Pat Robertson, el 'telegenio'
Un predicador fundamentalista super¨® a Bush en lowa
Robertson, que atrajo el martes al 25% de los votantes republicanos en el caucus de Iowa, superando incluso al vicepresidente George Bush, es b¨¢sicamente un fan¨¢tico extremista, muy listo, sin ninguna experiencia pol¨ªtica, disfrazado de moderado afable ayudado por su gran telegenia. Ha afirmado que s¨®lo los cristianos conversos y los jud¨ªos deben tener puestos en la Administraci¨®n, y que un futuro Gobierno suyo estar¨¢ vedado a los no creyentes.
Robertson, de 57 a?os, casado y con cuatro hijos es, seg¨²n le interese, un predicador, un presentador de televisi¨®n o un empresario. En ning¨²n caso este hombre con cara de querub¨ªn y eterna sonrisa, voz c¨¢lida y bien empastada, que afirma hablar directamente con Dios y haber detenido un hurac¨¢n, es un- pol¨ªtico convencional.Basa su campa?a, que parece destinada a poner patas arriba la elecci¨®n presidencial y a provocar serios problemas en el seno del Partido Republicano, en la movilizaci¨®n de lo que Rama un "ej¨¦rcito silencioso" de cristianos fundamentalistas dispuestos a seguirle -para que, desde la Casa Blanca, acabe con lo que entienden es una Norteam¨¦rica moralmente degenerada donde los valores tradicionales se han perdido.
Robertson, hijo de un senador y descendiente de dos presidentes, es millonario. Todo comenz¨® cuando Dios le dijo -asegura- que comprara una peque?a emisora de televisi¨®n quebrada de Virginia. S¨®lo tenia 70 d¨®lares en met¨¢lico.
Hoy, este hombre, que afirma ser "el candidato de los conservadores" a la presidencia, posee una de las m¨¢s potentes cadenas de televisi¨®n del pa¨ªs, la Christian Broadcasting Network, con ingresos de 180 millones de d¨®lares (20.700 millones de pesetas) y 4.000 empleados al a?o, y una universidad cristiana.
Graduado en Derecho por la universidad de Yale, no practic¨® nunca la abogac¨ªa.
Despu¨¦s de un pol¨¦mico paso por el Ej¨¦rcito (se asegura que la influencia de su padre le libr¨® de ir a la guerra de Corea), trabaj¨® en una compa?¨ªa de productos electr¨®nicos en Nueva York. All¨ª recibi¨® el primer mensaje del Alt¨ªsimo, que le hizo ordenarse en el seminario teol¨®gico baptista de la ciudad de los rascacielos.
En su juventud, Robertson -rico por su casa- era m¨¢s bien un joven disipado con una clara tendencia al abuso del alcohol y de las mujeres, recuerdan su padre y sus amigos. Se cas¨® con una enfermera, Dede, y su primer hijo naci¨® 10 semanas m¨¢s tarde de la boda. Su conversi¨®n al fundamentalismo evang¨¦lico le hizo afirmar a su esposa, cat¨®lica, que Pat estaba manifestando "tendencias esquizo¨ªdes". El caso es que Robertson entr¨® en una fase m¨ªstica y abandon¨® el hogar familiar para retirararse a meditar a Canad¨¢. "Te necesito desesperadamente" le escribi¨® Dede, que esperaba su segundo hijo. Pat se limit¨® a responder: "No puedo volver. Dios se ocupar¨¢ de ti".
Su cara es bastante conocida nacionalmente gracias a su aparici¨®n dominical durante a?os en un programa religioso llamado El club de los 700. En la peque?a pantalla comunica tan bien o mejor que Ronald Reagan. Sus seguidores alzan pancartas en sus m¨ªtines con el eslogan "Jes¨²s va a venir pronto" y gritan: "Los cristianos han ganado".
Con la Biblia en la mano
Robertson propugna la disminuci¨®n al m¨ªnimo, m¨¢s a¨²n que Reagan, del sector p¨²blico. Con la Biblia en la mano ha predicho la destrucci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica; propone la "descolonizaci¨®n de las fronteras del imperio sovi¨¦tico apoyando a los luchadores por la libertad"; quiere acabar con la Reserva Federal (el banco central). "Mis seguidores me dicen", explica, "que quieren la ca¨ªda de la tiran¨ªa sovi¨¦tica en todo el mundo, incluida la URSS, y la vuelta a un tiempo en el que los maridos amaban a sus esposas y ¨¦stas a sus maridos, y en el que los ni?os puedan volver a rezar en las escuelas".
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