El infinito ataca, pero una nube salva
"De nada sirve explicar, hay que morir en el momento justo, dejar para siempre el poema despu¨¦s de haber nacido con ¨¦l". Para Ren¨¦ Char "el momento justo" lleg¨® el pasado 19 de febrero en el hospital militar Val de Grace de Par¨ªs.Dec¨ªa Paul Val¨¦ry que el poeta era literalmente compa?ero del pintor y del escultor. Si as¨ª fuera, entonces Ren¨¦ Char tom¨® d¨¦ alg¨²n pintor rom¨¢ntico el sentido moral del paisaje, y de alg¨²n escultor la capacidad de buscar en el magma el doloroso secreto de la armon¨ªa. A estas calidades a?adi¨® el compromiso de dirigirse a la verdad.
Ren¨¦ Char comenz¨® a escribir hacia 1924, sus primeros versos deslumbraron a ?luard, que reclam¨® su presencia en el Par¨ªs surrealista. La aventura tent¨® al poeta, pero su voz reclamaba otras filosof¨ªas (Nietzsche, Her¨¢clito), y rompi¨® con el grupo en 1934.
No ser¨ªa justo achacar a esta juvenil filiaci¨®n superrealista el hermetismo que ha caracterizado a su obra. "La oscuridad para ¨¦l (ha escrito Georges Mounin) no es una ley necesaria de la poes¨ªa... El poema es a veces herm¨¦tico porque la poes¨ªa expresa lo que, sin ella, ser¨ªa inefable". Leemos en Com¨²n presencia: "haz surgir lo que el conocimiento quiere mantener secreto, el conocimiento con sus cien pasadizos", pero tambi¨¦n, "lo que viene al mundo para no perturbar nada no merece ni consideraci¨®n ni paciencia". Esta voz, la que promulga la transgresi¨®n, es la que le obligar¨¢ a la soledad, a la no aceptaci¨®n de otras leyes que no sean las que la propia poes¨ªa ?nipone: "obedeced a vuestros puercos que existen. Yo me someto a mis dioses que no existen".La historia de Europa pesa sobre Ren¨¦ Char como una noche incesante, geograf¨ªa para "la paciencia milenaria" del hombre.
Simpatizante de la Rep¨²blica espa?ola, viaja a Espa?a en un par de ocasiones (m¨¢s tarde traducir¨ªa algunos poemas de Lope y de Miguel Hern¨¢ndez). Durante la II Guerra Mundial capitane¨® un grupo de la resistencia en Provenza. La experiencia se reconduce en dos libros: Seuls demeurent (1945) y Feuillets d' Hypnos (1946).
La realidad se encuentra en ellos trascendida por los valores eternos. En una ¨¦poca en que Sartre ve por todas partes "f¨®rmulas caducas, revoques de fachadas, compromisos carentes de buena fe", en un momento en que "ya no son posibles la conversaci¨®n ni la discusi¨®n" porque cada uno se quiere apropiar de las palabras que m¨¢s influyen sobre las masas libertad, trabajo, compromiso) hasta llenarlas de ambig¨¹edad, en ese momento Char apuesta por el hombre, se retira con su existencialismo l¨ªrico para defender hasta el final su humanismo o, para decirlo de una vez, su ¨¦tica.El hombre recalificado
No ha sido un poeta excesivamente le¨ªdo en nuestro pa¨ªs. Las traducciones de su obra son escasas: Furor y misterio (1948) y Hojas de himnos fueron publicadas por Visor en 1973 y 1979 respectivamente, en 1986 Alianza Tres edit¨® la traducci¨®n de Alicia Bleiberg de Com¨²n presencia, una antolog¨ªa; y, ese mismo a?o, Hiperi¨®n publicaba La palabra en el archipi¨¦lago (1952-1960), en traducci¨®n de Jorge Riechmann (al que debe este pa¨ªs gran parte del poco o mucho inter¨¦s que Char haya podido suscitar). Un pu?ado de poemas sueltos en revistas y antolog¨ªas completan una representaci¨®n que, a pesar de su excelente intenci¨®n, contin¨²a siendo escasa.
Con la muerte, a los 80 a?os, de Ren¨¦ Char, Francia pierde uno de los dos (tres para los que quieran incluir a Leiris) indiscutibles genios po¨¦ticos vivos que le quedaban (el otro es Francis Ponge). Europa pierde un honesto defensor del hombre; la poes¨ªa pierde (pero no, no la pierde) una definici¨®n: "la vida futura en el interior del hombre recalificado".
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