Evocaci¨®n de un viejo debate
La universidad de N¨¢poles celebr¨® en el pasado diciembre un coloquio internacional sobre Cultura y pol¨ªtica de Espa?a, 1936, al que, invitado, me fue imposible asistir, pero en el que de varias maneras se puso en juego mi nombre. Y en estos d¨ªas recibo el texto de una comunicaci¨®n all¨ª le¨ªda por el profesor Renato Treves sobre Antifascismo italiano y espa?ol en el exilio argentino. Recuerdo de un debate. El debate a que se refiere tuvo lugar en Buenos Aires entre ¨¦l y yo, casi reci¨¦n llegados ambos a la Argentina desde nuestros respectivos exilios.Al remitirme ese nuevo escrito suyo evoca Treves aquel lejano episodio, y se congratula de que podamos rememorarlo ahora, tanto tiempo despu¨¦s, desde la altura de nuestra avanzada edad. Joven profesor entonces de la universidad de Tur¨ªn, Renato hab¨ªa tenido que abandonar su patria cuando Mussolini hubo de plegarse a las exigencias de Hitler estableciendo leyes raciales contra los jud¨ªos. (Por aquellas mismas fechas arribaba igualmente a Buenos Aires -y tuve yo ocasi¨®n de encontrarla en casa de Victoria Ocampo, de quien era amiga- la antigua amante de Mussolini, Margherita Sarfatti, jud¨ªa ella tambi¨¦n, como Treves, y ya no tan joven.) Con Renato Treves entabl¨¦ y mantuve una estrecha amistad durante los a?os azarosos de nuestro compartido exilio. El suyo hab¨ªa de ser breve, en contraste con el m¨ªo, que, gracias a las triunfantes democracias, debi¨® prolongarse todav¨ªa por much¨ªsimo tiempo. Cuando, terminada la guerra en Europa, regres¨® mi amigo a Italia, fue protagonista de una m¨ªnima an¨¦cdota que, con sonre¨ªda iron¨ªa, me contar¨ªa en uno de nuestros ulteriores encuentros. Hab¨ªa llegado a Tur¨ªn para recuperar su c¨¢tedra universitaria, y al verle aparecer en el edificio, el bedel le salud¨® afablemente: "Buenos d¨ªas, doctor Treves. Hace tiempo que no le ve¨ªa por ac¨¢. ?Es que ha estado enfermo, o algo?". El buen hombre apenas si hab¨ªa notado su ausencia... El incidente es m¨ªnimo en verdad, trivial si se quiere; pero a m¨ª me impresion¨® y me hizo pensar bastante.
El debate que Treves y yo sostuvimos en Am¨¦rica fue un debate amistoso, mantenido en los t¨¦rminos de la mayor cordialidad, y pese a tratarse en ¨¦l de cuestiones vitales, discurri¨® en el plano estrictamente intelectual. Como explica ahora en su comunicaci¨®n al coloquio de N¨¢poles, fue ocasionado de parte suya por la invitaci¨®n que le hab¨ªan hecho desde Estados Unidos algunos exiliados italianos para que comentara en un art¨ªculo las orientaciones culturales y pol¨ªticas de los republicanos espa?oles. Supongo que entre esos exiliados figurar¨ªa, quiz¨¢ en lugar destacado, un personaje de gran relieve, Max Ascoli, con quien m¨¢s adelante tendr¨ªa yo en Norteam¨¦rica una buena colaboraci¨®n. Se hab¨ªa casado Ascoli con una mujer de la familia Vanderbilt, y este matrimonio le colocaba en posici¨®n de ejercer cierta influencia en el ambiente neoyorquino, Cuando yo lo conoc¨ª andaba con muletas, y por ¨¦l supe c¨®mo, el d¨ªa en que la radio hab¨ªa transmitido la noticia de la rendici¨®n alemana, lleno de regocijo quiso echarse en seguida a la calle y, sin darse cuenta -tal era su alegre aturdimiento- de que el ascensor no estaba como cre¨ªa en el piso, cay¨® por el hueco de la escalera, rompi¨¦ndose las piernas. Es tambi¨¦n an¨¦cdota, nada trivial ¨¦sta, pero s¨ª de ir¨®nico significado.
Pero volvamos al debate en cuesti¨®n. Treves hab¨ªa tomado pie para el art¨ªculo que sus expatriados compatriotas le encargaban en cierto libro m¨ªo, El problema del liberalismo, que acababa de publicarse, y cuyo an¨¢lisis le daba materia para trazar los rasgos peculiares de la ciencia pol¨ªtica espa?ola inmediatamente anterior a la guerra civil. Su art¨ªculo, que vio la luz p¨²blica en 1944 (mientras todav¨ªa estaba en curso la II Guerra Mundial), comenzaba se?alando los v¨ªnculos existentes entre los antifascistas italianos, para quienes nuestra contienda hab¨ªa sido a la vez su propia guerra, y nosotros, los emigrados republicanos, unos v¨ªnculos afirmados sobre todo, como ¨¦l apunta ahora, "por el hecho de que, frente a la pol¨ªtica ambigua de las potencias democr¨¢ticas, se ve¨ªan obligados a adoptar una actitud de espera y de distancia 'frente a la Europa de ma?ana', en el convencimiento de que 'hasta que no hubiese delineado una idea nueva capaz de resolver los problemas planteados por el fascismo' no podr¨ªa hablarse de una victoria definitiva". Pero a partir de ah¨ª entraba a marcar las diferencias que, en el pensamiento pol¨ªtico-social de la generaci¨®n a que ambos pertenec¨ªamos, hab¨ªa impuesto la diversa experiencia de unos y otros en sus respectivos pa¨ªses.
No ser¨ªa oportuno descender aqu¨ª a explicaciones y detalles que, si son de inter¨¦s para quienes lo tienen por cuestiones de filosof¨ªa o de sociolog¨ªa pol¨ªtica, pueden resultar enfadosos para el p¨²blico general. Bastar¨¢ decir que Treves, como perspicaz escrutador de la relaci¨®n existente entre las ideas y las situaciones sociales b¨¢sicas en cuyo seno surgen y sobre las que procuran operar, supo presentar en forma sumaria pero muy suficiente un panorama comparativo que pon¨ªa de relieve en aquella hora cr¨ªtica la diversa formulaci¨®n de aspiraciones hacia un valor com¨²n seg¨²n las experiencias nacionales correspond¨ªentes.
Por supuesto, el trabajo de mi colega y amigo el profesor italiano fue est¨ªmulo poderoso para que yo mismo volviera sobre el asunto, redactando un escrito que, junto con el suyo, se public¨® en seguida en un peque?o volumen cuya difusi¨®n en los c¨ªrculos pertinentes del hemisferio americano fue todo lo ampl¨ªa que las precarias circunstancias consent¨ªan. Creo que rescatar y examinar esos documentos no ser¨ªa vana empresa para alg¨²n estudiante de Historia y Ciencia Pol¨ªtica que deseara esclarecer acad¨¦micamente ese rinc¨®n de aquel pasado momento, tan turbio por cuanto se refiere a lo espa?ol, y confrontar los puntos de vista ah¨ª expuestos con lo ocurrido tras la guerra mundial y hasta el presente. El propio Treves termina su escrito actual mostrando c¨®mo la contraposici¨®n de act¨ªtudes entre los hombres de nuestra generaci¨®n en Italia y en Espa?a, que se?al¨® ¨¦l entonces, se ha borrado y ya no existe para las nuevas, y recuerda con emoci¨®n el contacto que en 1967 entabl¨®, cuando por pr¨ªmera vez vino a una Espa?a todav¨ªa franquista, con los antifranquistas de una generaci¨®n joven. Uno de los que a prop¨®sito menciona, El¨ªas D¨ªaz, acaba de escribir por cierto un excelente art¨ªculo comentando el libro Sociolog¨ªa del diritto. Orig¨ªni, ricerche, problemi, que Renato Treves acaba de publicar, y que espero poder leer muy pronto.
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