A la sombra de Marcel Pagnol

Marcel Pagnol, bas¨¢ndose en unos escritos propios, realiz¨® en 1952 una pel¨ªcula, Manon des sources, que dio lugar casi 10 a?os despu¨¦s a su obra El agua de las colinas, cuyos dos vol¨²menes correspond¨ªan a los t¨ªtulos Jean de Florette y Manon des sources. Con dicha base literaria, Claude Berri ha realizado un filme en dos partes -Jean de Florette- que ha conseguido el ¨¦xito en las taquillas francesas, sobre todo en su segunda parte.Marcel Pagnol, escritor, hombre de teatro y tambi¨¦n productor y realizador cinematogr¨¢fico, evidenciaba en sus trabajos las peculiaridades regionalistas provenzales, apoy¨¢ndose en actores tales como Raimu, Fernandel o Chardin, a los que descubri¨®. Acusado primero de hacer teatro filmado, fue luego recuperado por la cr¨ªtica francesa como antecedente del neorrealismo italiano.

Inspirado por su estela, el director Claude Berri intenta captar y recuperar ahora la peculiaridad de su mundo rural, donde los hombres son una prolongaci¨®n de la tierra en la que han nacido, a la que aman y envuelven con sus pasiones.

Melodrama rural

El manantial de las colinas es un melodrama rural que enuncia la germinaci¨®n de la tragedia que desembocar¨¢ en La venganza de Manon, su segunda parte. Su baza primordial es la presencia de unos actores s¨®lidos que dan vida a unos personajes arquet¨ªpicos del universo mostrado, y una fotograf¨ªa que intenta aprisionar la exultante luminosidad provenzal.Entre el filme de calidad del pasado cine franc¨¦s, el aroma neorrealista y el melodrama epis¨®dico, la primera entrega ahora estrenada en nuestras pantallas insiste sobre el amor a la tierra, en cuyo nombre se destaca la ambici¨®n, situada la acci¨®n en un universo donde lo que es bueno para unos puede ser fatal para otros, como la llegada de la lluvia, fruto de una naturaleza caprichosa que en ocasiones puede aliarse con la maldad de los hombres.

La esmerada recreaci¨®n ambiental en la que se empe?a el director, la cuidada fotograf¨ªa y la interpretaci¨®n de los actores se muestran insuficientes para superar la morosidad del ritmo f¨ªlmico resultante, por el que transitan unos personajes que a pesar de sus rasgos de humanidad quedan fr¨ªos y distantes, haciendo a?orar a los que poblaban el universo rural de Renoir, y a los que se pod¨ªa amar por encima de sus imperfecciones.