transform¨¢ndose y era bueno hacer cola en los h¨ªpermercados, aunque no se transformasen las carreteras, aunque no mejorasen los equipamientos. Todas las novedades asimiladas con la facilidad y la elegancia de un pueblo abierto a los cambios m¨¢s de lo que nadie pueda imaginar, un pueblo donde los ni?os crec¨ªan en columpios oxidados desde 1950, pero con juegos que compart¨ªan con andaluces, asturianos, madrile?os, extreme?os, portugueses. Cinco a?os en la vida de un ni?o significan muchos pantalones rotos, muchas lecciones memorizadas, infinitas fascinaciones y vacunas. Para los que entonces est¨¢bamos creciendo, la llegada de tantos extra?os era un juego nuevo; el simulacro diario de indios y vaqueros se hac¨ªa realidad, nos invad¨ªan. Y sus padres y los nuestros levantaron la f¨¢brica. Miles de hombres de tierra adentro que visitaban el mar por primera vez y miles de marineros en tierra, felices de poner los pies en suelo firme, se aferraron al aluminio como una tabla de n¨¢ufrago sobre la que habr¨ªan de levantar otro futuro para nosotros, los indios de 12 a?os, los peque?os salvajes con futuro de lignito.
Una alucinaci¨®n que dur¨® cinco a?os, el tiempo que nos cost¨® hacernos mayores. Una ma?ana de 1980 la hojarasca se larg¨® con el viento a otra parte, sin m¨¢s contemplaciones, dej¨¢ndonos a nosotros sin domesticar y a Al¨²mina-Aluminio en pie, que empezaba a funcionar entonces. Todo volvi¨® a adquirir su precio de hac¨ªa cinco a?os, los pupitres se quedaron vac¨ªos, la normalidad regres¨¦ convaleciente, con diferencias sustanciales: la aparici¨®n de una clase obrera concienciada un movimiento sindicalista que antes no exist¨ªa, militancia y afiliaciones masivas a la pol¨ªtica socialista y la unidad sin precedentes de todos los pueblos de la costa de Lugo ante las agresiones que ponen en peligro la vida de una comunidad en marcha. Eso es lo que ha cambiado fundamentalmente: la Mari?a no est¨¢ dispuesta a pasarle los ciegos a nadie. Y esta actitud de no condescendencia frente al absurdo ha dado mucho que hablar para los que parecen conocer tan de cerca la vida de los trabajadores. Pero no se puede estar en la piel de un habitante de Fisterra, como no se puede estar en la piel de un trabajador de Al¨²mina, y era inconcebible ver/o¨ªr a las autoridades competentes, que tanto han hecho el rid¨ªculo, atajarlo todo con simples amenazas y comparecencias tard¨ªas desde un sill¨®n oficial cuando toda Galicia ha vivido estas Navidades bajo la amenaza real de la incertidumbre. No ha habido oposici¨®n popular que evitase las decisiones oficiales (falta de informaci¨®n, contradicciones), pero los servicios m¨ªnimos quedaron sin cubrir, y eso es algo que no ocurre por las buenas y que si ocurre es algo dif¨ªcil de olvidar para quienes todav¨ªa creen que la pol¨ªtica es una orden, que la vida son ¨®rdenes, y que cuando esas ¨®rdenes no son obedecidas vale todo, lo primero, la descalificaci¨®n personal y social de quienes lo ¨²nico que han hecho en su vida ha sido trabajar para levantar un pueblo que nunca recibi¨® nada.
Por primera vez en la Mari?a no se han atravesado los ciegos por el puente, por primera vez se les ha dejado caer al mar como salchichas, sin ojos, sin nariz, ahog¨¢ndose en aguas desconocidas. Y es algo que se va a tener presente mucho tiempo, la imagen de los ciegos del poder naufragando en el oleaje, sin defensa, con sus gafas de ciegos flotando entre los residuos de la f¨¢brica. Todav¨ªa flotan las mentiras, aunque la actualidad las haya abandonado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Alumina-Aluminio Espa?ola
- Opini¨®n
- Convenios colectivos
- Comunidades aut¨®nomas
- Financiaci¨®n auton¨®mica
- Negociaci¨®n colectiva
- Estrenos cine
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Transporte urbano
- Provincia Lugo
- Empleo
- Galicia
- Cine
- Relaciones laborales
- Finanzas p¨²blicas
- Empresas
- Espa?a
- Transporte
- Administraci¨®n p¨²blica
- Econom¨ªa
- Trabajo
- Finanzas
- Cultura