Ante la Ia 'cumbre' de Bruselas
La hipot¨¦tica recuperaci¨®n que, seg¨²n algunos expertos, se inici¨® en 1982 habr¨ªa alcanzado hoy su plena madurez, sin que la tasa de inflaci¨®n m¨¢s baja desde hace 20 a?os en los pa¨ªses de la OCDE, ni la recuperaci¨®n de beneficios empresariales hasta los niveles que se daban antes del primer choque petrolero, ni una rentabilidad elevada, hayan aliviado significativamente el problema del paro y el de la extensi¨®n de la pobreza a colectivos cada vez m¨¢s numerososComo ha se?alado Galbraith, la mejor ¨¦poca del capitalismo (1945-1970) ha pasado definitivamente. Y no parece que la nueva fase tecnol¨®gica vaya a reproducir el colosal crecimiento de posguerra. Es m¨¢s, las previsiones de futuro tienden a la baja. Si en esta situaci¨®n los Gobiernos ponen m¨¢s empe?o en hacer exhibiciones pol¨ªticas ante sus respectivos electores que en buscar nuevas bases para un consenso ¨²til, es pr¨¢cticamente segura la frustraci¨®n tras esta nueva cumbre. A lo sumo, asistiremos a un vergonzante regateo, con envoltorios que salven la superficial autoridad pol¨ªtica que tanto tem¨ªa perder el se?or d'Estaing.
En el fondo nadie cree en que aquel esplendoroso pasado se reencarne en el futuro. Piden a Estados Unidos que reduzca su d¨¦ficit, que suba los impuestos y que aminore el gasto p¨²blico, pero que lo haga lentamente, no vaya a ser que la recesi¨®n derive a la depresi¨®n. A su vez, pide a Jap¨®n que abra su mercado a las importaciones y eleve el d¨¦ficit p¨²blico, que acelere el crecimiento de su demanda interna mejorando el poder adquisitivo de los trabajadores (es un consejo del ubicuo Kissinger). Piden a la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) que sea la locomotora expansiva y anime el an¨¦mico crecimiento autosostenido.
Pero muchos economistas olvidan que la econom¨ªa no vive sola. El cambio de estrategia comportar¨ªa convulsiones sociales en cada pa¨ªs. Nadie niega que el aumento del empleo en Estados Unidos y el crecimiento en Jap¨®n guardan estrecha relaci¨®n con la pol¨ªtica fiscal y monetaria en el primero y con las deficientes condiciones de trabajo en el segundo. Y en lo que a la RFA se refiere, aunque propiciara una fase expansiva, tendr¨ªa un efecto limitado en el tiempo y un escaso impacto cuantitativo; tambi¨¦n tiene sus problemas sociales. Pese a todo, y aun modificando su estrategia en la direcci¨®n apuntada, es muy dudoso que nos deparasen una nueva fase de expansi¨®n.
En cuanto al Acta ?nica y al Libro Blanco del mercado interior, los hechos nos ir¨¢n indicando lo que dan de s¨ª. Sin embargo, conviene retener que ambos textos conf¨ªan fundamentalmente en los mecanismos del mercado para resolver los problemas econ¨®micos y sociales, si bien es cierto que con algunos correctivos para abordar conflictos regionales, sociales, econ¨®micos, medioambientales, tecnol¨®gicos, etc¨¦tera, que determinaron el apoyo desde la izquierda. No obstante, se quedan por debajo del proyecto Spinelli.
El nuevo esquema contempla la necesidad de acuerdos con las fuerzas sindicales como uno de los vectores que le den fuerza y viabilidad pr¨¢ctica.
Un eje b¨¢sico
Un eje b¨¢sico es la denominada estrategia cooperativa para el crecimiento y el empleo. Se apunt¨® aun alto crecimiento medio en la CE a lo largo de estos a?os que reducir¨ªa la tasa de desempleo al 4% en 1990. Los desequilibrios regionales que pudieran ocasionarse ser¨ªan compensados con fondos estructurales en el cuadro de la llamada cohesi¨®n econ¨®mico-social. Ese crecimiento deseado se proyecta en base a un patr¨®n convencional de subida moderada (?) de los salarios, innovaci¨®n tecnol¨®gica, aumento de la productividad, recuperaci¨®n de mercados y relanzamiento de las exportaciones. Todo ello, desde el di¨¢logo social europeo para el mejor reparto de los beneficios sociales.Pero el c¨¢ntaro se rompi¨®. Los incumplimientos son tan notables que la estrategia se est¨¢ reelaborando con ajustes a la baja por el m¨¦todo de aproximaciones sucesivas. Es decir, se presentan documentos parciales para su aprobaci¨®n en las cumbres, que dicen tener dos metas: permanecer en l¨ªnea con la estrategia anterior y profundizar en la reforma de la Comunidad. Con este enfoque se discute en esta cumbre de Bruselas un documento titulado Lograr el Acta ¨²nica, conocido tambi¨¦n como plan Delors.
Este plan (reforma de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n -PAC-, duplicar los fondos estructurales y endurecer la disciplina presupuestaria) ya fue contestado en el Parlamento Europeo por insuficiente. Entre otros, por el informe Bar¨®n-Von Wogau (socialista y democristiano), porque "falta un programa social y completo y el desarrollo futuro de la concertaci¨®n entre patronos y sindicatos, ya iniciada, que evite los problemas que pueda crear el mercado interno. Otro riesgo a evitar es la excesiva concentraci¨®n que la creaci¨®n de un gran mercado puede provocar y que agravar¨ªa m¨¢s los problemas regionales. En este sentido, la propuesta de duplicar los fondos estructurales no ser¨¢ suficiente, y es necesario introducir este concepto en todas las pol¨ªticas comunitarias". M¨¢s tarde, estos mismos diputados recordaron el informe Mac Dougall: "...Se requerir¨ªa multiplicar por cuatro el volumen de los fondos estructurales hasta llegar m¨¢s o menos al 1% del PIB para lograr que tengan verdadero impacto econ¨®mico, y esto antes de la ampliaci¨®n a Espa?a y Portugal".
En estas protestas no podemos por menos que advertir, entre otros, los problemas derivados del poder de las multinacionales, de la polarizaci¨®n industrial y los desequilibrios regionales inducidos por ella, as¨ª como de la escasez financiera de los fondos.
Delors ha rebajado el umbral del programa hacia un mercado ¨²nico hasta niveles de inoperancia. Ni a¨²n con rebajas se llega a un acuerdo.
Sin embargo, los nuevos problemas del mundo contempor¨¢neo: el paro, el envejecimiento de la poblaci¨®n, la emigraci¨®n de los pa¨ªses subdesarrollados a los industrializados, la desprotecci¨®n social, la excesiva concentraci¨®n urbana, el deterioro ecol¨®gico, etc¨¦tera, no s¨®lo no se rebajan, sino que se agravan con las recetas neoliberales para la generaci¨®n de excedentes. Mientras tanto, en Bruselas seguir¨¢n reuni¨¦ndose los que ensalzan interesadamente el arcaico instrumento del mercado como si fuese la panacea universal; los conversos que han abrazado la doctrina liberal y los que ven en el mercado el mal menor. Con la tozudez de una, la se?ora Thatcher, se difuminan la inflexi¨®n ideol¨®gica y la docilidad de otros.
La Europa de los pueblos, anhelada desde el Tratado de Roma, no puede seguir utiliz¨¢ndose como recurso ret de las con frontaciones internas del sistema capitalista, y en la disputa subya cen distintas concepciones de Europa y de su papel en el mundo.
Autonom¨ªa europea
A¨²n con formas afortunadamente menos tr¨¢gicas, la historia se puede estar repitiendo. Quienes apostemos por una Europa cada vez m¨¢s aut¨®noma en todos los ¨®rdenes, capaz de afrontar los retos actuales y labrarse un futuro de progreso, de solidaridad y justicia social, una Europa en paz y a su vez factor de paz en el mundo, tenemos la oportunidad de demostrar nuestro aprendizaje hist¨®rico.La lecci¨®n de las concesiones ideol¨®gicas que terminan justificando las desigualdades, las injusticias y las arbitrariedades o la del sectarismo y la divisi¨®n entre las fuerzas progresistas son demasiado amargas. Nos ense?aron que por ese camino terminamos pagando no s¨®lo nuestros platos rotos, sino que tambi¨¦n pagamos una buena parte de los de los dem¨¢s. Se puede y se debe generar una alternativa econ¨®mica, pol¨ªtica y sociocultural para la soluci¨®n de los problemas actuales en Europa. Pero para ello es imprescindible articular la fuerza pol¨ªtica y la base social que la defienda y la sustente. L¨®gicamente, yo apuesto por el camino de la izquierda, una izquierda que puede converger estimulada por el impulso de los movimientos sociales, por la apertura de una nueva din¨¢mica hacia el desarme y la distensi¨®n en las relaciones internacionales. Hace falta que una buena parte de esa izquierda europea pierda la fe adquirida en la obsoleta alquimia del mercado. Desde el movimiento sindical se han lanzado ya algunas iniciativas y se pueden adoptar muchas m¨¢s. La Confederaci¨®n Sindical de CC OO ha respondido inmediatamente a la llamada de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES) enviando resoluciones a los distintos Gobiernos con motivo de la cumbre de Bruselas.
Cabr¨ªa estudiar si despu¨¦s de aquella movilizaci¨®n sindical europea por la jornada semanal de 35 horas, en el ya muy lejano oto?o de 1976, no es conveniente un nuevo esfuerzo de acci¨®n unitaria. La legitimidad de aquella reivindicaci¨®n se ha reforzado a¨²n m¨¢s con el aumento del paro en el transcurso de estos 12 a?os.
La reducci¨®n sustancial del tiempo de trabajo es cada vez m¨¢s dificil de conseguirla aisladamente en cada pa¨ªs. Junto a otras demandas de plena actualidad, como las que giran en tomo a las condiciones contractuales (profesionalidad, organizaci¨®n t¨¦cnica del trabajo, productividad, salud laboral, etc¨¦tera), o las originadas por el retroceso en los sistemas p¨²blicos de protecci¨®n social, se podr¨ªa concertar una iniciativa sindical europea por el empleo. El empe?o vale la pena, y es urgente materializar el empuje del movimiento sindical europeo para desbloquear una situaci¨®n que no puede confiarse a los ung¨²entos que se preparan en cumbres borrascosas como la de Bruselas.
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