Una peque?a 'caza del hombre'
De Jim¨¦nez Losantos a Mariscal, en pos de la autocr¨ªtica del disidente
La reciente movilizaci¨®n de algunos sectores en torno a las declaraciones del artista Javier Mariscal no son, ni mucho menos, un fen¨®meno nuevo o aislado en la vida pol¨ªtica catalana. Las campa?as p¨²blicas de protesta o apoyo a personas o instituciones constituyen desde hace a?os un elemento identificador y cohesionador de sectores sociales que se agrupan en torno a determinadas opciones pol¨ªticas. Hoy es el nacionalismo, en cualquiera de sus expresiones, el mejor cliente de esta t¨¦cnica ancestral de actuaci¨®n civil.
En algunas ocasiones el objetivo no se limita a la leg¨ªtima consecuci¨®n de un derecho, sino que tiende a la marginaci¨®n de ciudadanos en los que se encarna al enemigo interior. Son los riesgos de una supuesta espontaneidad a su vez supuestamente calculada."La verdad es que no entiendo nada. Nada de nada" Con esta frase el humorista Jos¨¦ Luis Coll respond¨ªa a las preguntas de la Prensa poco despu¨¦s de que la direcci¨®n de Scala Barcelona suspendiera el contrato que le un¨ªa, junto con Tip, a dicha sala de fiestas. La carrera hacia esta imprevista suspensi¨®n hab¨ªa empezado el 29 de enero de 1986. En los estudios de la emisora Catalunya R¨¤dio, Tip y Coll atend¨ªan las llamadas de los oyentes.
El hecho de que las preguntas del p¨²blico fueran formuladas en catal¨¢n, como suele ser habitual en todas las emisoras catalanas, motiv¨® una reacci¨®n contraria de Jos¨¦ Luis Coll, que acab¨® neg¨¢ndose a responder a las preguntas formuladas en esa lengua, aunque luego se las tradujeran.
A partir de ah¨ª, los tel¨¦fonos de la emisora empezaron a echar humo. Horas despu¨¦s llegaban las primeras cartas de oyentes a los diarios, indignadas por la actitud del humorista. En un par de d¨ªas, la cuesti¨®n hab¨ªa polarizado a la opini¨®n ciudadana, y la actuaci¨®n de Tip y Coll en Scala se ve¨ªa constantemente amenizada por agoreros avisos de bomba. El episodio concluy¨® con una reuni¨®n en la direcci¨®n de Scala entre los responsables de la sala y una comisi¨®n de la Crida a la Solidaritat, movimiento que desde un primer momento canaliz¨® la protesta y elev¨® la an¨¦cdota a la categor¨ªa de agresi¨®n. Todo se hab¨ªa resuelto en menos de una semana, ante la total pasividad de la conselleria de Trabajo y la de Gobernaci¨®n.
Un tiro en la pierna
Tampoco debi¨® entender nada de nada el escritor Federico Jim¨¦nez Losantos cuando, el 21 de mayo de 1981, vi¨® como dos desconocidos le ataban a un ¨¢rbol y le pegaban un tiro en una pierna. La agresi¨®n al escritor era la contrapartida de las supuestas 2.300 firmas que avalaban un manifiesto por el que se pretend¨ªa que la poblaci¨®n castellanohablante en Catalu?a estaba siendo discriminada, y que provoc¨® la indignaci¨®n de buena parte de la sociedad catalana. Ese manifiesto justific¨® la fundaci¨®n de la Crida a la Solidaritat foment¨® la extensi¨®n de un clima de inquietud por el reflujo auton¨®mico que sigui¨® al 23-F.Es en este momento -en el que coinciden la consolidaci¨®n del nacionalismo en el poder, el reposo de los antiguos guerreros de la izquierda y los signos evidentes de una reorganizaci¨®n del anticatalanismo- cuando se inicia un nuevo estilo m¨¢s pasional que ideol¨®gico, m¨¢s combativo que democr¨¢tico, de participaci¨®n ciudadana. Y amplios sectores, tradicionalmente despolitizados, se sumar¨¢n a esa labor defensiva ante todo lo que pueda ser susceptible de menosprecio o recorte de la identidad catalana.
Esta red tangible y autoorganizada de impulsores y difusores de las campa?as nacionalistas ha protagonizado acciones tan importantes como la repulsa a la LOAPA o el apoyo a Jordi Pujol a ra¨ªz del proceso de Banca Catalana. Pero tambi¨¦n se ha manifestado en temas menores, como la actuaci¨®n contra el abogado G¨®mez Rovira, defensor de los escasos ciudadanos que exigen una ense?anza exclusivamente en castellano, o la campa?a de Prensa contra La Trinca cuando decidi¨® cantar tambi¨¦n en castellano.
En la mayor¨ªa de campa?as contra personas concretas, la desproporci¨®n entre el m¨®vil y la respuesta suele ser considerable. Parece evidente que se cree que las campa?as cohesionan y amplian el colectivo nacionalista. Un motivo suficiente, pues, para ir a buscar las agresiones lejos y mal. Como las de un dise?ador naif despu¨¦s de una cena valenciana.
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