El debate que viene
"LA SITUACI?N no puede ser m¨¢s s¨®lida, se?or¨ªas. Espa?a es el pa¨ªs con mayor crecimiento econ¨®mico de la OCDE, mantenemos una pol¨ªtica exterior aut¨®noma que nos permite desempe?ar un papel esencial en la construcci¨®n europea, se han realizado enormes progresos en la lucha antiterrorista y la democracia se ha normalizado. Es cierto que subsisten tensiones en el orden p¨²blico, que los ¨ªndices de la criminalidad son todav¨ªa preocupantes y que el paro, sobre todo el juvenil ensombrece los brillantes resultados de la pol¨ªtica econ¨®mica. Pero nadie puede dudar de que las cosas est¨¢n mejor que estaban, y han de estarlo mejor a¨²n, seg¨²n la misma evidencia que se desprende de la realidad que mostramos".Para quienes quieran ahorrarse el inevitable tedio con que el pr¨®ximo mi¨¦rcoles vamos a ser machacados desde la tribuna de las Cortes, este p¨¢rrafo imaginario del pr¨®ximo discurso del se?or presidente del Gobierno puede servir de resumen premonitorio de su autosatisfacci¨®n. La naci¨®n se encuentra en estado s¨®lido -ni l¨ªquido ni gaseoso-, y el Gobierno ha de solicitar por ello el aplauso de la mayor¨ªa que lo sustenta. ?sta se lo otorgar¨¢ entusiasta, ante el silencio enrabiado de la oposici¨®n, dividida y apesadumbrada, echada en manos de la enso?aci¨®n suarista y de la perceptible levedad de sus otros l¨ªderes.
El Gobierno llega a este debate con importantes bazas a su favor. Las r¨²bricas econ¨®mica y de pol¨ªtica exterior se ven enriquecidas con los progresos en el tema del terrorismo y el anuncio del comienzo de negociaciones con ETA. Las cr¨ªticas han de centrarse sobre todo en el mal funcionamiento de los servicios -comunicaciones, carreteras, sanidad, educaci¨®n-, el desastroso estado de la Administraci¨®n de justicia y la cat¨¢strofe de la pol¨ªtica de orden p¨²blico y segundad ciudadana. Pero las alternativas y ofertas que se hacen desde la derecha de AP siguen siendo m¨¢s rituales que otra cosa y no consiguen la credibilidad de la opini¨®n p¨²blica.
Si a ello se a?ade la incapacidad del PCE para articular una respuesta desde la izquierda, se comprende que Felipe Gonz¨¢lez pueda esgrimir como argumento pol¨ªtico la simple constataci¨®n de que no existe alternativa. As¨ª, no es extra?o que la ¨²nica oposici¨®n percibida como tal por los ciudadanos haya provenido de los sindicatos y otras asociaciones intermedias. Que existe un desfase entre el optimismo gubernamental y la percepci¨®n por los ciudadanos de los efectos de -su pol¨ªtica en la vida cotidiana es una eviden-m cia; que las promesas de dedicar mayor atenci¨®n a la micropol¨ªtica -una vez superado lo peor del ajuste macroecon¨®mico- se han quedado en agua de borrajas, tambi¨¦n. El debate anual sobre el estado de la naci¨®n deber¨ªa servir para que el descontento y las inquietudes ciudadanas resultantes de ese desfase hallaran un cauce parlamentario de expresi¨®n, contribuyendo a forjar esa alternativa pol¨ªtica cuya inexistencia est¨¢ teniendo efectos perversos sobre el funcionamiento de las instituciones democr¨¢ticas.
Para ello, lo m¨¢s urgente parece ser la clarificaci¨®n del panorama interno de la oposici¨®n. A un a?o del relevo producido en la direcci¨®n de AP, y una vez consolidado el partido de Adolfo Su¨¢rez, es el momento de acreditar ante los ciudadanos lo bien o mal fundado de las declaraciones de los aspirantes a liderar la oposici¨®n. Seguramente no existen condiciones como para forjar ya una alternativa solvente al actual partido gobernante. Pero quienquiera que pretenda aspirar a encabezar en el futuro tal alternativa deber¨¢ presentar ya su candidatura a liderar, de momento, la oposici¨®n. ?Puede ser la ocasi¨®n de Su¨¢rez?
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